Día Mundial del Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia. Se calcula que representa entre un 60 y 70 por ciento de los casos, además de ser una de las principales causas de discapacidad y dependencia de las personas mayores en todo el mundo.
Esta fecha se conmemora dentro del mes que el Ministerio de Salud Pública (MSP) decidió destinar para lograr una fuerte concientización sobre la importancia de la salud cardiovascular e impulsar el nuevo programa de salud cerebral. María Giudici, subdirectora general de salud del MSP, explica que una de las tantas razones para crear un programa específico de esta área de la salud es, por ejemplo, la falta de estadísticas nacionales respecto a la incidencia de la demencia en nuestra población.
La demencia es un síndrome –generalmente de naturaleza crónica o progresiva– caracterizado por el deterioro de la función cognitiva (es decir, la capacidad para procesar el pensamiento) más allá de lo que podría considerarse una consecuencia normal del envejecimiento. La demencia afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La conciencia no se ve afectada. El deterioro de la función cognitiva suele ir acompañado, y en ocasiones es precedido, por el deterioro del control emocional, el comportamiento social o la motivación.
A menudo la falta de concientización y comprensión de lo que la demencia es y sus implicancias, puede provocar cierta estigmatización de las personas que la padecen y suponer un obstáculo para que se acuda a los servicios de diagnóstico y atención oportunamente.
De todas formas es importante recalcar que la temprana detección de esta enfermedad es fundamental para su posterior tratamiento y calidad de vida del paciente. María Giudici especificó que para el diagnóstico de la demencia no es necesario ningún estudio (a no ser que se trate de clasificar qué tipo de demencia es) por lo que para una primera etapa, la historia clínica y un buen examen neurológico es suficiente. De ahí que la detección de los primeros signos de deterioro cognitivo leve es fundamental y hace a la diferencia en cuanto al avance y evolución de la demencia.
Son 50 millones de personas las afectadas por demencia a nivel mundial, de las que alrededor del 60 por ciento vive en países de ingresos medios y bajos. Cada año se registran 10 millones de nuevos casos y se calcula que entre un cinco y un ocho por ciento de la población general de 60 años o más, padece demencia en algún momento.
El impacto de este síndrome, no sólo en las personas que lo padecen sino también en sus cuidadores, familia y la sociedad, puede ser de carácter físico, psicológico, social, económico y resultar abrumador para cualquiera que esté expuesto a sus consecuencias.
La Subdirectora General de la Salud explica que si bien existen fármacos para tratar la demencia y están disponibles, el cuidado y tratamiento no debe apuntar solamente a lo medicamentoso, sino que se debe trabajar considerando que el individuo está inserto en su comunidad, núcleo familiar, por lo que trabajar con la familia y cuidadores, en una atención integral, es una herramienta clave para lograr la mejor evolución del paciente.
Si bien hay factores de riesgo no modificables para el desarrollo de una demencia como los antecedentes familiares de este padecimiento, o la edad, que no es determinante, se puede hacer prevención de esta enfermedad a distintos niveles. La alimentación no saludable, el tabaquismo, la hipertensión, diabetes, sedentarismo, son todos factores de riesgo a evitar.
No se puede asegurar que evitando estos hábitos no se desarrolle la enfermedad pero sí que disminuye su impacto. El envejecimiento activo, con estimulación cognitiva, es decir, que las personas mayores se mantengan activas intelectualmente sea mediante una lectura, la realización de crucigramas o cualquier actividad que haga que se estimule las distintas partes del cerebro, ayuda a disminuir la progresión de la demencia, a enlentecerla.
En cada una de las etapas de la demencia, aparecen trastornos psico conductuales. Primero surge la depresión por la noción que tiene la persona de estarse enfermando, que luego deviene en irritabilidad, agresividad y apatía. La pérdida de capacidades intelectuales superiores primero se manifiesta con olvidos, pérdida de razonamiento, del juicio y termina en trastornos del lenguaje. “El deterioro cognitivo es gradual, no es que se levanta un día y la persona tiene demencia. Es muy compleja y afecta todo” explica gráficamente María Giudici. La contención, tanto de la persona como del entorno es necesaria, por lo que “el sistema de salud debe poder brindar un abordaje integral”.
A pesar de todas las dificultades que presenta este síndrome, existen numerosas intervenciones que se pueden ofrecer para apoyar y mejorar la vida de las personas con demencia, la de sus cuidadores y familias. Para lograrlo, los objetivos principales de los servicios de atención son: lograr un diagnóstico precoz de la enfermedad de forma de que se posibilite un tratamiento rápido y óptimo, minimizar las alteraciones en la salud física con la identificación y el tratamiento de las enfermedades concomitantes, minimizar los efectos negativos en la cognición, detectar y tratar los síntomas conductuales y psicológicos problemáticos y proporcionar información y apoyo a largo plazo a los cuidadores a cargo de personas con Alzheimer.
María Giudici destaca un elemento muy importante al momento de hacer frente al deterioro que conlleva el Alzheimer, así como otras enfermedades de esta índole: “mantener la dignidad de la persona más allá de cualquier enfermedad que pueda tener. Y eso es algo que tenemos que tener presente cuando hablamos de la demencia. Que una persona tenga demencia no quiere decir que pierda su dignidad, ni que lo tratemos como a un niño, como si fuera chiquitito. Sigue siendo la misma persona; sigue siendo nuestro padre, madre, abuelo. Por eso hay que conocer qué hacer en cada etapa de la enfermedad, para poder acompañar a la persona”.
María Giudici logra ejemplificar mediante una anécdota de su trabajo clínico, una manifestación de la enfermedad: “Me acuerdo que una persona que tenía una demencia muy avanzada -Monona se llamaba- que tenía trastorno en el lenguaje pero si escuchaba un tango, lograba cantarlo de principio a fin”.