Salud cerebral

9 de setiembre: Día Latinoamericano de la Epilepsia

En el Día Latinoamericano de la Epilepsia, el Ministerio de Salud Pública (MSP), a través del Programa de Salud Cerebral, pone a disposición la “Guía para asistencia y tratamiento de personas con epilepsia para el personal de salud en el primer nivel de atención" renovada en 2020 con la colaboración de expertos epileptólogos de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.
Día Latinoamericano de la Epilepsia

En el marco de la campaña regional activa desde 1997 “Epilepsia fuera de las sombras”, impulsada por la Liga Internacional contra la Epilepsia, el Bureau Internacional contra la Epilepsia, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, que tiene como objetivo lograr la visualización, concientización, adhesión e impulso de políticas públicas que permitan el tratamiento integral de los pacientes con epilepsia en América Latina, se pone a disposición nuevamente información sobre esta afección.

La epilepsia en una enfermedad cerebral que se origina cuando un grupo de neuronas, de forma paroxística y rápida, realiza descargas eléctricas que provocan diferentes reacciones descoordinadas. Si bien hay distintos tipos y ataques de epilepsia, una clasificación grande permite establecer dos tipos diferentes: las que son focales, es decir, aquellas en las que las descargas eléctricas corresponden a un foco del cerebro, y aquellas que son generalizadas, cuando las descargas se dan en todo el cerebro. Cada tipo de crisis epiléptica, según qué partes del cerebro se active, tiene sus signos.

Algunas manifestaciones son los movimientos involuntarios de partes del cuerpo, fenómenos sensitivos extremos, la sensación de hormigueo en las extremidades, el “déja vu” – la sensación de estar viviendo algo ya vivido- o cuando parece que nunca se vivió algo que sí sucedió en realidad.

Cuando se da una crisis epiléptica generalizada se da una situación dramática tanto para la persona que la padece como para quien la presencia y quiere ayudar. En plena convulsión, para ayudar de forma efectiva, se deberá tener un comportamiento contraintuitivo: poner a la persona en crisis con el cuerpo y la cabeza hacia un costado, evitar tocarle la boca, alejar todos los objetos contra los que la persona pueda golpearse y esperar a que la crisis pase. En estas situaciones es esencial mantener la calma para poder evaluar si se está ante una crisis pasajera – que no dura más de dos o tres minutos- o si la crisis epiléptica es prolongada, que puede revestir mayor gravedad y para la que es necesario llamar a una ambulancia. Luego de pasada una crisis epiléptica sí es necesaria la consulta con un médico.

Las personas que tienen un tratamiento ajustado a su tipo de epilepsia pueden llevar adelante una vida normal, aunque sí hay labores que se recomienda desarrollar bajo supervisión como manejar maquinaria potencialmente peligrosa, vehículos de forma profesional, trabajar en alturas o algunos deportes como la natación. En nuestro país el Fondo Nacional de Recursos financia la cirugía que da respuesta a la epilepsia refractaria que no responde a tratamiento medicamentoso.

La epilepsia es prevenible en el 25% de los casos, es decir, que una de cada cuatro personas tiene epilepsia por razones prevenibles con acciones previas.

Una de esas razones prevenibles de epilepsia es la prematurez, que debe ser atendida rápidamente de manera de evitar esta secuela. Otra causa evitable son las infecciones cerebrales como la menignitis, cuando abarca solamente las meninges, y la encefalitis, cuando es general en todo el cerebro. Para ambas infecciones existe la vacuna preventiva. La siniestralidad tiene a la epilepsia como una de sus secuelas comunes; en este punto la tarea del MSP consiste en intervenir en los factores relacionados a la salud que pueden acarrear accidentes de tránsito, como son las patologías del sueño que deben ser detectadas de manera precoz y tratadas adecuadamente para evitar la somnolencia excesiva. El consumo problemático de drogas también puede provocar crisis epilépticas o agravar las condiciones de una persona que ya las padezca.

Hay tres pilares básicos para cuidar la salud cerebral: una alimentación saludable – la población uruguaya debe aumentar el consumo de frutas y verduras, pescado, legumbres y evitar el consumo de bebidas azucaradas y las harinas en exceso -, la actividad física – de al menos 30 minutos tres veces por semana porque beneficia la conexión neuronal gracias a la sustancia neurotrópica – y los desafíos intelectuales con nuevos aprendizajes que agilitan la actividad cerebral. La vida social activa, la pertenencia a grupos sociales y el sueño reparador de ocho horas de corrido también influyen directamente en la salud cerebral además de que redundan en la prevención de problemas neurológicos, entre ellos, la epilepsia.

 

 

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