Semana Corazón

¿Cómo cuidamos el corazón?

Las actividades que se realizan anualmente en la Semana del Corazón tienen como objetivo sensibilizar e informar sobre las enfermedades cardiovasculares, prevenir sus factores de riesgo y fomentar estilos de vida saludables. Promocionar la salud a lo largo de la edad pediátrica es imprescindible para asegurar una mejor calidad de vida.
Niño almorzando comida saludable

Los factores de riesgos para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (sobrepeso/obesidad, hipertensión arterial y diabetes), se presentan en edades cada vez más tempranas de la vida y la detección, evaluación y manejo de los factores de riesgo en niños y adolescentes, es un desafío para el equipo de salud.

Complicaciones vasculares como la aterosclerosis se observan precozmente y los factores de riesgo que la favorecen están presentes antes del nacimiento. Entre ellos cabe destacar la obesidad materna, el retardo del crecimiento intrauterino, las características de la alimentación temprana, el aumento de peso en forma acelerada en los primeros años de vida, y la exposición al humo de tabaco, entre otros.

Las medidas de prevención incluyen un adecuado control del embarazo, estrategias para mejorar la alimentación materna, amamantamiento exclusivo durante los primeros 6 meses de vida, la introducción de una alimentación complementaria saludable y perceptiva, la prolongación de la lactancia hasta los 2 años o más (hasta el momento que madre e hijo lo decidan); un estilo de vida saludable con actividad física, sin consumo de tabaco, alcohol ni otras drogas.

A su vez, tan importante como el tipo de alimentos que recibirá el niño es el entorno, que incide en la formación de hábitos alimentarios saludables. Por esta razón es fundamental tener en cuenta el concepto de alimentación perceptiva, en el que el rol de los adultos referentes del cuidado del niño es central en este proceso. Este es un factor determinante en relación al desarrollo de las preferencias alimentarias, que si se hacen correctamente serán beneficiosas para la salud del niño, pudiendo reducir el riesgo de sobrepeso y obesidad, lo que ayuda a combatir enfermedades no transmisibles.

Es importante que la alimentación complementaria se inicie con alimentos adecuados en cantidad y calidad, reconociendo y respondiendo adecuadamente a las señales de hambre y saciedad del niño, animándolo a comer con paciencia, sin forzarlo. En este período crítico, se establecen hábitos alimentarios saludables que contribuirán a disminuir la tendencia creciente de obesidad y enfermedades no transmisibles asociadas. Desde el inicio se requieren alimentos naturales o mínimamente procesados y variados, de los diferentes grupos como carnes, pescados, fideos, arroz, legumbres, verduras, frutas, productos lácteos, huevos y aceites. Es importante revalorizar la preparación de alimentos en el hogar, seguros, inocuos y saludables.

En los niños más grandes, deben evitarse las bebidas azucaradas, estimulando la ingesta de agua, promoviendo el consumo de alimentos variados y naturales como frutas, verduras y legumbres, leche y la inclusión de pescados preferentemente grasos. Evitar en el día a día el consumo de productos ultraprocesados con excesivo contenido de grasas, azúcares y/o sodio, tales como snacks, cereales de desayuno, galletitas rellenas, alfajores, postres, helados, nuggets, panchos, hamburguesas, papas pre-fritas , limitando el consumo de sodio y evitando las grasas trans.

Se deben promover las comidas en familia sin pantallas, dándole importancia al desayuno. También se les debe enseñar a los niños el concepto de porción adecuada de comida en relación a la edad, el peso y el nivel de actividad. Los niños pueden y deben aprender a elegir comidas saludables y los alimentos no deben ser utilizados como forma de castigo o recompensa. Finalmente debemos promover los juegos al aire libre (siempre que sea posible) y la actividad física diaria.

Si consideramos que la prevención cardiovascular en la edad pediátrica se enfoca, principalmente, en evitar la aparición del factor de riesgo, en la detección y su tratamiento cuando está presente; la alimentación adecuada y la actividad física son pilares fundamentales.

La adquisición de hábitos se origina en el seno familiar y el proceso de desarrollo de conductas saludables, como la práctica de actividad física, debe iniciarse desde etapas tempranas de la vida por los beneficios que tiene para la salud de los niños y los adolescentes.

El sobrepeso y la obesidad son un problema de salud mundial al que Uruguay no está ajeno y son, en sí mismos, y por las complicaciones que conllevan, un factor de riesgo muy importante para enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades no transmisibles como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemia y síndrome metabólico.

La actividad física debe estimularse fomentando el juego, actividades recreativas al aire libre y deberá variar de acuerdo a la edad, aumentándose proporcionalmente. El transporte activo como caminar o andar en bicicleta con los equipos de seguridad que corresponden, debe estimularse en adolescentes y niños más grandes, siempre con la compañía de un adulto. Asimismo, es importante disminuir el sedentarismo evitando tiempos prolongados al frente de pantallas (celular, TV, computadora): ser activos y al mismo tiempo poco sedentarios, influye en la salud cardiovascular.

Las estrategias de prevención de consumo de tabaco y otras drogas en niños y adolescentes deben ser implementadas en diferentes ámbitos como el hogar, los centros educativos, lugares de esparcimiento y deporte, lugares de reunión y, por supuesto, en el momento de la consulta médica. Es importante recordar que el ambiente libre de humo de tabaco además, es un factor protector de la muerte súbita del lactante.

Finalmente los pediatras y los médicos de familia deben tener en cuenta y considerar en la anamnesis, en las preguntas que se hacen en consulta, la posibilidad de presencia de enfermedad coronaria, cerebrovascular, vascular periférica, los antecedentes de alguna muerte por causa cardiovascular en un familiar menor de 55 años, así como la presencia de antecedentes familiares (hermanos, padres, tíos, abuelos) de obesidad, dislipemia, hipertensión arterial, diabetes y los antecedentes personales del niño o adolescente.

Sin duda la genética importa pero sobre ella poco podemos hacer, sin embargo, sobre el ambiente, los hábitos, sí podemos actuar y lograr el cambio que tanto necesitamos.

Una vez más reiteramos que el futuro de los niños y adolescentes es siempre el hoy.

Programas participantes en la elaboración del informe: Adolescencia y Juventud; Enfermedades No transmisibles, Nutrición, Coordinación de Lactancia Materna y Niñez.

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