A raíz de la ficción

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Ignacio Santillana

Irse yendo, Con Tinta Me Tienes, Madrid, 2021 (este libro fue editado en Uruguay por Criatura Editora, 2021).
 

Por Ignacio Santillana 
 

Una lectura de Irse yendo, de Leonor Courtoisie.

Nos encontramos en Maldonado y Ejido. Caminamos en dirección a Ciudad Vieja esquivando los pozos de las veredas. Vamos a mi mansión a buscar el libro. No se lo podés mostrar a nadie, es la edición española con los nombres cambiados y errores graves. No lo muestro, pero escribo. 

Leonor es verborrágica y se desentiende de las convenciones: nunca sabés con cuál te va a salir. Es original, sin impostaciones. Entre otras cosas, por eso le insistí que nos juntáramos -en este mundo cada vez más automático, no es fácil encontrar la excepción-.  

No ficcionaliza en escritura, Leonor, lo hace sobre realidad (cuando digo ficción intento evocar eso que escapa a convención, aunque cada vez haya más ficciones domesticadas al ritmo del comercio). Por ejemplo, decís “Hola” y te devuelve: “Me tomé un café viejo en lo de mi amiga; o, “Quiero vestirme como una señora pero no me sale”.  

Es actriz, y la actuación es de esos oficios que no se olvidan; no se deja así nomás, el cuerpo no los puede olvidar. Tal vez ahí radique su tendencia a ficcionalizar la realidad: a la hora de escribir solo tiene que relatar los sucesos tal y como fueron, ya intervenidos de antemano. Cumple involuntariamente, tal vez, con la premisa artaudiana de unir el teatro con la vida. 

Doblamos en Carlos Quijano para el lado de Dieciocho. Llegamos. Bolsas de escombros, piano vertical, polvo, muebles acá y allá y en el fondo, detrás del ventanal de hierro blanco: el gomero. Lo cortamos y volvió a crecer. Un patio tomado por la vegetación que envejece en proporción inversa a lo que el progreso hace con los bares de la ciudad (incluso las plazas: cemento). Publiqué con McDonald´s, ¿entendés?, y yo pienso que es un poco el precio que hay que pagar por que te lean. Todos me odian, pero mi hermano me perdonó, con eso me alcanza. Leonor trabaja con su historia y la literatura es su herramienta. Es el pico con el que indaga la tierra del recuerdo.  

Arranco la primera oración y entiendo que ahí está todo. “Las raíces están destruyendo los cimientos de la casa”. Si volcamos el sentido para el lado que equipara las raíces de un árbol con la familia de un sujeto, tenemos resuelto el enigma de entrada. Y hay más, una sola oración pero hay más: podemos establecer también el paralelo entre casa y familia. Los cimientos de una casa son, otra vez, sus raíces. Si aplicamos el método matemático de despejar equis nos quedan dos palabras: destrucción y familia. Una familia destruida por la muerte de quien la sostenía. Escribir, entonces, para entender. Para reconocer los hilos. 

Quienes se encargan de decir qué sí y qué no, y ponen etiquetas a todo, seguramente acomoden a Irse yendo en el estante de autoficción. Dirán, entonces, que es la literatura que está de moda y blablabla, cuando son quienes imponen las modas desde el laboratorio comercial. A Leonor (sospecho) no le interesan las etiquetas, hace lo que quiere porque sabe (comparto) que la literatura, antes que nada, es terreno de libertad. Hablará la academia de las literaturas del yo y todas esas cosas que poco nos interesan: aburren. Explícito y sutil según la necesidad de cada pasaje, Irse yendo corre fluido como quien va, aún en los momentos en que el camino se pone más áspero. 

Lo que le hace el progreso a las ciudades, ese afeamiento sin retorno, es lo inverso a lo que le hace a las familias y sus patios: los mejora. Aunque su funcionamiento no haya sido el esperado (tal vez por eso mismo) las familias indefectiblemente evolucionan porque aunque a veces en un proceso demasiado lento, las generaciones nuevas sacan las caretas de las anteriores. La vegetación crece por sobre el concreto. 

“… me resisto a creer que el mundo es de una sola manera”, leo promediando el libro. Todos tenemos nuestras verdades y toda escritura es ficción porque pasa por el cuerpo (experiencia) de quien comete la acción: escribe.
 

 

Ignacio Santillana

 

 

Ignacio Santillana (Buenos Aires, 1982). Librero, escritor y compositor. Publicó dos nouvelles y dos grabaciones caseras con el seudónimo Eleutherio Boedo.

Crédito de la imagen: Agustín Ríos.

 

 

 

 

 

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