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Sodre realizó conversatorio sobre la vida de Adela Reta

Las palabras “justa”, “éticamente perfecta”, “humanista”, “trabajadora”, “humilde”, “generosa”, se reiteraron en cada uno de los testimonios de quienes la conocieron profundamente y trabajaron con ella.
Participantes del conversatorio sentados en sillas en el escenario de la sala.

El conversatorio dio cuenta sobre su personalidad, su cotidianeidad y sus valores, a través de conceptos y anécdotas que relataron los participantes: el expresidente de la República, Julio María Sanguinetti, el Comisionado Parlamentario para el Sistema Penitenciario, Juan Miguel Petit, la directora de cultura de la Intendencia de Montevideo, María Inés Obaldía, moderado por la subsecretaria de Educación y Cultura, Ana Ribeiro y presentado por la vicepresidenta del Sodre, Adela Dubra, con el aporte también de la bailarina Graciela Figueroa, el actor Juan Jones, la escribana Silvana Pagliaro y Germán Reta, familiar de Adela Reta.

La actividad realizada en el Auditorio Nacional del Sodre que lleva su nombre fue una evocación de Adela “en clave de cercanía, porque el personaje se lo merece y el lugar también”, como dijo Ana Ribeiro, quien describe a Reta como una “transgresora y con el talante y talento suficiente en un momento en el que las mujeres estaban llamadas a llevar bonitos vestidos y sombreros y una condición amable de acompañamiento al varón”.

Adela Reta tenía entre 60 y 70 ahijados, niños, adolescentes y jóvenes a los que cobijó y aconsejó desde la presidencia del Consejo del Niño (actualmente INAU), contó Ribeiro. “Llevaba carteritas tipo baúles y dentro todos sabían que había recursos de dinero” para ellos, quienes tenían “prioridad absoluta” ya que, sin importar con quién estuviera reunida, así fueran los más importantes jerarcas, los chicos estaban primero. “A veces abría la cartera para ayudarlos, pero muchas veces iban a pedirle consejo”, cuenta Ribeiro.

Juan Miguel Petit, conoció a Adela Reta durante la dictadura. Fue citado por la justicia militar y la Dra. Reta lo asesoró. Así la conoció y “ya era un mito”, relata. Cuando retorna la democracia en Uruguay, Adela Reta lo llamó y le dijo: “vos escribís muchos artículos sobre temas sociales, llegó la democracia, hay que sostener la democracia; ¿vas a seguir escribiendo o vas a sostener este edificio?”. Para Juan Miguel Petit “no había alternativa” y se fue a trabajar al Consejo del Niño. Siempre le llamó la atención la “vocación humanista”, porque “ella era una penalista”, dice enfáticamente y con una cuota de asombro. Cuenta que el despacho de Adela Reta en el Ministerio de Educación y Cultura era como “una tienda de los milagros”, aunque también lo comparó con la sala de espera de un oftalmólogo, porque siempre “había 10 o 12 personas, muchas veces esos adolescentes y jóvenes” que acudían a ella: eran sus ahijados. “Era como una gran madre”, dice Petit.

La recuerda como “una feminista, una vanguardista, una innovadora, defensora de los derechos humanos, de los derechos del niño, una persona que impulsó ya en los 85-90 todas las convenciones sobre derechos humanos desde Uruguay: “el estatuto de Roma contra los crímenes de lesa humanidad”, por ejemplo, y agrega que “nunca se definió a si misma con una defensora de algo ya que su bandera eran sus acciones”. Afirma que “siempre había espacio para cualquiera que buscara una solución”. Siempre tenía unos minutos para el que necesitara hablar con ella. “Ella estaba abierta a escuchar y siempre venía luego la respuesta”, señala Petit.

Adela Reta trabajó incansablemente por los niños y adolescentes del Consejo del Niño, que en aquella época tenía albergues con más de 100 niños. Petit sabía que en Europa había hogares chiquitos y Adela le dijo: “hay que comprar casas” y en tres meses compraron 22 casas. También se puso al hombro el tema de los infractores; no había donde ubicarlos. “Buscá estaciones de AFE, monasterios que no se usen…”, le encomendaba Adela Reta; se consiguió el local de la Tablada, se consiguieron los recursos y se hizo un centro piloto.

Familiares de Adela Reta estuvieron presentes en el conversatorio y mediante un video, Germán Reta rescato su generosidad, humanismo y humildad. Ella “facilitaba que la gente se desarrollara como personas (…), apoyándola en estudios y en el trabajo”.

Público en sala Hugo Balzo y en el fondo se puede ver el escenario con las personas que participaron del conversatorio

María Inés Obaldía recordó, de sus años de periodista, “que lo más interesante que tenía Adela era que uno llegaba preparado para que el tiempo se detuviese, pero también para ser entrevistado, porque ella sabía invertir los roles”. La directora de cultura de la Intendencia de Montevideo dice que “había un vaso comunicante con su curiosidad intacta que no había mancillado ningún cargo”. Luego de la entrevista mutua, antes de cerrar la puerta, la doctora Reta le decía a la entonces periodista: “no dejes de ver tal obra”. Obaldía valora que “fue una mujer activa en la cultura” y que tuvo como proceder “la justicia como norte”, lo que “le alivianaba las responsabilidades”, ya que “hay pocos nortes tranquilizadores como el norte de la justicia”

Julio María Sanguinetti al cerrar el conversatorio contó que en su segunda presidencia, Adela Reta tomó su banca en el Senado porque era su suplente. Le dijo: “Mirá, Julio, yo estoy demasiado cegatona y la sala del Senado está llena de escaleras y escalerillas. Mandame al Sodre y terminamos el edificio”. El presidente le respondió: “Sí Adela, lo que tu digas”. Sanguinetti reflexiona sobre la decisión tomada de Adela Reta y dice: “antes de sentarse en la poltrona azul del Senado que a tantos marea dijo “no, me voy a trabajar en contribuir a la cultura del país para avanzar en esta obra”. Para el exmandatario era “una mujer de Estado” y también “una institución” porque “logró ese estadio que muy poca gente logra en la vida”.

La evocó “en todas esas dimensiones, la de la grandeza y la humanidad, la de los grandes hechos y la del pequeño afecto que desbordó sin ser madre pero para ser madre de muchos”. Adela “penalista, humanista, política, demostración de que el territorio de la sensibilidad social no siempre es una teoría de los doctrinos ni una abstracción retórica de los discursos”. Con “vocación de ejecución”, destaca.

Sanguinetti recordó que la construcción del Auditorio Nacional fue una promesa de campaña electoral. “Estamos aquí en una gran catedral de nuestra cultura y esa catedral la llevó adelante. Yo una vez he dicho: no hubiera podido hacer esto sin Adela. Y esta sala la llegamos a inaugurar con ella, ya estaba techada la sala grande y se terminó bastantes años más tarde”. Asegura que “ella fue muy feliz en el Sodre, por el edificio, por los cuerpos, el entusiasmo que ponía y la alegría de hacer que fue siempre maravillosa; sentía el teatro, la música, con una entrañable devoción, cariño y fe en las cosas”.

En el conversatorio se proyectaron también videos con la palabra de Graciela Figueroa, Juan Jones y Silvana Pagliaro.

Figueroa recuerda su “inteligencia que alumbra a través de los escritos y memorias que dejó en la cultura uruguaya”. Para ella se trata de “una persona que ejercía la voluntad placer, uniendo una disciplina de trabajo a toda la curiosidad, el amor, la atención de una niña, el disfrute”.

Jones la describe como “ejemplo de respeto, solidaridad, fidelidad e imparcialidad” y como “una mujer brillante que colaboró con los teatros y que, cuando fue escalando posiciones en su quehacer político y puestos de responsabilidad, nunca se olvidó de quien era, quien había sido y siempre trató de proteger y ayudar y ser imparcial con respeto con los demás”. Adela Reta “a la hora de ofrecer algo fue siempre imparcial”.

Pagliaro, encargada de la escribanía del Sodre, manifestó que “gracias a la Dra. Reta el Sodre y los uruguayos hoy tenemos el Auditorio que lleva su nombre, el de una gran mujer, autora intelectual del proyecto y de la obtención del financiamiento para el teatro; colocó la piedra fundamental que dio comienzo a lo que era su sueño”. Pagliaro destaca que Adela Reta llevó a todos los funcionarios a esforzarse. “Trabajar con ella realmente era un placer”, recuerda.

Fuente: Sodre.
 

 

 

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