Entender qué son y cómo funcionan los algoritmos

“Una de las complejidades de la educación es que no solo se enseñan cosas fáciles. También, se instruyen valores, consejos y salir de situaciones humanamente muy complejas, que no son fácilmente exportables a algoritmos”, dice Cristóbal Cobo, en "La abstracción, descomposición y construcción de patrones".

Los algoritmos son una serie de instrucciones que permiten hacer y resolver diferentes operaciones. Aunque están ampliamente asociados al ámbito de la tecnología, la construcción de una secuencia de pasos para realizar una tarea, no es ajena. Ejecutar una receta de cocina, indicar una dirección, hasta pensar cómo armar o desarmar algo, todo sigue un orden, una secuencia para obtener un resultado.

La Inteligencia Artificial (IA) reúne técnicas que habilitan a un dispositivo a concretar acciones que requieren cierto nivel de razonamiento o aprendizaje. La IA utiliza algoritmos para procesar datos. Estos algoritmos permiten resolver problemas y realizar tareas complejas. Siguiendo una serie de instrucciones (como en una receta), simulan los procesos de la inteligencia humana a través del aprendizaje, el razonamiento y la autocorrección. Así transforman una información de entrada (input) en un resultado útil (output). 

La serie de comandos que una computadora utiliza para predecir la edad de una persona (output) a partir de su fotografía (input), se define mediante un algoritmo. También son algoritmos los que anticipan la respuesta antes de que terminar de escribir una pregunta en una búsqueda o los recomendados de los sitios de películas, acordes a los intereses de la persona.
Distintos sistemas y plataformas utilizados en la vida cotidiana cuentan con IA y algoritmos para “facilitar” la toma de decisiones y ofrecer, en base a lo que han aprendido, aquello que le gusta, le interesa o que tiene que ver con el estilo de vida de la persona que lo utiliza. Pero la forma en la que operan los algoritmos y el uso que las compañías hacen de esa información, genera una serie de controversias y dilemas éticos. 

Hay cierta opacidad en el funcionamiento de los algoritmos, y no sólo en el hecho de saber cómo y para qué manipulan datos. En ocasiones, estos algoritmos reproducen sesgos y prejuicios vinculados al género, la raza, la clase social, intervienen decidiendo qué personas son atractivas y cuáles no en un red social de citas o logran afectar la vida democrática de un país, como explica este clip de la BBC sobre el suceso de Facebook y Cambridge Analytica: 
 

“¿Por qué cedemos tantos privilegios a las empresas de servicios digitales para que tengan el control de nuestra vida privada?”, se pregunta Cristóbal Cobo. La información está en manos de pocas compañías, esto requiere que se comience a pensar de manera criteriosa (eligiendo qué hacer público y qué no), que se pueda poner valor a los datos (determinando cuándo compartir algo, a quién y por qué), que se acepten o refuten los términos y condiciones de los sitios web o aplicaciones (uso de cookies, registro de datos y movimientos).
 
En definitiva, ensayar la reflexión y la mirada crítica es la posibilidad de accionar en el mundo digital, habitándolo de forma segura y responsable. Las tecnologías son una oportunidad para repensar la sociedad, revisar los vínculos, los anhelos y miedos. Internet es un espacio en el que se puede escuchar la voz de cada persona e incidir en las reglas de juego del ámbito digital. Porque más allá de las pantallas, los botones, los “me gusta”, o el “visto”, lo que importa es qué se hace con la tecnología para mejorar la vida de todas las personas.  

 
Recursos relacionados con esta habilidad:

¿Quién elige lo que quiere?

En “Acepto las Condiciones: Usos y abusos de las tecnologías digitales”, Cristóbal Cobo habla “del fin de la luna de miel digital”. El autor invita a reflexionar desde una perspectiva crítica y abierta sobre las consecuencias de la masificación de las tecnologías y su impacto en las nuevas formas de poder y control de la sociedad actual.
“Sin aspirar a que cada ciudadano sea un experto en sistemas informáticos, es importante buscar que internet, que cada vez juega un papel más preponderante en nuestras vidas, deje de ser una caja negra y pueda ofrecer protocolos y prácticas más transparentes sobre qué ocurre con nuestra información. Todos estos aspectos hacen que resulte mucho más complejo hoy en día poder medir, comprender y generar acciones para reducir una brecha digital que, como decíamos, no se agota con el acceso a los dispositivos, sino que se determina por los tipos de usos que se hacen de y en internet. Suponer que este es un tema de técnicos y que la ciudadanía no tiene voz al respecto, tal como decía Sunstein, es que estamos «eligiendo no elegir» (o que otros elijan por nosotros).”

Por más transparencia y compromiso

“Es central preguntarnos cuánto sabemos los ciudadanos respecto de las decisiones que toman los algoritmos diariamente sobre nuestras vidas en América Latina. Si la respuesta es ‘poco’ o ‘nada’, tenemos una tarea pendiente a resolver. Si esa tarea implica limitar a los poderes, tendremos que establecer alianzas locales con otros actores para que las decisiones estén más en nuestras manos. De eso, finalmente, se trata la soberanía”, dice Natalia Zuazo en el artículo “Algoritmos y desigualdades” que podés consultar aquí.

Pensar la Inteligencia Artificial responsable: una guía de deliberación

UNESCO desarrolló un material para desatar la conversación respecto de la Inteligencia Artificial y las repercusiones que tiene en la vida de las personas. En esta guía se acerca el tema y se ofrece una serie de recursos, casos y propuestas para iniciar la conversación sobre el tema y reflexionar por qué la forma en que la tecnología impacta en la sociedad es un tema que convoca a todas las personas. Aquí se puede descargar la guía en español.

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