Plan Nacional de Género en las Políticas Agropecuarias

Prólogo

Como Vicepresidenta de la República me satisface enormemente recibir este completo y necesario informe, el Plan Nacional de Género para las Políticas Agropecuarias.

Este camino me llevó a conocer en profundidad al medio rural de nuestro país y, naturalmente, me acercó a muchas mujeres y a sus sistemas productivos, mujeres sumamente comprometidas con sus familias, inquietas en la  búsqueda del mejoramiento de su entorno. Mujeres emprendedoras, constantes y aguerridas, que incontables veces y de muchas maneras no son justamente reconocidas en su labor.

No es justo que sean quienes tengan menos acceso a la tierra, menos oportunidades, menos reconocimiento y menos remuneración por su trabajo. Para ellas es injusta la precarización, algo que deviene en la emigración del medio rural de mujeres y de familias enteras. En defnitiva, injusto para el país.

Un país, cuya idiosincrasia y acervo cultural es el campo, no puede permitirse estas pérdidas. Un país con el motor de la economía puesto en sus cadenas agropecuarias, mucho menos.

En conversaciones con equipos de mujeres que trabajan en el sector agropecuario notamos que las políticas públicas, que se dicen descentralizadas, hasta ahora se proyectaban desde escritorios, quedando el centralismo capitalino muy patentado en las mismas. Es por esta razón que celebro la creación del Plan Nacional de Género para las políticas agropecuarias, una inquietud que sale al encuentro para la identifcación de problemáticas de mujeres, pero las busca de primera mano, en su cerno. Una idea colectiva que abarca miradas profesionales, trabajadoras, precarizadas, técnicas, jóvenes, no reconocidas, institucionalizadas, que producen, de todas las cadenas agropecuarias del país y es capaz de hacerlas confluir en un proyecto cuya esencia es la participación y la descentralización.

Los objetivos son bien claros: la independencia y empoderamiento de mujeres rurales y mujeres en el medio rural, porque solo así lograremos disminuir las brechas e inequidades de género que hoy son la regla de un sector rural masculinizado.

Además de los cambios directos, tangibles y cuantifcables, hay cambios de paradigma en el autopercibimiento del rol de cada una en su entorno, como trabajadoras rurales, como productoras rurales y como técnicas. El fortalecimiento de ese rol, que debe ser protagónico en la toma de decisiones, afectará benéfcamente los sistemas productivos y al país posteriormente.

Finalizando, felicito el trabajo interinstitucional mancomunado entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y toda la institucionalidad pública agropecuaria nacional (INIA, INAC, INALE, INASE, INAVI, INC e IPA), quienes lograron materializar el Plan Nacional de Género.

El siglo XXI no admite la contraposición de los temas de mujeres y hombres; como construimos comunidad, debemos de construir las políticas públicas que nuestros tiempos nos exigen.

Beatriz Argimón
Vicepresidenta de la República

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