La obra de Eladio Dieste

Iglesia Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes

Entre 1958 y 1960, ubicada en la Ruta 11, a la altura del kilómetro 164, en Atlántida, se erigió una obra que ha marcado la identidad de la localidad y del departamento de Canelones. Se trata de una construcción que se ubica en la primera etapa de los trabajos de Eladio Dieste. Una obra que surgió desde su propia fe, adelantando lo que luego sería su impronta en el manejo de las curvas, luz y ordenamiento de ladrillos que crean, en este caso, un espacio místico y mágico. En esta nota la propia voz del Ing. Dieste explica detalles de cómo se concibió la Iglesia Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes.
Iglesia 6

 "En el proyecto de esta iglesia procuré un estilo a la vez severo y amable de piedad, con una gran confianza en el espíritu cristiano de los humildes que han de usarla Que la iglesia como arquitectura, no fuera un obstáculo para una piedad verdadera sino su manifestación primera”, contó Dieste en una conferencia, a partir de la cual se basa esta nota. Con absoluta convicción confesó que "me parecía -y lo es- una aberración, que la iglesia fuera sólo cosa de curas, de 'especialistas'; o era de todos, o traicionaba su esencia comunitaria. La iglesia fue pensada de modo que todos se sintieran comunitariamente actores de la liturgia."

Se trata de una iglesia con una nave rectangular de 16 por 30 metros en planta, construida íntegramente con cerámica (ladrillos) reforzada en las juntas con armaduras de acero. Los muros, de siete metros de altura, tienen particulares formas curvas. La bóveda ondulada del techo está construida en dos capas -una aparente de tejuelas y otra de ticholos cubiertos de una capa de arena y cemento-, conformando bóvedas sucesivas y continuas.

El lugar fue pensado para una capacidad de 300 fieles sentados, pero gracias a los amplios pasajes esa capacidad permite agregar, sin bancos, a 200 personas más si es necesario. “En el proyecto tuve presente, no solo mi experiencia personal acerca de las necesidades de una parroquia pequeña y pobre”, definió Dieste.

Los espacios están concebidos de tal manera que hay una distancia justa entre los fieles y los sacerdotes que realizan los oficios religiosos. “Que la configuración espacial de la nave haga sentir al fiel esa realidad muchas veces olvidada de puro consuetudinaria; que con el sacerdote ora, con él ofrece y con él participa en el sacrificio común. El carácter especialmente sagrado del presbiterio se ha enfatizado haciendo de él, mediante los muros laterales que lo rodean, un espacio dentro del recinto de la iglesia, espacio al que da un matiz de mayor densidad espiritual la presencia del Altar, pero que no se cierra a los fieles sino que a ellos se abre. El comulgatorio se ha integrado en el presbiterio, y la misma zona que ocuparán los fieles al comulgar está elevada un escalón sobre el piso de la nave, incorporándose visualmente a la unidad que forma el presbiterio dentro de la iglesia. El fiel, por tanto, entra al presbiterio a comulgar, sus muros lo rodean y el piso en que se apoya es el principio del presbiterio mismo. El carácter de este se destaca también por el uso que se ha hecho de la luz. Todas las ventanas practicadas en las paredes iluminan a los fieles de atrás y concentran su luz sobre él.” Como se lee, Dieste no improvisó en su concepción. Cada ladrillo, cada curva, cada ventana, cada espacio, tiene una razón de ser. 

Como terminación interior del edificio se encuentra una pared de superficie muy rugosa y un aparejo de ladrillos trabados. La iluminación interior es natural y las ventanas son perforaciones en las paredes respetando los planos de las superficies, cubiertas con vidrios de colores. El altar está realizado en un bloque de granito verde en bruto. El baptisterio presenta una cripta circular cubierta con una bóveda iluminada con un lucernario de ónix traslúcido. Dijo Dieste que “en correspondencia con el altar, se ha construido en el techo un lucernario que da a esta zona una suave luminosidad y por detrás del presbiterio se ve la pared del fondo de la iglesia, tratada con un aparejo de ladrillo muy rugoso e iluminada por una ventana horizontal que muestran los planos. La luz transforma esta pared en un fondo, a la vez sereno y llameante. El altar es un bloque macizo de piedra apenas desbastada, de la que se ha pulido solo la parte superior. Sobre el altar un crucifijo de grandes dimensiones, notable escultura de Eduardo Yepes (*) se verá de la nave destacándose sobre el rojo, avivado por la luz, de la pared del fondo.”

El coro  se encuentra en un entrepiso sobre la fachada principal de la iglesia. Los muros de la misma se trataron de tal forma que dejan un amplio atrio a la derecha, protegido por el piso del coro, soleado en el invierno y en sombra en el verano. Anticipó el Ing. Dieste que “sobre el fondo del atrio se pondrá un banco de piedra o de madera. La intención es que el atrio llene de manera amable su función de lugar de encuentro de los fieles después de las ceremonias, e incluso, que sea un lugar agradable para guarecerse del sol del verano o alegrarse con él en el invierno. Sobre la izquierda, y dentro de la iglesia, están los confesionarios, a la vez aislados y en comunicación con la nave como lo piden las reglas de la Iglesia y el buen sentido.”

El campanario de la iglesia está separado del edificio principal. Es una torre circular, de forma cilíndrica, de tres metros de diámetro construida con cerámica. Para Dieste, el campanario independiente del edificio, “será el motivo dominante de la futura plaza a la que han de dar la casa y el salón parroquiales. He procurado hacer un campanario que cumpla con toda la complejidad de funciones que le son propias, que sea entonces de veras la antorcha musical de donde salgan los sonidos que han de unir a la comunidad entera, unirla en la alegría, unirla en la reverencia de la muerte. Que sea también esa extraña construcción que siempre ha sido, una de aquella en que más se ve la gran verdad de que es en la infinidad de lo concreto y limitado donde puede el hombre ver mejor lo infinito. Nunca es más rico e inmenso el paisaje que a través de una ventana pequeña.”

Para Eladio Dieste, ingeniero de profesión, la Iglesia de Atlántida fue “mi Facultad de Arquitectura (…) Y una obra que ha tenido consecuencias importantes. Me cambió la vida."

FICHA
Iglesia Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes
Autor Eladio Dieste
Ubicación Ruta 11 Km. 164, Estación Atlántida, Canelones, Uruguay
Empresa Constructora  Dieste y Montañez S.A.  Marcelo Sasson (colaborador)
Donantes: Matrimonio Giudice-Urioste
Realización 1958-1960

(*) Eduardo Díaz Yepes (1910- 1978) escultor de origen español, nacido en Madrid que vivió y trabajó en Uruguay, donde murió. Fue esposo de Olimpia Torres, la hija mayor de Joaquín Torres García. 

Fuentes
- Conferencia de Eladio Dieste a partir de artículo para la revista "Informes de la Construcción" del Instituto Técnico de la Construcción y el Cemento de Madrid, (No.127, enero 1961) 
- http://www.fadu.edu.uy/

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