Exposición de Motivos

3.2. Sector externo

La inserción internacional de la producción uruguaya

Uruguay ha experimentado un cambio en su perfil exportador en la última década y media. De acuerdo a datos proporcionados por Uruguay XXI, las exportaciones de bienes alcanzaron algo más de US$ 9.000 en 2018. En el perfil exportador de bienes predomina el sector agroindustrial, donde se perciben avances sustanciales en la incorporación de innovación, tecnología y recursos humanos calificados en la producción de los bienes agropecuarios exportados. El importante crecimiento de los bienes agroindustriales, dio oportunidad de desarrollo a industrias conexas como la de sustancias químicas para el agro (fertilizantes) y los aceites vegetales, entre otras.

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Por su parte, en estos 15 años varias industrias han conseguido expandir sus exportaciones logrando incrementar sustancialmente su volumen de ventas. En este sentido, se destacan los productos farmacéuticos, concentrados de bebidas, productos plásticos, aceites, vehículos y autopartes.

En materia de destinos, Uruguay coloca casi un tercio de sus exportaciones en los países desarrollados (Europa y EE.UU.), otro tercio en el mercado asiático, un cuarto en la región y el resto en otros mercados. Esta diversidad de mercados de exportación, con muy diferentes niveles de ingreso y condiciones de acceso, ha permitido resistir de mejor forma que en el pasado las crisis puntuales, como la de 2009 en los países desarrollados y episodios como los que atraviesan Argentina y Brasil desde 2015.

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Por otra parte, Uruguay se incorporó plenamente a la dinámica de exportación de servicios, en particular los no tradicionales que son además aquellos que incorporan mayor valor agregado.

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Dentro de éstos últimos distingue un sub-grupo que surge del off-shoring que refiere a la decisión de las empresas de deslocalizar una actividad o proceso y transferirla al extranjero, que son a su vez los servicios que usualmente se conciben como Servicios Globales de Exportación. La importancia creciente de estas actividades se cimienta en algunos sectores clave anclados en las fortalezas que ofrece el país para el desarrollo de sus negocios y existe gran cantidad de empresas que exportadoras, con marcada heterogeneidad en cuanto a tamaño, empleo y facturación.

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Al analizar los servicios exportados hacia los principales destinos se observan patrones diferentes. Hacia Estados Unidos se exportan en mayor medida servicios TICs y servicios financieros, a los países de la región – Brasil y Argentina – predominan los servicios empresariales de apoyo, y las exportaciones a Europa comprenden en gran medida servicios profesionales y técnicos y actividades financieras. Esta configuración de destinos permite una diversificación de los mercados de exportación. En el caso de este tipo de servicios, a diferencia de los bienes, el peso del mercado asiático es mucho más reducido mientras que los países desarrollados ganan participación.

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En otro orden, en la última década Uruguay se posicionó como uno de los principales receptores de Inversión Extranjera Directa (IED) de la región, detrás de Chile, Costa Rica y Perú. La existencia de un entorno institucional que propicia la inversión y el buen desempeño económico explican los importantes flujos de IED.

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Debe destacarse que la IED favorece la introducción de avances tecnológicos y mejoras en procesos productivos, produciendo efectos derrames hacia el resto de la economía. Ejemplo de ello es la transformación experimentada por el sector agrícola en la última década, donde las inversiones extranjeras introdujeron nuevas prácticas productivas y empresariales e innovaciones que luego fueron adoptadas por los productores uruguayos lo que redundó en un importante aumento de la productividad del sector.

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Otro ejemplo relevante es el sector forestal. A partir de una normativa que incentivó la inversión en la primera etapa de la cadena, se crearon las condiciones para que se desarrollaran nuevas actividades con mayor valor agregado. La participación de grandes empresas extranjeras, en especial en la etapa de transformación química de la madera, lograron transformar el sector.

Cierre 2018

En 2018 la economía uruguaya registró un déficit en Cuenta Corriente y de Capital de US$ 342 millones (0,6% del PIB), lo que implicó un deterioro de 1,4 p.p. respecto de 2017, cuando se verificó un superávit de 0,8% del PIB. El cambio de signo en el resultado por transacciones corrientes de la economía se produjo como consecuencia de un incremento de las importaciones de bienes, un menor resultado superavitario en la cuenta de servicios (aumento de importaciones y caída de las exportaciones) y el aumento del déficit del Ingreso Primario del Sector Público. Si bien el resultado negativo del Ingreso Primario del Sector Privado fue mayor en 2018, a raíz de mayores utilidades remitidas al exterior por parte de las empresas de Inversión Extranjera Directa, ello fue compensado por un incremento en las exportaciones netas de compraventa de dicho sector, por lo que no tuvo un impacto significativo en el saldo en Cuenta Corriente.

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En lo que refiere a la diferencia existente entre el ingreso disponible y el gasto de la economía por sector institucional, se aprecia por una parte, una disminución del desequilibrio del Sector Privado y un aumento del referente al Sector Público con respecto a 2017, si se excluye el efecto provocado por el aumento extraordinario en los ingresos del BPS provocado por el denominado efecto de la ley 19.590, denominada de los "cincuentones”, de acuerdo a lo que se detalla más adelante en este documento.

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