Trabajar con respeto y honestidad
Pese a su baja visión, Helen se maneja con soltura dentro de su casa. “Una de las cosas que solía hacer durante las 4 horas por día que paso con ella era acompañarla a los mandados” cuenta Cristina.
“Con la pandemia tuvimos que adaptarnos. Estamos siempre con tapabocas y yo me cambio los zapatos y la ropa ni bien entro a su casa” explica la asistente personal.
“Una de las cosas que más disfrutamos es cocinar juntas. También escuchamos mucha radio” relata sobre las 80 horas mensuales en las que le brinda asistencia a Helen.
Cristina trabaja como cuidadora desde hace muchos años. Estuvo durante 14 años cuidando a una vecina hasta que ingresó a un centro de larga estadía. “Como trabajaba en negro, de un día para el otro me quedé sin nada” explica.
Desocupada y sin estudios, Cristina no sabía qué podía hacer. “En el INEFOP me informaron que estaba este curso. Me daba mucho respeto volver a estudiar pero dije: Tengo que hacer algo por mi” cuenta con el mismo ímpetu con el que decidió anotarse en la capacitación de atención a la dependencia.
En cuanto terminó el curso, enseguida consiguió a su primera asistida. “Yudit, mi primera asistida, llegó en un momento muy difícil para mi y me dió vida, ganas de seguir trabajando con respeto y honestidad”, remarca Cristina.
Las asistentes personales atienden a personas en situación de dependencia severa y las ayudan a realizar las actividades básicas de la vida durante 80 horas mensuales.