Estrategia Nacional de Ciudadanía Digital para una Sociedad de la Información y el Conocimiento. Uruguay 2024-2028

Introducción

A tres años de la creación e implementación de la primera Estrategia de Ciudadanía Digital en Uruguay, elaborada por el Grupo de Trabajo de Ciudadanía Digital (GTCD) previa consulta pública, se publica esta nueva versión que busca dar respuesta a los actuales desafíos para el ejercicio de la ciudadanía en el entorno digital.

Según el informe 2022 de la Encuesta de Uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación, el acceso a internet en los hogares del país continúa creciendo. El 91% de los hogares cuenta con algún tipo de conexión a internet. El 90% de las personas de 14 años y más son usuarias y el 83% utilizan internet diariamente. Este crecimiento se dio principalmente entre las personas de 65 años y más, y las personas de nivel educativo bajo. A pesar de este aumento, aún persisten diferencias en el uso y en el nivel de habilidades digitales de las personas. Estas diferencias se evidencian principalmente entre las personas más jóvenes y de mayor edad (a favor de las más jóvenes) y entre las personas de menor y mayor nivel educativo (a favor de las personas que cuentan con mayor nivel educativo). 

A su vez, según el informe Sector TIC en Uruguay de Uruguay XXI, es un país que en los últimos años ha venido forjando una identidad en torno a lo digital y su inserción en el ámbito internacional, tanto en materia de producción y exportación de tecnología, pero también como actor que desarrolla activamente políticas públicas y de Innovación y desarrollo en estas áreas. 

El advenimiento de tecnologías emergentes y disruptivas, como la inteligencia artificial generativa, y la rapidez con la que se desarrolla y retroalimenta el ciclo entre datos, algoritmos y plataformas, establece la necesidad de reconocer que las tecnologías no son neutrales ni inocuas, y que es preciso garantizar a la población el acceso a la información sobre sus impactos positivos y negativos.

En este sentido, es relevante identificar que los datos no son registros neutros, los algoritmos no son procesamientos técnicos de datos neutrales y las plataformas no son meras mediaciones para hacer cosas en línea, como suele sostenerse. (Costa, 2021)

Los impactos que pueden surgir en el contexto de desarrollo de tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial (IA) van más allá de lo individual, abarcando efectos colectivos y sociales. Es decir, se puede hablar de impactos sistémicos de muchas de estas tecnologías digitales. Por ejemplo, los vinculados a sus efectos en el futuro de los trabajos y la democracia como elementos claves.

Por tanto, se hace necesario incorporar un enfoque de análisis de estas tecnologías que aborde sus múltiples consecuencias en la sociedad en general, teniendo en cuenta que con frecuencia es el carácter generalizado, repetitivo o acumulativo de la práctica lo que puede hacerla perjudicial desde una perspectiva social. (Smuha, 2021)

En este sentido, se puede establecer una analogía, por ejemplo, con el impacto ambiental, que abarca una dimensión social que no siempre puede reducirse a un daño individual demostrable. Es decir, se puede hablar de impactos sistémicos del deterioro del medio ambiente, de los cuales las tecnologías digitales son responsables y también potenciales proveedores de respuestas a muchos de estos desafíos.

Parte de estas transformaciones actuales que vive la sociedad uruguaya y el mundo, se encuentran también dadas por las transformaciones en los sistemas productivos y la datificación. La llamada cuarta revolución industrial no es sólo un cambio en las formas de producción y de generación de mercados. También implica transformaciones sustantivas en las sociedades que deben poder ser comprendidas por parte de todos los actores involucrados, incluyendo a la ciudadanía en su conjunto. (Lavopa; Delera, 2021)

Asimismo, el acelerado proceso de concentración de la actividad del entorno digital en reducidas plataformas privadas, que lideran y establecen sus propias reglas y compiten por la atención de más de la mitad de la población mundial (que es la que tiene acceso a internet en la actualidad, 60% según el informe Internet en Our World In Data), implica un desafío para el ejercicio democrático y la soberanía de los países, según el informe, El papel de las grandes plataformas de internet y su impacto sobre la libertad de expresión y la deliberación pública. 

A su vez, es necesario reconocer que el desarrollo tecnológico es capaz de generar nuevos y mayores alcances en los espacios de participación social y política; de potenciar la autonomía de las personas y permitir el acceso a poblaciones y culturas diversas; de fomentar la creatividad y los desarrollos colaborativos; y de propiciar el ejercicio de una ciudadanía plena. En este sentido, es clave promover y garantizar el desarrollo de ciertas habilidades capaces de generar estos potenciales impactos positivos.

Por otro lado, hay que entender que el ejercicio de la ciudadanía y el funcionamiento del entorno digital involucra tanto obligaciones de los Estados, como responsabilidades del sector privado, la sociedad civil organizada, los organismos internacionales, la academia y la ciudadanía en su totalidad. Conjuntamente con el reconocimiento de estas responsabilidades, estos actores deben poder participar de la creación de políticas relacionadas con el entorno digital. (CIDH. RELE, 2017, párrafos 96 y 97) (Especial Libertad de Opinión, 2018, Párrafo 19)

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