Relaciones Internacionales

Del 24 al 29 de enero se desarrolló la 150ª reunión del Consejo Ejecutivo de la OMS

La delegación que representó a Uruguay en este nuevo Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estuvo integrada por el representante permanente embajador, Álvaro Moerzinger, la ministra Alejandra Costa, la ministra consejera, Soledad Martínez, y por el departamento de Relaciones Internacionales y Cooperación del Ministerio de Salud Pública, su directora Gabriela Gómez y Gabriela Batlle.
Reunión OMS

En estas jornadas de trabajo se atendieron temas de interés para nuestro país y la región como es el fortalecimiento de la respuesta frente a posibles emergencias sanitarias futuras. A la vez que Uruguay destacó el enfoque multisectorial, multinivel e interagencial de las actividades que se llevaron a cabo por parte de la OMS y la atención a los trastornos en las cadenas mundiales de suministros sanitarios, planteó la necesidad de debatir en profundidad las ventajas que implicaría el establecimiento de un nuevo comité permanente sobre preparación y respuesta frente a pandemias y emergencias. En este punto, nuestro país recordó el apoyo que brindó al proceso de negociación de un nuevo instrumento de preparación y respuesta a pandemias, así como a las reformas puntuales a realizarse en el Reglamento Sanitario Internacional para que, utilizando estas herramientas de forma combinada, se puedan superar las fallas y debilidades que hubo en la respuesta a la pandemia de covid-19.

La prevención y el control de las enfermedades no trasmisibles (ENT), una de las prioridades del Ministerio de Salud Pública, fue otro tema que estuvo sobre la mesa, así como la reducción del uso nocivo de alcohol y el control del VIH, las hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual.

En relación a las ENT, Uruguay, además de poner a disposición sus experiencias y lecciones aprendidas en cuanto a su prevención y control, reiteró el pedido de directrices claras para la prevención de conflictos de interés en el desarrollo de las políticas públicas y en la necesidad de apoyar a los países de ingresos medios y bajos en la obtención de recursos para los sistemas de vigilancia de estas enfermedades. También subrayó el apoyo que tanto la Academia como las sociedades científicas y las organizaciones de la sociedad civil pueden brindar para el avance en los planes de acción.

Uruguay participó de la creación del proyecto de plan de acción a desarrollarse hasta el 2030 para la reducción del uso nocivo de alcohol. Este es un tema que se considera urgente debido al alto consumo de alcohol en nuestra población, sobre todo adolescentes y jóvenes. Así es que se lo incluyó en los objetivos sanitarios nacionales. La solicitud planteada en el Consejo Ejecutivo fue en la línea de ampliar los esfuerzos brindados para que los Estados Miembros puedan comunicar correctamente y aumentar la percepción del riesgo sobre los daños relacionados con el consumo de alcohol. También se mencionó la importancia de que la autoridad sanitaria participe de otras instancias en las que se trata la regulación del alcohol como el Codex Alimentarius.

En cuanto al VIH, las hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual, en los objetivos sanitarios nacionales al 2030 se estableció la reducción de la morbi-mortalidad por SIDA y continuar trabajando en la eliminación de la transmisión vertical del VIH. En el fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica de VIH que se llevó a cabo el pasado año, también se incorporaron otros sistemas de información (estadísticas vitales, vigilancia epidemiológica de hepatitis virales B y C, así como de sífilis y con el sistema de vigilancia de tuberculosis) para tener un mejor monitoreo de las coinfecciones con otras ITS y con tuberculosis.

 

 

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