Falleció a sus 63 años

Adiós a Luis Trochón

Reconocido músico y artista uruguayo
Luis Trochón

Integrante y fundador de Los que iban cantando, junto a Jorge Lazaroff, Jorge Bonaldi y Jorge Galemire fue parte de una faceta experimental de la música uruguaya, basada en el folclore latinoamericano, el tango y la murga, el conjunto jugaba con los sonidos y apelaba al humor.

En la década de los noventa homenajeó a la Troupe Ateniense —grupo teatral estudiantil muy popular en las décadas de 1910 y 1930— con los espectáculo ¿Estás ahí, Montevideo?; La verdá que sí y La Troupe en el corazón.

En 2001 fundó la Escuela de Acción Artística Luis Trochón, institución dedicada a la formación y la creación artística para niños, adolescentes, jóvenes y adultos en actuación, canto, danza, música y comedia musical.

A continuación compartimos palabras de nuestro Coordinador general, Álvaro Ahunchain, en el diario El País del día de hoy:

Retirada

Nos cruzamos un par de veces en la vida. No éramos amigos. Pero la trayectoria de artista de Luis Trochón la seguí prácticamente desde su origen.
Fue al Elbio Fernández, como yo. Veinteañero apenas, integró Los que iban cantando, un grupo musical que nació en la época más negra de la dictadura e inauguró el canto popular, ese poderoso movimiento de resistencia cultural que unió a los uruguayos sedientos de libertad. Todavía lo recuerdo junto a Choncho Lazaroff y Jorge Galemire, dos genios entrañables que también perdimos antes de tiempo, cantando en un Palacio Peñarol que explotaba de público aquella Retirada de un compositor muy joven que aún permanecía en el exilio: Jaime Roos. “Y así, como venía, le dio de punta a una pelota fugaz...”

Hay momentos de aquellos años de incertidumbre y esperanza que quedan grabados en el alma.

Uno que me vino a la mente de inmediato, al enterarme de esta triste noticia, fue cuando vi a Luis con una guitarra acústica, interpretando en un programa de televisión una canción que reivindicaba los símbolos patrios. “Son nuestros”, entonaba con una sonrisa de oreja a oreja, rechazando el uso y abuso que había hecho la dictadura del pabellón nacional, el escudo y el himno, al punto que la generación más joven de aquel tiempo los identificaba erróneamente con ese gobierno totalitario.

Después vino su trayectoria como director y productor de espectáculos musicales. Desenterró viejas melodías de la Troupe Ateniense, casi olvidadas, y las revivió sobre el escenario primero y luego en una apuesta de una audacia sin límites: hizo renacer al mítico grupo carnavalero del Loro Collazo nada menos que en el Estadio Centenario, con una banda impresionante de Hugo Fattoruso, cuyo registro recomendamos escuchar. Es un CD que se titula La verdá que sí, en el que se escucha cantar a actores tan queridos como Alberto Mena, Julia Amoretti, Jorge Elías, Bananita González y una jovencísima Gabriela Iribarren. En aquella época se dijo que Luis había perdido mucha plata con esa quijotada, que incluso había quedado gravemente comprometido en su patrimonio, porque la recaudación no acompañó semejante esfuerzo de producción. Pero siguió adelante apostándolo todo por lo más importante de la vida: la cultura que nos une.

Hombre de sueños grandes, fundó la primera escuela específicamente dedicada a la comedia musical, por la que pasaron talentos como Noel Calcaterra y Florencia Pasquet, por mencionar solo a dos que están brillando en Europa.

Además dirigió murgas y comparsas del carnaval, jerarquizándolas con su genio musical y teatral.

La tristeza que muchos compañeros de su generación sentimos hoy, es la misma que nos ha deparado la partida de otros intelectuales y artistas como Luciano Álvarez, Ruben Castillo, el Corto Buscaglia, Carlos Aguilera, Héctor Manuel Vidal.

Es una tristeza extraña, porque el dolor por la pérdida va unido a la sonrisa de recordar cuánto influyeron con su talento en nuestra sensibilidad, en qué enorme medida los frutos de esos talentos nos convirtieron en mejores personas.

Y entonces uno se da cuenta de que la cultura es un organismo que se nutre de las distintas generaciones que la construyen: los muchachos que hoy escriben, hacen música y actúan, lo hacen influidos, acaso sin saberlo, por los pasos de gigantes que los precedieron, de quienes iluminaron el camino con su creatividad y ética ejemplares.

La muerte es poca cosa para haber acallado a Luis Trochón. Sigue cantando.

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