Escenario Internacional
El panorama macroeconómico global se encuentra caracterizado por elevados niveles de incertidumbre en los ámbitos político, comercial y financiero. La adopción de medidas proteccionistas por parte de los Estados Unidos y las reacciones de los países afectados, así como la persistencia de tensiones geopolíticas en Medio Oriente y Europa del Este, configuran un entorno volátil y de difícil anticipación, con riesgos significativos dentro del horizonte de proyección considerado en este presupuesto.
Esta marcada incertidumbre puede observarse en indicadores como el Índice Mundial de Incertidumbre, que se encuentra en niveles máximos históricos, superando incluso episodios de elevada volatilidad como la pandemia de COVID-19, la crisis financiera internacional de 2008- 2009 o los atentados del 11 de setiembre de 2001 en Estados Unidos. Al mismo tiempo, la elevada incertidumbre global se ha reflejado en una mayor volatilidad en los mercados financieros, aunque en este caso no ha alcanzado los niveles máximos observados en episodios anteriores.
La incertidumbre asociada a la política comercial alcanzó su punto máximo durante el denominado “Día de la Liberación”, cuando el gobierno de Estados Unidos anunció un incremento significativo de la carga arancelaria aplicada a prácticamente todos los países con los que mantiene relaciones comerciales. Esto se tradujo en un aumento del arancel efectivo aplicado a las importaciones hacia Estados Unidos de más de 90 puntos porcentuales en el caso de las importaciones desde China y de más de 10 puntos porcentuales para las importaciones provenientes de otros orígenes. No obstante, desde entonces dicho nivel ha disminuido, en el marco de las negociaciones llevadas adelante con las economías más afectadas.
A pesar de los elevados niveles de incertidumbre y del aumento de los costos comerciales, la economía mundial se ha mostrado resiliente. La actividad global no ha evidenciado señales de desaceleración pronunciadas y los volúmenes de comercio internacional se han mantenido en niveles altos.
Si bien la actividad en Estados Unidos muestra una desaceleración en 2025 al influjo de un enfriamiento del mercado laboral y de la contribución negativa de los adelantos de importación ante la incertidumbre arancelaria, la comparación de abril-junio respecto al trimestre anterior muestra un mayor dinamismo, alcanzando un aumento interanual del 3,0%. Destaca en dicha comparación la contribución de la caída de las importaciones (5,2%), que indica una moderación de las operaciones de cobertura respecto a la distorsión arancelaria, algo consistente con la contribución negativa (-3,2%) aportada por el crecimiento de inventarios en el sector noagrícola. A su vez, si bien se ha dado cierta desaceleración en el mercado laboral, la tasa de desempleo se ha mantenido relativamente estable en torno al 4,2%, cercana a la tasa natural y baja en términos históricos.
Por su parte, la economía china sostuvo un buen desempeño apoyado en estímulos fiscales y monetarios, aunque la incertidumbre externa y las tensiones arancelarias comienzan a limitar el impulso exportador.
En tanto, la actividad en la Unión Europea muestra un mayor dinamismo en el último año, aunque aún se encuentra en un escenario de divergencia respecto a la evolución de China y Estados Unidos. Destaca el dinamismo de las economías periféricas (España, Rumania, Polonia, Bulgaria e Irlanda) en tanto Francia y Alemania muestran señales de estancamiento, con incrementos interanuales de 0,7% y de 0,4% en el segundo trimestre de 2025, respectivamente. De este modo y pese a no haberse materializado un escenario negativo más marcado, es razonable esperar que los efectos derivados de un giro hacia políticas comerciales más proteccionistas por parte de las principales economías se manifiesten con mayor intensidad en el mediano y largo plazo.
En lo que refiere a la evolución de la inflación a nivel de las principales economías, el incremento arancelario ha tenido impactos en el aumento de los precios internos, particularmente en Estados Unidos. Tras alcanzar en abril de 2025 su valor mínimo desde 2021 (2,3%), la tasa de inflación general aumentó hasta 2,7% en julio. Por su parte, la inflación subyacente o núcleo que excluye alimentos y energía– se situó en 3,0% en dicho mes. Este aumento observado desde abril supone una reversión de la trayectoria descendente registrada previamente, alejando la inflación del objetivo de la Reserva Federal (2% en promedio).
En línea con lo anterior, la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) ha mantenido sin cambios su tasa de política monetaria en lo que va del año. Ello representa una pausa en el ciclo de reducciones iniciado en septiembre de 2024, que acumuló una baja total de un punto porcentual hasta finales de ese año. Desde entonces, la tasa se ha mantenido en el rango de 4,25% – 4,50%, un nivel elevado desde una perspectiva histórica y por encima de la tasa considerada neutral por las propias estimaciones de la Fed, la cual se ubica en torno al 3%. No obstante, en la publicación de proyecciones de junio, la Fed mantuvo sin cambios la estimación de cerrar el año con una tasa central de 3,9%, lo que supondría nuevas reducciones de la tasa durante el resto de 2025. Por otro lado, revisó al alza las proyecciones para los años siguientes, elevando la tasa esperada para 2026 de 3,4% a 3,6%, y la correspondiente a 2027 de 3,1% a 3,4%.¹
Por su parte, el Banco Central Europeo, en un contexto de inflación alineada con el objetivo de 2%, tasas de crecimiento relativamente estables y ante la concreción de un acuerdo comercial con Estados Unidos, también interrumpió el ciclo de recortes. La tasa de facilidad de depósito —una de las principales tasas de referencia para la zona del euro— se ha mantenido en 2,0% desde el último descenso ocurrido en junio y no se prevén modificaciones significativas en el corto plazo. De esta forma, la tasa se estabiliza por debajo del máximo de 4,0% observado entre 2023 y 2024, aunque continúa ubicándose muy por encima del promedio registrado en la última década, período en el que prevalecieron tasas nominales cercanas a cero o incluso ligeramente negativas.
De esta forma, es esperable que las condiciones financieras internacionales se mantengan restrictivas en los próximos años, con tasas elevadas en comparación con la historia reciente, aunque con cierta tendencia a la baja. Esto implica que el crédito internacional continuará siendo más costoso que en las últimas décadas.
Pese a que las tasas en EE.UU. se mantienen relativamente altas, incluso en la comparación internacional, esto no se ha traducido en un fortalecimiento del dólar. Por el contrario, la moneda estadounidense ha mostrado una tendencia a la depreciación en lo que va del año. En comparación con una amplia canasta de monedas, el dólar acumula una depreciación nominal de casi 7%. Esta depreciación se registró frente a economías avanzadas (8,3%) y emergentes (5,3%). La elevada incertidumbre, cuyo epicentro ha estado en la economía estadounidense, ha sido un factor que ha contribuido a esta tendencia.
En este contexto, los precios de las materias primas (commodities) han mostrado un comportamiento heterogéneo. Los precios de la energía luego de mantenerse en niveles elevados en un contexto de recortes de producción por parte de la OPEP+ y persistentes tensiones geopolíticas, han comenzado a ceder. Por otra parte, los precios del gas natural se vienen corrigiendo a la baja debido a una mayor disponibilidad de inventarios y una demanda moderada.
En el caso de los productos agrícolas, los precios de los principales granos han registrado una tendencia descendente, explicada por mejores perspectivas de cosecha y una menor incidencia de fenómenos climáticos adversos. Por su parte, los metales industriales han mostrado una recuperación gradual, impulsada por una mejora en las expectativas de demanda global — particularmente en China—, en tanto que el precio del oro se ha mantenido en niveles elevados, reflejando la persistente demanda de activos de cobertura en un entorno internacional de elevada incertidumbre.
En materia de perspectivas, tras varios recortes sucesivos en las proyecciones de crecimiento mundial por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos internacionales, dichas estimaciones parecen haberse estabilizado e incluso muestran una leve revisión al alza en el margen. No obstante, se espera una moderación del crecimiento global, en la medida en que la aparente resiliencia observada recientemente tienda a disiparse y se materialicen en mayor medida las consecuencias de las políticas comerciales más restrictivas. En este sentido, en la última actualización de su Informe de Perspectivas Económicas Mundiales (WEO, por sus siglas en inglés), el FMI proyecta una expansión de 3,0% para 2025 y 3,1% para 2026, por debajo del crecimiento registrado en 2024 (3,3%) y en los años previos a la pandemia (3,7%).
Para las economías avanzadas, se proyecta un crecimiento de 1,5% en 2025 y 1,6% en 2026. En Estados Unidos, con menores tensiones comerciales y condiciones financieras algo más favorables, se espera que la economía crezca 1,9% en 2025 y 2,0% en 2026, impulsada por el estímulo fiscal previsto en el marco del paquete fiscal desplegado por la administración Trump, principalmente a través de incentivos tributarios dirigidos a la inversión corporativa. De acuerdo con las estimaciones del FMI, este programa podría elevar el nivel de actividad en torno a 0,5% en promedio hasta 2030. En la zona del euro, el crecimiento se proyecta en 1,0% para 2025 y 1,2% para 2026, en un contexto de gradual recuperación de la demanda interna y normalización del sector industrial. Hacia adelante, se espera que los compromisos de gasto en defensa adoptados por varios países de la región comiencen a tener impacto.
Para el conjunto de las economías emergentes y en desarrollo, el FMI proyecta un crecimiento de 4,1% en 2025 y 4,0% en 2026. Dentro de este grupo, China registraría una expansión de 4,8% en 2025 y 4,2% en 2026, impulsada por una actividad más dinámica en la primera mitad del año y por la reducción efectiva de los aranceles en el comercio bilateral con Estados Unidos. En India, se prevé un crecimiento de 6,4% tanto en 2025 como en 2026, sostenido por un contexto externo relativamente favorable y una demanda interna robusta. En las economías emergentes de Europa, en tanto, el crecimiento se mantendría moderado, con tasas de 1,8% en 2025 y 2,2% en 2026. Finalmente, para América Latina y el Caribe las proyecciones apuntan a una moderación del crecimiento hasta 2,2% en 2025, seguida de una recuperación parcial a 2,4% en 2026.
En materia de comercio global, se proyecta un patrón heterogéneo, con un incremento del volumen comercial en 2025, asociado al adelantamiento de flujos ante la elevada incertidumbre, seguido de una moderación en 2026, a medida que dicho efecto se desvanece. En cuanto a la inflación mundial, se proyecta una tendencia descendente, aunque con diferencias entre países.
En términos generales, los riesgos para el escenario global continúan sesgados a la baja. La principal fuente de vulnerabilidad proviene de la incertidumbre en torno a la política comercial, ya que un aumento de los aranceles o la introducción de nuevas medidas proteccionistas podría reducir el crecimiento mundial e incrementar las presiones inflacionarias. Adicionalmente, una escalada de las tensiones geopolíticas —particularmente en Medio Oriente o Europa del Este— podría generar nuevas disrupciones en las cadenas de suministro y un repunte de los precios de los commodities, en particular de los energéticos. A ello se suman posibles episodios de inestabilidad financiera vinculados a elevados déficits fiscales y niveles históricamente altos de endeudamiento en algunas economías relevantes. Por el contrario, una resolución favorable de las negociaciones comerciales y el avance en acuerdos que reduzcan barreras al comercio podrían fortalecer el crecimiento y mejorar las expectativas a mediano plazo.
En el cuadro siguiente se presenta un resumen de las principales perspectivas económicas en el plano internacional.
¹ - La Fed divulga trimestralmente las proyecciones elaboradas por los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto —el órgano responsable de las decisiones sobre la tasa de referencia—. La próxima actualización está prevista para el 17 de septiembre.