Guía de Práctica Clínica para el abordaje de la conducta suicida en el Sistema Nacional Integrado de Salud
Guías
Introducción
El presente documento se deriva de una adaptación de la Guía de intervención humanitaria mhGAP (GIH-mhGAP). El manejo clínico de los trastornos mentales neurológicos y por uso de sustancias en las emergencias humanitarias de la Organización Panamericana de la Salud (2016) y tiene como fin contribuir en la toma de decisiones para la atención en salud. El cumplimiento de las recomendaciones no es obligatorio ni sustituye el juicio clínico.
La decisión final de cualquier procedimiento debe ser realizada por el equipo tratante a la luz de las diversidades de cada situación y de cada ser humano.
A nivel mundial cada año se suicidan más de 700 000 personas y, según informa la Organización Mundial de la Salud [OMS] (2023), entre el 2000 y 2019 el suicidio fue la tercera causa de muerte entre niñas y mujeres de 15 a 29 años, y la cuarta causa entre niños y jóvenes del mismo grupo etario. Según un informe de la OMS (2023), la tasa de mortalidad por suicidio a nivel mundial se ha visto descendida en un 29 % entre el 2000 y el 2019. En contraposición, en la Región de las Américas esta tasa se ha visto aumentada en un 28 % en el mismo periodo (OMS, 2023).
La investigación ha proporcionado amplia evidencia que respalda la idea de que una de las medidas más efectivas para prevenir el suicidio es ofrecer atención oportuna, de calidad e integral a las personas que presentan factores de riesgo (Zalsman, 2016; OMS, 2021).
La disparidad en el acceso a los servicios de SM especializados, incluso en países de ingresos altos, plantea desafíos sustanciales (OPS, 2023a). La brecha asistencial es un problema de índole compleja que impacta de manera significativa en la capacidad de los sistemas de salud para abordar adecuadamente las necesidades de la población (Ministerio de Salud Pública [MSP]c, 2023; OPS, 2023a). Esta problemática sumada al impacto de la pandemia de COVID-19 en el bienestar de las comunidades y especialmente en el sector salud ha llevado a que la OPS destaque la necesidad de priorizar la Salud Mental (SM) en la región.
En este contexto, el fortalecimiento del Primer Nivel de Atención (PNA) puede desempeñar un papel crucial y estratégico, reduciendo la demanda del nivel especializado y respaldando una distribución más equitativa de los recursos disponibles.
En el año 2021, la Comisión Nacional Honoraria de Prevención del Suicidio (CNHPS) publicó la Estrategia Nacional de Prevención del Suicidio 2021-2025, en la cual participó un diverso grupo de especialistas provenientes de distintos sectores de la sociedad. El objetivo de esta estrategia es abordar esta problemática desde múltiples perspectivas y desarrollar intervenciones efectivas que promuevan la prevención y el bienestar emocional en la población. Una de las acciones priorizadas es la elaboración e implementación de guías de diagnóstico y tratamientos basados en la mejor evidencia científica disponible para asegurar la calidad de la atención en el abordaje de la
conducta suicida.
El Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS ha puesto en marcha desde el año 2008 el Programa de acción mundial para superar las brechas en salud mental (mhGAP, por sus siglas en inglés). La Guía de intervención mhGAP (GImhGAP) se publicó en 2010 como parte de este programa, para abordar los trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias, dirigida a los proveedores de asistencia sanitaria general que trabajan en servicios no especializados, en particular en los países de ingresos bajos y medianos (OPS, 2016). El presente documento se basa en la adaptación a esta, en su versión para intervención humanitaria (2016).
Se recomienda como herramienta de apoyo el curso virtual “Prevención de la autolesión y el suicidio: empoderamiento de los profesionales de atención primaria de salud” de la OPS, que cuenta con una adaptación para Uruguay disponible en la plataforma virtual del MSP.
Se adjunta documento.