Dícese de quien fui

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Gerardo Ferreira

Me acuerdo, de Leonardo de León. Montevideo, Ginkgo, 2021

 

Por Gerardo Ferreira
 

«Me acuerdo de incontables cosas». Así comienza el nuevo libro de Leonardo de León (Minas, 1983), titulado Me acuerdo (2021). Se trata de un proyecto ambicioso, de corte introspectivo y autobiográfico, donde el valor literario aparece camuflado de diversas maneras ante el lector, quien no debe esperar aquí una historia lineal, o ni siquiera de una historia en sí (presentada de manera tradicional), debido a que es un texto de difícil clasificación y recepción. La propuesta de De León se desmarca de sus líneas creativas previas, donde narrativa y poesía se comportan como escenarios bien delimitados, al menos en lo que refiere al montaje de la palabra, a los recursos y —en especial— a las restricciones formales de ambos registros. 

En Me acuerdo, por el contrario, se apela a una estrategia híbrida de abordaje en la que el autor aprovecha el uso del lenguaje poético (la síntesis, su poder evocativo y reflexivo), trabajado sobre el mortero de una sólida y muy bien tamizada estructura en prosa. A su vez, esta hermandad estilística provoca un falso sentido de avance en la lectura del libro, generado a partir de un protocolo de escritura que se dispara desde el comienzo ya citado. Así, la frase-estribillo «Me acuerdo» encabeza más de 500 entradas descriptivas que acompañan al lector por los recovecos enigmáticos de la memoria, no solo de quien canta el presente, sino también de quien cuenta el pasado. 

Una vez activada, la repetición anafórica se vuelve clave textual y puente afectivo hacia la anécdota, hacia el dato, hacia la sensación o reflexión que el autor logra extraer a partir de una minuciosa curaduría de recuerdos trabajados (recuperados, editados, ordenados) a conciencia sobre la página. Cada recuerdo se dispone uno tras otro, pero el lector los puede palpar y sopesar individualmente, más allá del conjunto. En este sentido, el libro puede terminar en la primera línea o en la última: la duración del recorrido la elige cada uno según sus ganas de acompañar en el viaje. 

Desde que el artista plástico Joe Brainard publicó I Remember (1970), se inició una interesante tradición que tiene como protagonista el formato de ejecución que aplica De León aquí, y cuya matriz ha sido eminentemente experimental a lo largo del tiempo. De este modo, los Me acuerdo se han transformado en una especie de ejercicio literario que luego de Brainard fue continuado, entre otros, por Georges Perec (a tal punto que el suyo se convirtió en texto de culto a partir de 1978, año en el que fue publicado). Más acá, la consigna fue continuada por Martín Kohan (2020), pero a diferencia de sus precursores, el argentino se restringe a consignar episodios de la primera década de su infancia y abandona la anáfora como disparador evocativo. La propuesta de De León se inserta en esta seguidilla de apropiaciones y, hasta donde sé, es la primera que se da a conocer en nuestro territorio. 

¿Retazos de vida, colección de recuerdos? ¿Autobiografía o metaficción cargada de hipertextualidad? Lo cierto es que el libro habilita la interpretación mediante cualquiera de estos caminos conceptuales, pero hay marcas que le son propias, marcas culturales e individuales, en este caso, de alguien nacido a principios de la década del ochenta. Un meacuerdista que se anima a pasar raya, que mira hacia atrás en presente y cuyas percepciones desfilan en forma de chistes, anécdotas, datos, reportes, algunos muy puntuales: «Me acuerdo de recoger la moneda caliente bajo el plato de ñoquis»; o «Me acuerdo de un atardecer». También epocales: «Me acuerdo de Locomía y de sus monótonas coreografías con abanicos»; o «Me acuerdo de la Enciclopedia Encarta». Naturalmente, dentro del universo del recuerdo hay lugar para la literatura, cómo no, para recordar los libros prestados pero no devueltos y también para hacer un guiño a esa otra realidad que es la ficción, plano que el autor homenajea al nombrar a los escritores que le han merecido un recuerdo. Así, durante el libro nos cruzamos con figuras como Ricardo Piglia, Octavio Paz, Dostoievski, Fabián Casas, Pamuk, Delgado Aparaín, Saramago y muchos más. 

Si hablamos de libros recientes, arriesgados, de buena factura técnica y conceptual, publicados por uruguayos en editoriales independientes, este sería un buen ejemplo. Esfuerzo que se suma a Dunumurcu (2020), de Marcos Robledo (Montevideo, 1975), y que habilita a los creadores a seguir apostando por libros no convencionales, para lectores especializados o con otros intereses literarios. La diferencia crucial entre estos dos títulos radica en que Me acuerdo podría (y hasta debería) ser leído con la voz en off de Tiranos temblad. Hagan la prueba. El pasado no es un libro, es una plataforma multimedia, un clip de video con tus mejores y peores momentos, un meme para imprimir en un sticker, una frase para pintar en una pared olvidada para que otro se la apropie. 

Hay muchas formas de escribir la vida.

 

Gerardo Ferreira

Gerardo Ferreira (Montevideo, 1981). Es Licenciado en Letras (FHCE) y se encuentra a punto de culminar la Maestría en Literatura Latinoamericana en esa misma casa de estudios. Ha publicado: Imagina el desierto (2009); La sensación es un lugar (2013); Continuidades (2019); y Horacio Quiroga: contexto de un crítico cinematográfico [1918-1931], investigación realizada junto con Andrés González y publicada por la Biblioteca Nacional de Uruguay (2014). Obtuvo la beca FEFCA del MEC en: Formación (2013, Chile); Creación (2016, Argentina); y Formadores (2020, Uruguay). Trabajó para la sección cultural del diario la diaria y para la revista digital Sotobosque, entre otros medios digitales y en papel. En la actualidad colabora para El País Cultural, y desde 2019 lleva adelante El Andén, emprendimiento en el que coordina talleres de lectura y tutorías personalizadas de escritura. 

 

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