IIBCE

Espacio Ciencia y Arte “Anita Aisenberg” en la escuela Clemente Estable de Minas

La escuela Nº 54 Clemente Estable de Cerro Partido, Lavalleja, tiene un nuevo laboratorio. Y no es uno cualquiera: su nombre es Espacio de Ciencia y Arte “Anita Aisenberg” en homenaje a la Profesora Titular de Investigación del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva (DEBE) de nuestro Instituto.
Anita Aisenberg y Carla Pereira

Este espacio de aprendizaje, creación, valoración de la ciencia y la naturaleza, es el fruto de varios intercambios presenciales y virtuales durante dos años entre la comunidad de la escuela y las investigadoras del Instituto, a saber: Mariana Trillo, Nadia Kacevas, Lorena Coelho, Carolina Rojas y Anita Aisenberg del DEBE, Leticia Bidegaray y Verónica Gonnet del Dpto de Genética y Biodiversidad y Vanesa Amarelle del Dpto. Bioquímica y Genómica Microbianas.

De todos los intercambios con esta escuela, surgió también la posibilidad de trabajar junto al proyecto *Hornero migratorio, y realizar una  video canción con las científicas del IIBCE, cuyo texto y música fueron creados por los niños de la escuela.

Para contar el proceso y los frutos que hoy anunciamos con mucha alegría, compartimos este texto escrito por Carla Pereira, maestra de la escuela N°54 "Clemente Estable" de Minas-Lavalleja, quien impulsó los intercambios y nutrió cada encuentro:

Las arañas, la educación y la ciencia transformadora:

En 2021 -pleno proceso de retorno a la presencialidad- las arañas invadieron el salón, las secuencias, los proyectos y los grupos de WhatsApp escolares.

Encontramos una araña y con ella a una científica; con la científica encontramos motivos para inspirarnos, motivos para hacer investigación en la escuela.

Este proceso que lleva ya dos años sucediendo, terminó en la creación del espacio de Ciencia y Arte: "Anita Aisenberg".

Parece simple, pero no lo fue, porque en la educación como en la ciencia, la sorpresa y la inspiración invaden cada acción dada, cada pregunta planteada y el proceso está lleno de incertidumbres.

Encontrar una científica en el salón, viva, y mantenerla con nosotros en el híbrido escenario de WhatsApp, email y videos, posibilitó la ruptura absoluta de la distancia. Conocer su ecosistema, su laboratorio, sus compañeras/os y su vida, hizo que Anita Aisenberg se convirtiera en una fuente permanente de inspiración para las niñeces de la escuela.

Los patios dejaron de ser ese espacio de juego cotidiano para ser un espacio de continua exploración y el juego se fue transformando: ser científicas y científicos pasó a ser una posibilidad real a vivenciar y de juego simbólico.

Los sueños de futuro se transformaron; al policía, a la peluquera y a la doctora se sumó: "científica/o para trabajar en el laboratorio con Anita Aisenberg."

El proceso inspirador de construir conocimiento mediado por la realidad cotidiana, mirando desde la profundidad del sentido que le damos a las cosas.

Los bichos del patio, fueron convirtiéndose en fuentes inagotables de preguntas, y allí en pleno juego, los más pequeños de la escuela contagiaron a los demás niños y niñas, logrando que el recreo fuera un gran sitio de exploración. Descubrir, cuidar, preguntar y pensar.

Los bichos del patio nos llevaron a encontrar a una científica, que trabaja en un lugar con el mismo nombre que nuestra escuela, y eso nos llevó a reconstruir nuestra identidad.

Somos una escuela Estable y lo que somos empezó a construirse y configurarse mediante el encuentro asincrónico de un audio, de un vídeo.

Somos una escuela APRENDER, (Atención Prioritaria en Entornos con Dificultades Estructurales Relativas) con niños y niñas que persiguen desde mucho más atrás las oportunidades.

Una escuela cargada de estigma, que encontró en el vínculo con Anita, la “belleza inesperada” que vivía sin ser descubierta.

En la sincronía pandémica,  por zoom desde ese instituto que un maestro pensó y creó, nos encontramos varias veces, cargados de preguntas y de ojos curiosos que buscaban en ese laboratorio la vida detrás de una científica.

Lo humano nos atraviesa y la ciencia de Anita estaba cargada de amor correspondido por estos niños y niñas.

Hace dos años que transitamos juntos y juntas este proceso que nos devolvió identidad, en una co- creación, una construcción colectiva llena de ciencia y de comunicación. De ciencia con la comunidad de la escuela.

Las familias fueron invadidas por nuestras investigaciones, por las arañas, por las mantis, por artrópodos que no llegábamos a identificar.

La ciencia cargada de responsabilidad social, encuentra en la cercanía con nosotros aquello que Clemente Estable pensó muchas veces, desde su lugar de pedagogo, investigador y filósofo.

La escuela llena de ciencia y la ciencia llena de niñez.

Al recibir el material donado por el IIBCE para nuestras investigaciones, la creación de un espacio para trabajar con todas esas cosas, surgió inmediatamente.

¿Por qué no tener un ecosistema nuestro, un hábitat como el de Anita?

Es así que los niños y las niñas piensan en el salón de arte y en la dinámica que nos imprime la ciencia como forma de pensar, así surge: "hagamos un espacio de ciencia y arte”. La ciencia es nuestra mejor manera de pensar y el arte nuestra mejor manera de decir.

Y allí, cuándo preguntamos cómo nominarlo, naturalmente surge: Anita Aisenberg.

Si, Anita Aisenberg; que es una científica de arañas que encontramos en el patio de nuestra escuela, pues a Anita la encontramos allí, en un patio cuando perseguimos nuestro objeto de estudio. Una de esas maravillosas casualidades que nos brindan los procesos de aprendizaje, y que nos regala desde la profesión la inspiración para crear y sostener una idea y forma de hacer escuela llena de ciencia escolar.

Una científica que trajo tras de ella, otro montón de científicas que estudian otros bichos, y así construimos una asociación para aprender juntos y juntas.

En este escenario de construcción colectiva, nació nuestra primera salida exploratoria fuera de nuestros patios. Aplicando técnicas de muestreo, para comparar resultados entre las sierras y  el patio de la escuela de nuestro cerro partido.

Construir instrumentos con las familias, y éstas explorando con sus hijos e hijas. La felicidad de generar un espacio compartido en que la ciencia fue pretexto y texto donde empezamos a escribir la historia de la coeducación de la que hablan los libros.

El monte de ombúes del Arequita y en medio del monte nativo, toda la escuela desde inicial a 6to año, explorando y vivenciando junto a 3 científicas un trabajo de campo cargado de preguntas, de asombro y felicidad para quienes estuvimos allí.

Observamos, y liberamos, respetamos y cuidamos ese ambiente, como el del patio de la escuela y sus bichos.

Pasada esta jornada volveremos a la escuela el lunes y allí en nuestro espacio de Ciencia y Arte: "Anita Aisenberg", nos haremos otras preguntas para hacerle a las científicas y científicos que sin duda alguna encontraremos en nuestras preguntas.

“Con ciencia grande no hay país pequeño” decía Clemente Estable, y yo agregaría: con ciencia grande y abierta a la comunidad, hay un país con mayor calidad educativa y mejores ciudadanos.

 

Para terminar, solo agregar una anécdota: en el día de esa salida de campo en la que también inauguramos el espacio de Ciencia y Arte, Anita Aisenberg no pudo concurrir y una de las niñas estaba muy triste por su ausencia.

Esta tristeza es también motivo de alegría; no estaba triste por las cosas que muchas veces nuestros niños y niñas están tristes, no estaba triste por no tener algo, no estaba triste por no ver a un cantante de moda, estaba triste porque una científica no pudo estar con ella ese día en que con orgullo su escuela le rendía homenaje a quien le había entregado tanto conocimiento, inspiración y amor.

Priscila, nos enseñó a nosotras, las educadoras y educadores, que el aprendizaje verdadero siempre está cargado de amor.

 

Gracias al IIBCE por seguir compartiendo lo que Clemente Estable soñó.

 

Las escuelas esperan abiertas siempre para construir con las infancias el país que nuestro presente necesita. El valor que tiene esa ciencia que sale del laboratorio, que entrega a la comunidad y que construye en nuestra niñez es fuente inagotable para la  democracia y ciudadanía con la que todos soñamos.

 

Estoy convencida que el encuentro de las científicas con nuestra comunidad marca un hito desde la pedagogía y desde los aprendizajes académicos. Pero sobre todo de los aprendizajes para la vida.

Gracias por la ciencia que humaniza en su andar por las aulas, que constituye con la tarea educativa una actitud frente a la vida  y que nos devolverá un mejor país con mejores ciudadanos y ciudadanas.

Brindemos por más científicas y científicos en las escuelas públicas, como alguna vez Clemente Estable lo soñó.

 

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