Joaco y una aventura segura

Materiales didácticos

El libro fue creado por encargo de la Asociación Casa Ronald McDonald al autor Leroy Gutiérrez, con ilustraciones de María Lavezzi. Apoyan: Ministerio de Salud Pública y Ministerio de Desarrollo Social.

Texto del libro:

Tati, Bruno y Vale están cansados. Lo han intentado todo, o casi todo, pero Joaco no deja de meterse en líos. Con solo cuatro años, parece un tornado. Se sube a lugares altos, toca objetos que pueden romperse y lastimarlo, y se tropieza con cuanto obstáculo se encuentra en su camino. Después de todo Joaco es chiquito, así que hay muchas, pero muchas cosas que debe aprender.

Los tres primos piensan en qué pueden hacer para ayudar a que el pequeño vecino de Bruno esté sano y salvo. De pronto, algo llama la atención de Tati. Es una caja cubierta de polvo que está sobre una repisa y que tiene un aire muy misterioso.

Vale y Tati le preguntan a Bruno qué contiene la caja, pero él solo se encoge de hombros. Según recuerda, nunca antes la había visto. Polvorienta e inesperada, la caja es cada vez más interesante. Los primos la bajan de la repisa y comienzan a limpiarla. Al quitar la capa de polvo, leen en la tapa la palabra CUIDADO. Se miran, dudan unos segundos y, con un poco de miedo, deciden abrirla.

Se quedan observando sin entender. Dentro no hay un mapa del tesoro ni una reliquia familiar, solo un cartón, una hoja de instrucciones, algunas fichas y un par de dados. ¡Es un juego!

Bruno, Vale y Tati están sorprendidos. Pero antes de que se recuperen de la sorpresa, llega Joaco, que vino con su mamá y entra corriendo en la habitación. Los cuatro miran con curiosidad el hallazgo. Despliegan el cartón y leen las instrucciones. El juego consiste en recorrer una casa superando algunos peligros y llegar a la meta sanos y salvos.

Cada uno toma una ficha y Bruno, que es muy ágil, es el primero en tirar los dados. Saca 5 puntos, recorre igual número de casillas con su ficha y llega a CUIDADO CON LAS CAÍDAS. Para evitar una caída, debe tirar los dados, sacar 6 puntos y llegar a la casilla «No te subas a lugares altos». Porque, si un niño quiere evitar caerse, debe comenzar por no subirse a lugares altos. Tira los dados y saca 6 puntos. ¡Qué suerte!

Ahora le toca tirar los dados a Vale. Saca 8 puntos y llega a la casilla NOS PODEMOS QUEMAR. Joaco la mira preocupado, pero ella no se asusta ante este riesgo. Vale tiene dos opciones para evitar quemarse. Si saca 2 puntos, podrá llegar a la casilla «No lo toques que está caliente». Y si saca 9, podrá llegar a la casilla comodín «Pedí ayuda a un adulto», útil en todas las circunstancias.

Vale tira los dados mientras todos aguantan la respiración unos segundos. ¡Uf!, ha sacado 2 puntos. Así no toca ni un termo con agua caliente, la calefacción, ni una olla y puede seguir jugando sin quemarse.

Llega el turno de Tati. Tira los dados y cuando estos terminan de girar muestran 12 puntos. Tati llega a la temida casilla PRODUCTOS TÓXICOS. En muchas casas se guardan sustancias peligrosas en frascos y botellas de refrescos, por eso los niños se confunden y ocurren accidentes.

Tati debe volver a tirar los dados y sacar 7 puntos si quiere llegar a la casilla «No bebas de una botella sin permiso». Tira los dados, pero saca 9 puntos. Todos se abalanzan para ver qué dice la casilla a la que le toca ir. Sale «Tira de nuevo». ¡Menos mal! Saca los 7 puntos y sigue jugando tranquila.

Es el turno de Joaco y el grupo de amigos tiene dudas porque parece que es un poco chico para jugar. Pero ¿y si jugar le sirve para aprender a evitar riesgos? Vale le pasa los dados y Joaco los hace rodar. Apenas saca 3 puntos. ¡Ay!, Joaco casi cae en la casilla RIESGO DE AHOGARNOS, pero por suerte cayó en la casilla «Tira de nuevo» ¡Qué susto! Para salir bien librado debe sacar 3 puntos y así llegar a la casilla «Nunca entres al agua solo», porque, cuando un niño entra al agua sin compañía y sin flotadores, corre un riesgo muy serio.

Joaco agarra los dados, sopla sobre su puño para tener suerte y los suelta. Saca 3 puntos y aprende que debe pedir ayuda a un adulto para entrar a una piscina o al mar. Joaco está supercontento. Sus compañeros de juego lo miran aliviados.

Bruno mira las casillas que tiene por delante y ve una que no le gusta nada: MORDEDURAS. Él no les tiene miedo a los perros, al contrario, es muy amigo de Tino, el perro de su abuela. Pero la mascota de un vecino es otra cosa. Para no caer en ese peligro, Bruno tiene que llegar a la casilla «No toques a un perro desconocido».

Le explican a Joaco que a los perros hay que dejarlos comer y descansar tranquilos, y que no hay que tocarlos si no los conocemos.
Tira los dados y cae en la casilla tan temida. Por suerte se trata de un juego y no lo ha mordido ningún perro, pero a Bruno igual no le gusta. Joaco le hace un mimo para animarlo.

Vale está ansiosa porque es su turno y quiere ver qué riesgo debe sortear. Toma los dados y observa el tablero. Por delante está la casilla ATRAGANTADOS. ¡Qué feo! Pero ella sabe que los niños chiquitos a veces se meten en la boca los chiches que encuentran. El problema es que se los pueden tragar. Para saltear esta casilla, Vale debe caer en «No te lleves objetos a la boca». Se prepara para tirar los dados y sus primos cruzan los dedos. Los dados ruedan, se paran y ¡salen 8 puntos! Nuevamente a salvo. Los niños gritan de emoción.

Tanta alegría llama la atención de Francisca e Isa, las mamás de Bruno y de Joaco, quienes llegan corriendo esperando encontrarse con algún desastre. Pero resulta que los niños están sentados muy tranquilos y divertidos alrededor de un juego de mesa. ¡Sin ningún peligro a la vista!

Con mucha intriga les preguntan qué están haciendo, y Bruno, Vale y Tati hablan a la misma vez sin que se entienda nada. Cuando dejan de hablar, se oye a Joaco decir alto y claro el nombre de las casillas salvadoras:

No te subas a lugares altos.
No lo toques que está caliente.
No bebas de una botella sin permiso.
Nunca entres al agua solo.
No toques a un perro desconocido.
No te lleves objetos a la boca.

Francisca e Isa se maravillan. Los primos ríen a carcajadas. Y Joaco se siente orgulloso de haber aprendido tanto. Mientras comparten una rica merienda, pregunta si pueden quedarse un rato más y seguir jugando con sus amigos.
—¡Por supuesto! —le responde su mamá. 
Ahora el primer turno le corresponde a Joaco.
¡Y vuelve a empezar el juego!

Libro adjunto.

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