Salud cerebral

9 de setiembre: Día Latinoamericano de la Epilepsia

Se considera que una persona es epiléptica cuando padece dos ataques sin mediar injuria aguda del cerebro. Hoy en día, con los recursos y tratamientos que tiene el Uruguay para esta enfermedad, los epilépticos pueden llevar adelante una vida normal.
Placa epilepsia

La epilepsia es una enfermedad cerebral que se origina cuando un grupo de neuronas paroxística y rápidamente realizan descargas eléctricas que provocan diferentes reacciones (descoordinadas).

Hay diferentes tipos y ataques de epilepsia. Una clasificación grande se da en dos: las que son reacciones focales, es decir, que las descargas corresponden a un foco del cerebro, y las generalizadas: cuando las descargas se dan a nivel de todo el cerebro. El porcentaje prevenible de esta enfermedad a nivel mundial es del 25%, es decir, que una de cada cuatro personas que padece epilepsia hoy en día podría haberla evitado si se tomaban ciertas acciones.

Una de las primeras causas evitables de epilepsia es la prematurez, la que, una vez que se da debe ser atendida rápidamente de forma de poder evitar esta instancia de secuela posterior. Con este fin desde la cartera del Ministerio de Salud Pública (MSP) se está trabajando en el proyecto RESCATE que busca atender a todas las patologías tiempo-dependientes, como lo es la prematurez, de forma de que puedan tener una asistencia inicial y un traslado sanitario adecuados para luego ser derivados a un centro donde reciban la mejor atención. Estas acciones redundarán seguramente en una disminución del número de epilépticos como consecuencia de haber nacido prematuros.

Una segunda causa evitable de epilepsia son las infecciones cerebrales como la meningitis cuando abarca solamente las meninges del cerebro y la encefalitis cuando se da en el cerebro todo. En ambas infecciones la prevención de mayor impacto es la vacunación.

Otra causa prevenible de la epilepsia es la alta siniestralidad, puesto que es una secuela común la epilepsia post traumática. El rol del MSP en este punto es el de intervenir en aquellos factores referentes a la salud que pueden acarrear como consecuencia accidentes de tránsito. Entre estos elementos se identifican las patologías de sueño que deben ser detectadas precozmente y tratadas de forma adecuada, de manera de evitar la somnolencia diurna excesiva, dada por la afección misma o por un tratamiento inadecuado, que puede terminar en que la persona se duerma al volante y termine produciéndose el siniestro.

Los ACV o ataques cerebro vasculares, pueden dejar como secuela epilepsia. Para esto, desde el Programa de Salud Cerebral del que es responsable Ignacio Amorín, se encuentra en etapas finales la planificación de una Plan Nacional de ACV que permitirá mejorar la prevención, atención temprana y rehabilitación de los ACV.

En cuanto al consumo problemático de drogas, puede en algunos casos, provocar crisis epilépticas o empeorar las condiciones de un epiléptico. Se buscará llegar a las familias, escuelas y distintas comunidades con la explicación de cómo estas sustancias pueden afectar la salud, de forma de que haya una percepción más realista del riesgo de estos consumos e influir también en este punto a favor de la salud cerebral.

El objetivo es poder bajar ese 25% de incidencia de epilepsia prevenible.

Los signos de una crisis epiléptica son varios y dependen y responden a las partes del cerebro dónde se dan las descargas eléctricas y, por lo tanto, las partes del cerebro que se activan. Así es que algunas manifestaciones son movimientos involuntarios de partes del cuerpo, fenómenos sensitivos extremos, la experiencia de hormigueo en extremidades, de tipo psíquico como la sensación de estar viviendo algo ya vivido (conocidos como déja vu) o el nunca haber vivido algo que sí tuvo lugar en la realidad.

La crisis epiléptica generalizada es una situación dramática que vive tanto la persona que la padece, como aquella que la presencia y quiere ayudar.

En plena convulsión, aquella persona que quiera ayudar deberá mantener la calma y tener un comportamiento contraintuitivo en el que deberá poner a la persona que está padeciendo la crisis epiléptica con el cuerpo y la cabeza de costado, deberá evitar tocarle la boca (contrario a la creencia generalizada de que se debe intentar agarrar la lengua) y alejarlo de objetos con los que pueda golpearse, de forma de evitar que se produzcan distintas lesiones y se debe esperar a que la crisis pase.

Mantener la calma es clave para evaluar si es una crisis pasajera, que no dura más de dos minutos o si se está frente a una crisis epiléptica prolongada o estado epiléptico prolongado, para lo que sí es necesario llamar a una ambulancia porque pueden tener mayor gravedad.

Luego de controlada la crisis epiléptica sí es recomendable consultar a un médico. Para que haya una mayor resolutividad en el primer nivel de atención, los médicos podrán acceder a una guía realizada en el 2010 pero actualizada al día de hoy sobre cómo evaluar estas situaciones y qué medidas tomar.

En estos tipos de epilepsia que tienen tratamiento, si bien hay algunas labores como manejar maquinaria potencialmente peligrosa, vehículos de forma profesional, agua caliente, el trabajo a la altura y algunos deportes como la natación, que deben llevarse adelante bajo supervisión o en compañía, en términos generales no limitan al paciente y permiten que desarrolle su vida de forma normal.

También existe la llamada epilepsia refractaria, que no responde al tratamiento por medicamentos y por esta razón en Uruguay, desde el Fondo Nacional de Recursos (FNR) se financia, a través de uno de sus programas, una cirugía que da respuesta a esta forma de epilepsia que se presenta en un número muy inferior de personas.

La salud cerebral tiene tres pilares básicos: una alimentación saludable que en nuestro país debe de incorporar más pescado y bajar la cantidad de carne roja, aumentar el consumo de frutas y verduras (la variedad de los colores de las verduras son una referencia para tener en cuenta la complementariedad en sus aportes de nutrientes), legumbres, aceites de canola y oliva y evitar el consumo de bebidas azucaradas y harinas en exceso; la actividad física que debe ser, al menos, de 30 minutos tres veces por semana, lo que beneficia a la mejor conexión neuronal gracias a la generación de una sustancia neurotrópica, y los desafíos intelectuales con nuevos aprendizajes que agilitan la actividad cerebral. Una vida social activa, pertenecer a grupos sociales y un sueño reparador de 8 horas de corrido también influye directamente en la salud cerebral y redundan en una mejor prevención de problemas neurológicos, incluyendo la epilepsia.

 

El miércoles 9 a las 11 horas se realizó la presentación de la "Guía para asistencia y tratamiento de personas con epilepsia para el personal de salud en el primer nivel de atención", disponible en el siguiente enlace.

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