Construyendo ciudadanía en entornos digitales. Punto de partida.

¿De qué hablamos cuando hablamos de Ciudadanía?

¿Qué define a la ciudadanía? ¿La pertenencia a un territorio? ¿La capacidad de votar o elegir gobernantes? ¿El ejercicio de ciertos derechos y el respeto de determinadas obligaciones? ¿La ciudadanía se ejerce siempre y en todos los entornos? 

De manera cotidiana se relaciona al concepto de “ciudadanía” con todos los derechos y obligaciones por los cuales una persona está sujeta a una relación con la sociedad a la que pertenece. Esta definición vincula el ejercicio de la ciudadanía a una sociedad, por ende, a unas pautas culturales, a unos límites geográficos. 

El cientista social Bernardo Sorj define ciudadanía como “(…) una construcción colectiva que organiza las relaciones entre los sujetos sociales, formados en el propio proceso de definición de quién es, y quién no es, miembro pleno de una sociedad políticamente organizada” (Sorj, 2008). De modo tal que el poseer el título de ciudadano/a habilita a una persona o a un grupo social a participar activamente, con derechos y obligaciones, de determinada comunidad, generalmente asociada al contexto de un Estado-Nación, concepto que en estos momentos se encuentra profundamente problematizado.

Bernardo Sorj nació en Montevideo, Uruguay, y vive en Brasil desde 1976. Estudió antropología y filosofía en Uruguay, Licenciatura y Maestría en Historia y Sociología en la Universidad de Haifa, Israel, y obtuvo un Doctorado en Sociología en la Universidad de Manchester, Inglaterra. Autor de 28 libros y más de 100 artículos, ocupó varias cátedras y fue profesor invitado en varias universidades y centros de investigación de Europa y Estados Unidos. Fue elegido Hombre de Ideas en 2005. Actualmente es director del Centro Edelstein de Investigación Social y del Proyecto Plataforma Democrática.

Por otro lado, y tal como expone Martín Becerra (2015), el concepto de ciudadanía es problemático ya que no implica únicamente inclusión, sino que, a la vez, regula el acceso. De hecho, en su versión tradicional la ciudadanía excluía (y en muchos países sigue excluyendo) a inmigrantes, menores de edad y a grupos que en algunos países son considerados “ilegales” como las personas refugiadas y las llamadas “inmigrantes económicas” o “sin papeles”. 

Martín Becerra es Doctor en Ciencias de la Información (Universidad Autónoma de Barcelona), donde también se recibió de Magíster en Ciencias de la Comunicación, Martín Becerra es una voz autorizada cuando se debate sobre medios (y sus dueños), periodismo y sus relaciones con el Estado. Investigador Principal del Conicet y Profesor Titular en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y en la UBA, dirige el Programa de Investigación “Industrias culturales y espacio público: comunicación y política en la Argentina” de la UNQ y proyectos financiados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (PICT, PIO). Autor de libros y artículos sobre políticas de comunicación, medios y tecnologías de la información y la comunicación. Participa activamente de producciones y debates sobre la estructura y regulación de los medios y las TIC en América Latina.

Para Sorj, además, “(…) la ciudadanía es un concepto resbaladizo, una especie de bisagra que se sitúa en el punto de encuentro entre el individuo y la comunidad, siendo el mecanismo que permite al individuo reivindicar su condición singular o su libertad personal y a la vez afirmar su pertenencia al grupo” (2004:24). La ciudadanía contiene y colabora en el proceso de construcción identitaria. 

Desde diversas perspectivas, entonces, se entiende que la ciudadanía es una categoría densa y compleja que agrupa prácticas, identificaciones, derechos e imaginarios de grupos sociales diversos. Son dimensiones características de la ciudadanía la participación, la expresión y la afirmación de derechos. En tal sentido conceptos como soberanía popular, libertad, igualdad ante la ley, asumen formas distintas según el país y las circunstancias sociales e históricas. 

En las últimas décadas, procesos de unificación geopolítica regional como en el caso de la Unión Europea o el Mercosur o de aceleración global de flujos económicos en el mundo (la globalización), motivaron debates fundamentales acerca de la constitución de ciudadanías supranacionales (la ciudadanía europea o la ciudadanía global). Las redes digitales interconectadas en el mundo entero reforzaron estos debates.

En este sentido puede considerarse que el concepto de “ciudadanía” se ha ampliado para constituir un concepto de múltiples perspectivas. Como bien lo recoge el documento “Educación para la Ciudadanía Mundial. Preparar a los educandos para los retos del siglo XXI” (Unesco, 2016) que hoy se hable de “ciudadanía global” se vincula a una creciente interdependencia e interrelación entre los países en los dominios económicos, culturales y sociales, debido al aumento de los flujos comerciales, la migración y la comunicación. También está relacionado con nuestras preocupaciones acerca del bienestar en el mundo que van más allá de las fronteras nacionales, comprendiendo que el bienestar mundial influye también en la posibilidad de bienestar nacional y local.

En este documento se señala que “a pesar de las diferencias en la interpretación, existe un entendimiento común de que la ciudadanía mundial no implica un estatuto legal. Se refiere más al sentimiento de pertenecer a una comunidad amplia y a una humanidad común, promoviendo una “mirada global” que une lo local con lo mundial y lo nacional con lo internacional. También es una forma de entender, actuar y relacionarse con los demás y con el medio ambiente en el espacio y en el tiempo, con base en los valores universales, a través del respeto a la diversidad y al pluralismo. En este contexto, cada vida individual tiene consecuencias en las decisiones cotidianas que conectan lo local y lo mundial, y viceversa” (2016:15)

Como ciudadanos y ciudadanas nos desenvolvemos, vivimos y modificamos el mundo que nos rodea, y esto lo hacemos tanto en los espacios físicos como en los digitales; espacios que hoy se entremezclan permanentemente.

 

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