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Patrimonio cultural inmaterial del Uruguay en tiempos de cuarentena

Un panorama de las manifestaciones que hacen parte del patrimonio cultural inmaterial en tiempos de cuarentena.
payadores de Tala, Canelones 2019

Los efectos del aislamiento preventivo sobre las prácticas culturales de la región son evidentes, en especial, por su naturaleza social. Sin embargo, estas prácticas y sus portadores han encontrado caminos de resistencia y resiliencia. La antropóloga uruguaya Leticia Cannella, Directora del Departamento de PCI, Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación del Ministerio de Educación y Cultura, de Uruguay, nos comparte este artículo en el que nos muestra un panorama de las manifestaciones que hacen parte del patrimonio cultural inmaterial de su país, en tiempos de cuarentena.

El efecto del coronavirus sobre el patrimonio cultural inmaterial (PCI) del Uruguay es difícil de evaluar durante este proceso tan inesperado como vertiginoso. Sin embargo, si la cultura siempre se refiere al cambio, en estos momentos los mismos se aceleran. El aislamiento necesario para combatir el virus, es un factor clave que afecta las prácticas culturales definidas esencialmente por ser saberes compartidos y practicados en encuentros sociales. En nuestro inventario de PCI publicado por la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación (CPCN) en noviembre de 2019, se enumeran las prácticas que hemos empezado a trabajar con las comunidades, siendo algunas de ellas a las que me referiré a continuación.

Nuestro país se encuentra en emergencia sanitaria y cuarentena desde el 13 de marzo del 2020. Esto ha afectado el PCI por la situación de aislamiento de sus portadores, aunque no sabemos a ciencia cierta cuánto, cómo y si hay espacios geográficos en que esto se da con mayor intensidad que en otros. Sin embargo, algunos datos que estamos recabando, nos muestran ejemplos de resistencia a la vez que resiliencia frente a los cambios sociales impuestos por la necesidad de contribuir al control sanitario.

El arte de la payada, declarado PCI del Uruguay y del MERCOSUR, consiste en el arte de improvisar un texto acompañados por una guitarra en contrapunto entre dos o más payadores. Éstos actúan regularmente en fiestas gauchas y otros eventos. En este nuevo contexto su afectación en lo laboral es importante ya que está prohibido todo tipo de espectáculo. As u vez el arte en sí, que se caracteriza por el contrapunto, no se puede generar si el payador está solo. Sin embargo, algunos de ellos recurren a otros medios para divulgar su arte, aunque más no sea su capacidad creativa de improvisación. En primer término, algunos payadores que tenían habitualmente programas radiales donde divulgaban su práctica continúan con esta actividad. La radio es muy escuchada en Uruguay y por lo tanto es un medio eficiente para volver a revivir payadas grabadas en fiestas criollas. Hoy este canal de comunicación se redimensiona en la crisis como ámbito de PCI. Por otra parte, algunos payadores jóvenes hacen uso de Instagram o Facebook para divulgar videos con improvisaciones en solitario. Por ejemplo, Joaquín Rodríguez, un payador de 13 años, alumno del Taller de Payadores del Uruguay, colgó en Instagram una improvisación escrita por él sobre el corona virus cuya primera estrofa dice:

“Familia gaucha y amigos,

si de cuarentena hablamos,

entre todos nos cuidamos,

combatiendo al enemigo,

que hoy al pueblo da castigo”

 

Este video a su vez, el Dpto. de PCI de la CPCN lo envió a su grupo de whatsapp denominado La Payada Patrimonio, creado en el 2018 con el fin de estar en contacto con esta comunidad dispersa en todo el territorio nacional. Allí habitualmente divulgamos noticias y comunicados de interés para los payadores. Hoy, también este canal de comunicación resulta óptimo para estimularlos en este especial período.

Otras prácticas musicales vinculadas al espectáculo inventariadas como PCI sufren por la crisis sanitaria. Los Coros de Durazno por ejemplo, fueron afectados al inicio de su período de ensayos en marzo, luego de la temporada de vacaciones de verano. Nos referimos a los coros de las escuelas de educación primaria, de la tercera edad y grupos independientes. Por las consultas que hemos realizado no ha habido en estas comunidades artísticas iniciativas de ensayos o actividad por una vía a distancia. En Montevideo, sin embargo, el coro del SODRE (Servicio Oficial de Difusión, Representaciones y Espectáculos), lanzó una canción por las redes sociales donde se editaron las diferentes voces de los coreutas que cantaban desde sus casas cumpliendo el aislamiento. La falta de disponibilidad técnica para el registro y edición de audio e imagen, la característica comunitaria esencial de la práctica coral y su falta de hábito de implementar otras vías de reunión afecta a los coros de Durazno y seguramente a la mayoría de los coros del país.

Otra práctica que merece mención es el sistema cultural de la yerba mate, que estamos trabajando como PCI del MERCOSUR. En nuestro inventario referimos:

“Los habitantes del Uruguay han conservado y transmitido de generación en generación las virtudes del consumo de la yerba, así como la práctica social y ceremonial de tomarlo en ronda, en la llamada rueda del mate. Esta práctica es parte de las estrategias de integración social de los individuos desde su juventud. El matear juntos genera un ámbito propicio para compartir situaciones de la vida cotidiana divertidas o trágicas, extraordinarias o habituales… La rueda del mate provee al individuo de códigos de socialización ya que allí se aprende el respeto a las reglas del consumo, a esperar su turno, el cuidado hacia el otro en el traspaso del mate con agua caliente de mano en mano y a las pausas o decisiones del cebador, etc.” (L. Cannella, O. Picún, 2019).

Resulta evidente la imposibilidad de continuar con esta característica esencial del PCI que genera el entorno del mate. Si bien el compartir entre dos o más personas el mismo mate ya estaba visto por la medicina y por algunos consumidores como un riesgo sanitario, hoy esta preocupación toma una dimensión aún mayor. Las indicaciones del ministerio de Salud Pública del Uruguay señalan específicamente que no se debe compartir el mate. El mate hoy se vuelve una bebida individual y una práctica intradomiciliaria, contrapuesta al mate compartido en espacios públicos gracias al uso del termo, típico de los mateadores uruguayos, que caracterizaban nuestro paisaje humano. No es menor el dato que en las noticias de los informativos se menciona que la policía ha invitado a dispersarse a jóvenes que tomaban mate en espacios públicos en tiempos de cuarentena. La práctica del tomar mate en ronda y compartido es una práctica cultural muy arraigada en nuestro país y deberemos evaluar, una vez pasada la crisis sanitaria, como se reintegra este PCI a la vida cotidiana de los espacios públicos de la comunidad nacional y si presenta nuevas dimensiones culturales. Es de destacar, algunos “memes” o mensajes de whatsapp que refieren con humor a los problemas de la práctica del consumo del mate fuera del domicilio. Los humoristas anónimos proponen a través de imágenes como integrar el mate dentro del tapabocas generando una situación hilarante. El humor cumple así la función de distender la tensión social que se genera en torno a la práctica por las medidas sanitarias.

Algunos saberes artesanales como el tejido en 5 agujas y la guasquería (artesanía realizada en cuero crudo originada en el periodo gaucho y asociada al trabajo con el ganado y al uso del caballo), también referidos en el inventario, tienen una problemática diferente a las anteriores. Ésta son prácticas esencialmente individuales, realizadas al interior del domicilio del artesano o artesana. En el caso del tejido en 5 agujas, su comercialización ha sido extremadamente baja en las últimas décadas por lo que los problemas de acceder al mercado no son significativos. Por el contrario, en esta práctica esencialmente vinculada al género, el hecho de que las mujeres se queden en casa podría estimular el aprendizaje de técnicas de tejido tradicionales o la actividad artesanal en general. Sin embargo, para los guasqueros, la comercialización de los productos en cuero crudo destinados a los aperos del caballo y el trabajo de campo, se han visto seriamente afectados por la suspensión de las fiestas gauchas, mercado por excelencia de estas piezas artesanales. Por otra parte, los guasqueros que trabajan por encargo, sólo se verían perjudicados fundamentalmente por la crisis económica general que afecta al país.  El manejo de ventas de piezas de guasquería en línea   no está muy divulgado entre esta comunidad, por lo que podría ser visto como un factor de riesgo que al menos, transitoriamente, afecta este PCI.

En definitiva, los portadores de las prácticas del PCI sufren la crisis sanitaria y las consecuencias sociales y económicas que traen aparejadas, pero no sabemos la dimensión de los cambios y o de las permanencias que se generarán en cada una de estas comunidades de portadores. Una línea de reflexión podría ser que, en Uruguay en algunos casos como el de los payadores, a pesar de ser una comunidad dispersa, enfrenta las crisis con mejores estrategias de salvaguardia por que ya tenían canales de comunicación preexistentes. Es así que la payada, sigue cumpliendo su función social y cultural histórica e identitaria a través de canales de comunicación como la radio, televisión y redes sociales. En ellos no sólo se divulgan viejas payadas, sino que los payadores improvisan sobre el tema que domina hoy la opinión pública promoviendo la reflexión. Por otro lado, los coros de Durazno, que tenían como estrategia fundamental los ensayos presenciales y las presentaciones públicas, les es más difícil generar rápidamente canales de comunicación durante la crisis.  Por su parte, las tejedoras en 5 agujas y los guasqueros, deberá estudiarse hasta donde su práctica se vio beneficiada por el tiempo de reclusión de las artesanas y artesanos que pueden dedicar mayor tiempo a la práctica en el domicilio y hasta donde   perjudicada por su escasa comercialización.

Los procesos del PCI en tiempos del coronavirus son fundamentalmente un desafío, tanto para las comunidades de portadores como para los equipos técnicos, en cuanto a cómo trabajar para que la distancia física no sea un obstáculo insalvable durante la crisis sanitaria. Esto depende de las habilidades de los distintos actores en el manejo de las redes sociales y otros canales alternativos de comunicación. Asimismo, también dependemos de nuestra mayor o menor capacidad de adaptación al nuevo contexto social.

El aislamiento que nos impone la crisis sanitaria por el coronavirus puede ser un factor de riesgo o una oportunidad de aprendizaje para acelerar la búsqueda de nuevas estrategias sociales que nos permita compartir prácticas culturales que, sin suplantar las tradicionales, se sumen a contribuir en un momento extraordinario o habitual a la salvaguardia del PCI.


Escrito por:
Antropóloga Social Leticia Cannella
Dir. del Dpto. de PCI de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación

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