Plan Nacional de Género en las Políticas Agropecuarias

4.1. Síntesis general del diagnóstico.

Como los capítulos anteriores han evidenciado, la construcción de un mundo con equidad de género constituye un principio ético y un compromiso de los estados. El Plan Nacional de Género en las Políticas Agropecuarias (PNG Agro) implica la asunción de una estrategia colectiva, orientada a revertir las brechas de género que existen en el sector rural, de la pesca y agrario de Uruguay. Su punto de partida es que las desigualdades basadas en estereotipos de género, que se manifestan en accesos diferenciales a recursos y capital, espacios de participación, desarrollos laborales y profesionales, así como a diferentes formas de discriminación y violencia hacia las mujeres, deben ser revisadas y revertidas.

La desigualdad y la equidad son construcciones humanas vinculadas con las relaciones entre personas y grupos de personas y, por lo tanto, pueden ser modificadas. Asimismo, se expresan en forma particular en diferentes esferas de la vida, a través de manifestaciones diversas según las características nacionales, territoriales, generacionales, de sistemas de producción y arreglos institucionales. Por ello, si la desigualdad de género ha sido masivamente constatada a nivel nacional e internacional, un plan como el presente requiere de un diagnóstico particular que atienda específicamente a las poblaciones y sectores con los que trabaja la institucionalidad agropecuaria pública. En consecuencia, las próximas secciones sintetizan las principales brechas de desigualdad que se identifican en el agro y en el medio rural, y que tanto los antecedentes como la fase diagnóstica del PNG Agro han permitido evidenciar.

El público objetivo de este plan lo constituyen las personas vinculadas al agro, la pesca y el medio rural. Este recorte supone reconocer que el accionar de la institucionalidad pública agropecuaria se desarrolla en relación con personas que habitan y/o producen en establecimientos agropecuarios, pero asimismo con quienes habitan el medio rural sin dedicarse a la producción y con la diversidad de personas, organizaciones e instituciones que actúan en este medio y a lo largo de la cadena de valor agropecuaria. En consecuencia, una mirada a las relaciones de género en el sector agropecuario y el medio rural implica examinar la situación de mujeres y varones en las explotaciones agropecuarias, en las vías de comercialización y agregado de valor, en las zonas rurales, en las organizaciones y cooperativas rurales, en sindicatos y gremiales del agro, en los grupos de mujeres, en las instituciones agropecuarias y en los espacios de formación técnico-profesional asociados al sector. (34)

Todos estos espacios interconectados dan cuenta del complejo entramado del mundo rural y agrario del país, y evidencian la heterogeneidad de formas de ser y hacer de las mujeres y varones del agro y el medio rural. El análisis de esta diversidad permite visualizar nudos críticos de desigualdad y espacios de oportunidad para la reducción de las brechas de género que existen en el sector.

Debe destacarse, asimismo, que la noción de mujeres rurales, del agro y de la pesca utilizada en este plan para destacar a su principal población objetivo, requiere de un esfuerzo de precisión. Bajo esta acepción se incluyen: las poblaciones agrodependientes de radicación en el medio rural disperso, productoras agropecuarias e integrantes de predios de producción agropecuaria; las poblaciones vinculadas a la pesca; las poblaciones que sin estar vinculadas en forma directa a la producción agropecuaria, habitan espacios de ruralidad nucleada y localidades amanzanadas hasta 5 000 habitantes; las poblaciones de mujeres vinculadas en forma directa con la producción agropecuaria pero que habitan en zonas nucleadas de más de 5 000 habitantes, esto es asalariadas agropecuarias, asesoras independientes del agro, funcionarias de la institucionalidad agropecuaria y otras integrantes de hogares agrodependientes vinculadas en forma directa con la producción como, por ejemplo, productoras apícolas radicadas ciudades.

Las estadísticas nacionales permiten realizar un acercamiento a la población objetivo, aunque desde una definición más abarcadora “mujeres rurales, del agro y de la pesca”, se rebasa a las poblaciones identificadas en recortes territoriales.

Conforme a la Encuesta Continua de Hogares (ECH, 2018) existían 92 216 mujeres residentes zonas rurales no amanzanadas, 192 068 residentes en localidad de hasta 5 000 habitantes y 28 067 que declaran trabajar en predios agropecuarios. Cuando se analiza la residencia de mujeres y varones en el medio rural y las explotaciones agropecuarias se observa un proceso de emigración mayor de las mujeres. Conforme el último Censo General Agropecuario (CGA, 2011) el porcentaje de mujeres residentes en las explotaciones agropecuarias alcanza a 36,7% de las personas residentes, este guarismo asciende a 43,8% cuando se consideran las mujeres residentes en zonas rurales, y a 52% cuando se considera el país, conforme el Censo Nacional de Población y Vivienda (CNPV, 2011). De esta manera, la presencia de mujeres en el medio rural y los predios agropecuarios se ubica por debajo de la media nacional y se incrementa a medida que aumenta la densidad poblacional. Un importante contingente de mujeres vinculadas al sector, no identificadas en estas estadísticas más globales, pero sí consideradas en el plan, ejercen sus labores en las instituciones públicas y privadas agropecuarias, trabajan como académicas y extensionistas, estudian carreras vinculadas al sector o son emigrantes recientes del medio rural.

La definición amplia optada en este plan permite identificar a la diversidad de mujeres rurales, del agro y de la pesca, mostrando en el diagnóstico elementos comunes y diferenciales. Este universo complejo se expresa entonces a través de la relación con el espacio de residencia y el de producción/trabajo, pudiendo asimismo existir superposiciones entre la residencia rural y la producción agropecuaria. La revisión pormenorizada de estos colectivos, sus puntos de conexión y diferencias, son parte de los insumos que el PNG Agro aborda.

Las consultas ciudadanas y al funcionariado, los antecedentes, permitieron construir un árbol de problemas para guiar el plan que pone en el centro las desigualdades de reconocimiento y de acceso basadas en género.

Como antecedente destacado, la carta de acuerdo “Diagnóstico, avances y propuestas con perspectiva de género del acceso de las Mujeres rurales a recursos y el cumplimiento de sus derechos” (Cardeillac et al., 2019) ejecutada por FAO, en articulación con INC, MGAP e INMUJERES, coloca como tres problemas causales en el ejercicio pleno de derechos de las mujeres rurales y de la agricultura familiar: (i) Una desigualdad estructural derivada de la división sexual del trabajo; (ii) Una intersección (35) de desigualdades territoriales, de clase y de género; y (iii) Un persistente vacío de conocimiento e información que invisibiliza la situación de la población rural en general y de las mujeres en particular.

Partiendo de estos insumos y sobre la base de los hallazgos resultantes del proceso metodológico reseñado en el capítulo 2, el diagnóstico específico permitió construir el árbol de problemas reflejado en la Imagen 4.1. En él se añaden los estereotipos de género como un elemento central en perpetuación de las desigualdades, y se vincula el vacío de conocimiento como parte de un más amplio repertorio de acciones de las políticas agropecuarias que reproducen las brechas de género.

Imagen 4.1. Árbol de problema

Fuente: Elaboración propia.

El diagnóstico permitió identifcar cuatro ámbitos donde se expresan estas desigualdades: (i) los sistemas productivos y las cadenas de valor agropecuarias; (ii) la gestión de conocimiento, la extensión rural y la comunicación; (iii) los espacios de participación e incidencia; y (iv) las propias instituciones agropecuarias y sus dinámicas internas. En cada uno de estos ámbitos se identifcaron manifestaciones específcas sobre cómo opera la injusticia de género, haciendo que transitar el mundo privado y público agrario, de la pesca y rural sea asimétrico para mujeres y varones, como lo ilustran los destaques:

Sistemas productivos y cadenas de valor agropecuarias

  • Mujeres con menor titulación de bienes agropecuarios.
  • Mujeres con menor poder de decisión en la producción y explotación.
  • No reconocimiento del trabajo reproductivo.
  • Escaso reconocimiento del trabajo agropecuario en predios de mujeres.
  • Bajo valor y vías de comercialización de los productos y servicios de mujeres.
  • Distinción de roles en predios por género.
  • Segregación y discriminación en el mercado laboral por género.
  • Ingresos por trabajo de las mujeres inferiores o nulos.
  • Baja valoración de la mirada diferencial sobre la producción y el ambiente.

Institucionalidad agropecuaria

  • Distinción de tareas y jerarquías con sesgos de género.
  • Cambios institucionales ciegos al género.
  • Ausencia de políticas de género internas.
  • Baja presencia de mujeres en roles jerárquicos.
  • Violencia basada en género en el ámbito laboral.

Participación y empoderamiento

  • Menor reconocimiento de mujeres y jóvenes como lideresas.
  • Menor elección de mujeres en espacios de representación.
  • Escasa influencia de las mujeres en las políticas que afectan al medio rural y al sector agropecuario.
  • Falta de información sobre derechos.
  • Violencia basada en género.
  • Menor acceso a servicios públicos.
  • Mayor emigración de mujeres del medio rural.

Conocimiento, extensión y comunicación

  • Falta de información sobre el aporte de las mujeres al sector.
  • Menor acceso a capacitaciones agropecuarias.
  • Masculinización de la formación y el trabajo técnico agrario.
  • Estereotipos de género en las comunicaciones.
  • Menor acceso a información del sector.
  • Menos acceso a la Asistencia Técnica.

El análisis pormenorizado por ámbito está en las secciones posteriores.
 

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