Control del cáncer

Cuidá tu piel y reconocé los signos de alerta del melanoma

Cada 23 de mayo se conmemora el Día Mundial contra el Melanoma, una oportunidad para poner el foco en la prevención y el diagnóstico precoz. La piel, el órgano más extenso del cuerpo humano, actúa como una barrera protectora frente a infecciones, el calor y la radiación solar. Sin embargo, la exposición al sol representa el principal factor de riesgo para desarrollar tumores malignos en la piel. Entre ellos, el melanoma: la forma más grave y agresiva de cáncer cutáneo.
Día mundial contra el melanoma. Lazo negro.

Existen dos grandes tipos de cáncer de piel: el melanoma y el no melanoma (dentro de los cuales podemos encontrar tumores basocelulares y epidermoides). Si bien el melanoma es el tipo más grave y agresivo de cáncer de piel, representa solo el 4% de los cánceres de piel pero causa el 75% de las muertes. Es un tumor maligno que se origina en  las células que producen el pigmento de la piel,  los melanocitos. Frecuentemente se presenta en la piel, por ejemplo sobre un lunar preexistente o como una nueva lesión en la piel, aunque también puede aparecer en las mucosas. Si se detecta en etapas iniciales, el melanoma puede curarse mediante cirugía. De ahí la relevancia de realizar consultas médicas oportunas y detectar el melanoma lo antes posible.

En Uruguay no figura entre los tumores de mayor incidencia y aunque se han desarrollado tratamientos efectivos, el melanoma sigue siendo uno de los cánceres de piel con mayor letalidad si no se detecta precozmente​. En los últimos años se ha registrado un aumento significativo de la incidencia y mortalidad por melanoma: cada 3 días se diagnostican aproximadamente 2 nuevos y cada 5 días muere una persona por esta causa. Es más frecuente en personas de mediana o avanzada edad; sin embargo, 1 de cada 7 casos se diagnostica antes de los 45 años.

Exponerse mucho al sol o a camas solares, haber tenido quemaduras solares (especialmente en la infancia o adolescencia), tener antecedentes familiares o un sistema inmunitario debilitado son factores que pueden favorecer la aparición del melanoma. También es más probable desarrollarlo en personas con piel, ojos y cabello claros (rubio o pelirrojo), con lunares atípicos, más de 100 lunares en la piel o un nevus congénito gigante (una mancha pigmentada grande presente desde el nacimiento).

Frente a estos factores de riesgo, es fundamental tomar medidas para cuidar la piel hoy y proteger la salud en el futuro. Adoptar hábitos sencillos de prevención puede marcar una gran diferencia. Evitá la exposición solar entre las 10 y las 16 horas -incluso en días nublados-, así como el bronceado intencional y el uso de camas solares. También se recomienda usar ropa oscura de manga larga o con protección UV, sombreros de ala ancha que cubran cuello y orejas, y lentes de sol con filtro UV. Aplicar protector solar con FPS 30 o superior, tanto en adultos como en niños y niñas, es clave para reducir el daño causado por la radiación ultravioleta. Recordá reaplicarlo cada dos horas y siempre después de nadar o transpirar.

Estos hábitos cotidianos deben ser complementados con auto exámenes regulares de la piel incluyendo palmas, plantas, orejas y cuero cabelludo y una consulta de medicina general anual. Especialmente, es esencial realizar una consulta dermatológica en caso de presentar alguno de los factores de riesgo mencionados anteriormente.

Es importante tener presente que el daño solar es acumulativo y que no existe el “bronceado saludable”. Permanecer a la sombra es una de las formas más efectivas de reducir la exposición a la radiación UV. Prevenir el melanoma requiere incorporar hábitos de cuidado, seguir las recomendaciones de protección y realizar controles médicos periódicos, claves para un diagnóstico temprano.

Existen ciertos signos que pueden alertar sobre la posible presencia de un melanoma. Prestar atención a los cambios en la piel es clave para una detección temprana. Una herramienta útil es la regla ABCDE, que ayuda a identificar lunares sospechosos: A de asimetría; B de bordes irregulares o mal definidos; C de color variado (cuando un lunar presenta más de una tonalidad); D de diámetro mayor a 5 mm; y E de evolución, es decir, cambios en la forma, color, tamaño o textura. Ante cualquiera de estas señales, es fundamental consultar con un profesional de la salud.

Además, hay otros signos de alarma a tener en cuenta, como manchas rosadas o rojizas con textura áspera, bultos que crecen en la piel, heridas que no cicatrizan, o lunares que pican, sangran o duelen. También deben generar atención los lunares que aparecen recientemente en zonas poco expuestas al sol, como las palmas de las manos o las plantas de los pies. Frente a cualquier duda, la consulta médica oportuna puede marcar la diferencia.

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