Plan Nacional de contención de la Resistencia Antimicrobiana de Uruguay

2. Introducción

 

Los antimicrobianos engloban a las sustancias antibióticas, antivirales, antifúngicas y antiparasitarias y gracias a ellos se han salvado millones de vidas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Las bacterias resistentes a los antimicrobianos son capaces de transferir su capacidad de generar resistencia a otras bacterias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Existen procedimientos médicos que dependen de la efectividad de los antimicrobianos: cirugías, quimioterapia, trasplantes, diálisis renal, etc.

 

Términos como ‘infecciones hospitalarias’, ‘infecciones asociadas al cuidado de la salud’ o ‘infecciones adquiridas en la comunidad’ son cada vez más comunes.

 

 

 

 

 

 

 

Las bacterias resistentes a los antibióticos se propagan por consumo o por contacto con personas, animales, alimentos o el medio ambiente que porta esas bacterias.

 

 

 

 

 

 

 

La OMS en 2008 crea el AGISAR, grupo de expertos científicos en RAM.

 

 

 

 

 

 

 

 

En 2010 la OMS, la OIE y la FAO generaron una Alianza Tripartita a escala mundial.

La OMS crea el Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicro-bianos, conocido como GLASS.

 

La OIE trabaja en el desarrollo de una base de datos mundial sobre el uso de antibióticos en animales.

 

El Codex Alimentarius crea un Grupo de Trabajo Inter

Gubernamental para desarrollar una estrategia estructurada y a largo plazo.

La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es un problema de salud pública mundial. La RAM ocasiona un aumento de la mortalidad, de la morbilidad y del gasto en salud. Se trata de un fenómeno global, que se ha agravado en las últimas décadas por el uso inadecuado de los antimicrobianos en medicina humana y veterinaria, la falta de medidas de prevención y control de las infecciones asociadas a la atención de salud y la ausencia de desarrollo de nuevos antimicrobianos.

Los antimicrobianos son sustancias naturales, semisintéticas o sintéticas, que a bajas concentraciones inhiben el crecimiento o provocan la muerte de ciertos microorganismos. Es por ello que se utilizan en salud humana y animal con fines preventivos o terapéuticos. Existe un tercer uso que es como promotor del crecimiento en animales. Esta práctica y los tratamientos preventivos de exposición prolongada a bajas dosis, son cada vez más desestimulados a nivel global, ante el descubrimiento de que favorecen la RAM (OMS 2017).

La RAM es el fenómeno por el cual un microorganismo deja de ser afectado por un antimicrobiano, al que anteriormente era sensible. Se produce en forma natural, como una medida de adaptación al medio de los microorganismos. Si bien todos tienen la capacidad de desarrollar resistencia para sobrevivir, el mayor impacto sobre las posibilidades terapéuticas actuales ocurre especialmente en las bacterias.

Algunos antimicrobianos son utilizados tanto en la salud animal como en la salud humana. Dentro de este grupo hay una lista de antimicrobianos denominado ‘críticos’ para la salud humana porque son los únicos o unos de los pocos disponibles para determinados tratamientos terapéuticos y es por ello esencial preservar su efectividad (OMS 2017).

El efecto de toda esta problemática se traduce en que ciertas sustancias antimicrobianas están siendo cada vez menos efectivas en el tratamiento de enfermedades infecciosas. Se vienen constatando en cada vez más países casos de multirresistencia (resistencia a más de tres antimicrobianos), resistencia extrema (resistencia a la mayoría de los antimicrobianos) y panresistencia (resistencia a todos los antimicrobianos existentes).

A su vez, la asociación de dos o más antibióticos puede generar resistencia cruzada entre ellos, aun cuando luego sean retirados (Mestorino 2017). Todo esto ha generado una alerta a nivel mundial que ha posicionado a los antimicrobianos como Bienes Públicos mundiales (OIE 2016).

El riesgo más grande para la salud de los consumidores que implica la utilización de antimicrobianos en animales no está dado por los residuos en los alimentos (riesgo químico), sino por el posible desarrollo y/o transmisión de bacterias resistentes desde los mismos animales a través de los alimentos. Alineado con esto, los mercados internacionales han incrementado su preocupación sobre la transmisión de bacterias resistentes (o factores de resistencia) a través de los alimentos importados.

Pero además de la posible transmisión de bacterias con genes resistentes de animales a humanos, se ha constatado el proceso inverso denominado humanosis (Mestorino 2017). Ambas vías solo potencian el incremento de la prevalencia de bacterias resistentes. En la siguiente figura se muestra un ejemplo de cómo se puede propagar la RAM entre humanos, animales y el ambiente en este caso por el uso de antibióticos.

Figura 1. Principales caminos de diseminación de RAM vía uso de antibióticos.

Fuente: CDC 2013 traducido por Bugarel 2017.

Debido al uso excesivo, inadecuado e inapropiado de los antimicrobianos y a la mala gestión de los tratamientos en la salud humana y animal, se ha acelerado drásticamente la aparición y la difusión de la RAM en humanos, animales y en el ambiente.

Sobre el medio ambiente, se ha constatado científicamente a nivel global que es el principal reservorio de bacterias con resistencia adquirida y de genes que codifican mecanismos de resistencia (Lazovski 2017). La mala gestión de los efluentes y la ecotoxicidad en los suelos solo ha contribuido en este proceso. Existen también vectores de transmisión como aves e insectos que contribuyen en la propagación de la RAM.

Entre las consecuencias de la RAM figura la incapacidad de tratar las infecciones con buenos resultados, lo que conlleva una mayor mortandad, el aumento de la gravedad o la duración de las enfermedades, las pérdidas de productividad, y la reducción de los medios de vida y la seguridad alimentaria. Los efectos indirectos de la RAM incluyen el aumento de los costos de los tratamientos y la atención de salud.

Respuesta a nivel global

Ante la magnitud del problema, en los últimos años se ha generado un gran movimiento de la comunidad internacional.

En 2015, durante la 68ª Asamblea Mundial de la Salud se aprobó en la OMS el ‘Plan de acción mundial sobre la resistencia a los antimicrobianos' con cinco objetivos estratégicos: 1) mejorar la concienciación y la comprensión con respecto a la resistencia a los antimicrobianos; 2) reforzar los conocimientos a través de la vigilancia y la investigación; 3) reducir la incidencia de las infecciones; 4) utilizar de forma óptima los agentes antimicrobianos; y 5) preparar argumentos económicos a favor de una inversión sostenible que tenga en cuenta las necesidades de todos los países, y aumentar la inversión en nuevos medicamentos, medios de diagnóstico, vacunas y otras intervenciones (OMS 2016).

Conscientes de la importancia fundamental del abordaje conjunto que el problema requiere, en ese mismo año los órganos máximos de la FAO y la OIE respaldaron este documento. Los países acordaron informar los progresos realizados en la aplicación del Plan de Acción Mundial.

En el año 2016, en la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, los Jefes de Estado se comprometieron a adoptar una estrategia de amplio alcance y coordinada para abordar las causas fundamentales de la RAM en múltiples sectores, en especial en la salud humana, la salud animal y la agricultura. Se comprometieron también a endurecer la regulación de los antibióticos, a mejorar el conocimiento y la concienciación, promover las mejores prácticas, además de fomentar enfoques innovadores utilizando alternativas a los antibióticos y nuevas tecnologías para el diagnóstico y las vacunas.

A nivel mundial, algunos países se encuentran trabajando en el diseño de sus planes de acción nacionales contra la RAM y otros resultan pioneros en la implementación de las medidas.

A nivel regional, el Comité Veterinario Permanente (CVP) integrado por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay busca generar una estrategia de alcance regional.

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