Asistentes personales

Laura, Luciana y María

María tiene 95 y Luciana, su hija, 80 años. Viven juntas en Florida y, desde hace algún tiempo, Laura llegó para ayudarlas y que puedan continuar siendo independientes. Para los hijos de María y hermanos de Luciana contar con la asistencia de Laura es una gran ayuda, saben que estarán bien cuidadas.
Laura, Luciana y María a la sombra del paraíso que tienen en su patio.

En las tardes de final de verano, una de las actividades favoritas de las tres, es sentarse bajo el viejo paraíso plantado en el fondo de la casa a tomar mate dulce y jugar a las cartas. Recuerdan otros tiempos, cuando bajo ese árbol se reunía su numerosa familia para festejar la Navidad o cualquier cumpleaños.

Laura empezó como asistente personal de María y, cuando Luciana cumplió 80 años y pudo acceder al servicio, comenzó también a cuidarla a ella.

Gloria y Ariel, los otros hijos de María, trabajan y viven cerca. Las visitan cada día pero dicen que ahora, desde que Laura puede ayudarlas a levantarse, bañarse o incluso comer, han ganado mucho tiempo y tranquilidad.

“Laura es muy buena”, comenta Ariel. “Les tiene mucha paciencia y también les exige para que ellas puedan hacer las cosas por sí mismas”, explica.

“A Luciana todavía le cuesta darse cuenta de que precisa ayuda para algunas cosas” cuenta Gloria, “pero en Laura confía y deja que la asista”.

Para Laura, ser asistente personal, supuso una nueva oportunidad laboral. “Trabajaba en un residencial para personas mayores y me quedé sin trabajo. Pensaba que acá en Florida iba a ser difícil encontrar otra cosa. Un día sonó el teléfono y eran Gloria y Ariel buscando asistente personal para María. Fue hace poco más de un año pero parece mucho más tiempo”, relata.

“La entrevistamos y enseguida nos dimos cuenta de que iba a atender muy bien a mi madre. Nos decidimos al momento”, explica Gloria mientras María dice que Laura es “amorosa” y Luciana sonríe.

 

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