Romper Barreras: Construir Accesibilidad

En un mundo donde el turismo forma parte de una vida activa y plena, surge una pregunta esencial: ¿están realmente preparados nuestros entornos y servicios para recibir a todas las personas en igualdad de condiciones? Pensar en turismo accesible es pensar en autonomía, seguridad e inclusión. Pero para llegar a ello, primero debemos comprender qué implica vivir con una discapacidad y por qué la accesibilidad transforma no solo los espacios, sino también las oportunidades de quienes los habitan y los visitan.
Generalmente, se tiene la percepción de que una persona con discapacidad es aquella que usa una silla de ruedas de forma permanente, que presenta una sordera total o una visión completamente reducida. Sin embargo, la discapacidad abarca una realidad mucho más amplia y diversa.
Se considera que una persona tiene una discapacidad cuando presenta una alteración funcional permanente o prolongada, ya sea física (motriz, sensorial, orgánica o visceral) o mental (intelectual y/o psíquica), que implique dificultades considerables para su integración familiar, social, educacional o laboral.
En nuestro país, según datos del Instituto Nacional de Estadística, alrededor de 231.000 personas, es decir, el 6,6% de la población, viven con algún tipo de discapacidad, sea leve, moderada o severa.
La accesibilidad universal es un punto clave. Aunque su definición puede variar, en esencia se refiere a la posibilidad que tiene cualquier persona, con o sin dificultades de movilidad o percepción sensorial, de comprender un espacio, integrarse en él e interactuar con sus contenidos. El acceso universal es la condición necesaria para que los entornos, procesos, bienes, productos y servicios puedan ser utilizados por todas las personas de la manera más autónoma, segura y cómoda posible. Esto implica eliminar barreras físicas, comunicacionales y tecnológicas para garantizar la participación plena y el ejercicio de derechos en igualdad de condiciones.
Un entorno accesible promueve la igualdad, permitiendo que las personas con discapacidad participen plenamente en la vida social, económica, cultural y política; mejora su calidad de vida, facilitando la autonomía, la independencia y el bienestar; genera espacios más seguros y funcionales, beneficiando también a familias con cochecitos, personas mayores o quienes enfrentan limitaciones temporales; y fomenta la inclusión, construyendo una sociedad más justa, donde la diversidad es valorada y tenida en cuenta en el diseño de los espacios y los servicios.
Turismo accesible: una visión necesaria
Viajar, descubrir destinos y disfrutar del ocio no debería ser un privilegio reservado para unos pocos, sino un derecho que todas las personas puedan ejercer. El turismo accesible no se trata únicamente de colocar rampas o adaptar un baño: es una visión integral que garantiza que toda la experiencia —desde la búsqueda de información, la reserva, el transporte, el alojamiento, los recorridos y las actividades— sea inclusiva, comprensible y usable por cualquiera.
Para el Ministerio de Turismo, trabajar por la accesibilidad turística no es solo una responsabilidad institucional, sino una prioridad estratégica. Cada acción orientada a eliminar barreras, mejorar infraestructuras, capacitar a los actores del sector y garantizar información clara y accesible, representa un paso concreto hacia un turismo más inclusivo. Estas iniciativas no solo amplían las oportunidades para las personas con discapacidad, sino que fortalecen la calidad y competitividad del destino, promueven buenas prácticas y consolidan un modelo turístico que pone a las personas en el centro.
¿Qué permite el turismo accesible?
Participación en actividades culturales, recreativas y turísticas, fundamentales para una vida activa y significativa.
Autonomía y seguridad al viajar, gracias a servicios y entornos diseñados para todos.
Impacto económico positivo, ya que un destino accesible atrae a más visitantes y se posiciona como referente.
Promoción de destinos más amigables, empáticos y humanos, donde se reconoce y respeta la diversidad de capacidades.
Construir un país accesible es una tarea colectiva, y desde el turismo podemos marcar la diferencia hoy. Cada rampa instalada, cada señal accesible, cada servicio adaptado y cada acción formativa abre puertas reales. Que ninguna persona tenga que pedir permiso para participar, disfrutar o viajar; que nadie quede afuera por una barrera que podría derribarse.
Desde el Ministerio de Turismo y desde el Grupo de Accesibilidad Turística (GAT), reafirmamos nuestro compromiso de seguir avanzando hacia un modelo donde viajar sea un derecho y no un privilegio, y donde cada persona pueda recorrer nuestro país con libertad, dignidad y seguridad. La accesibilidad no es el futuro, es el camino que elegimos transitar ahora, porque la inclusión no se declara: se practica.
