¿Cómo se adapta el cerebro a la oscuridad?

Los sistemas sensoriales de los animales deben adaptarse a cambios ambientales, y una de las formas en que lo hacen es mediante la plasticidad neuronal: la capacidad del cerebro de generar nuevas células y reorganizar sus circuitos. Un trabajo reciente —de Inés Berrosteguieta, Laura Herrera, Stephanie Silva, Juan Carlos Rosillo y Anabel Fernández, del Laboratorio de Neurobiología Comparada del IIBCE, y Carlos Passos de la Facultad de Ciencias— analizó cómo la exposición prolongada a la oscuridad modula esta plasticidad en Austrolebias reicherti, un pez anual nativo de Uruguay.
Durante 45 días, las hembras de esta especie fueron mantenidas en condiciones de oscuridad continua o bajo un ciclo natural de luz y sombra. Luego, se evaluó en ambos grupos tanto su comportamiento —especialmente la capacidad de reconocer machos de su propia especie mediante señales visuales u olfativas— como la proliferación celular en distintas áreas del cerebro vinculadas a la percepción sensorial.
Los resultados muestran un patrón claro:
- Las hembras mantenidas en oscuridad presentaron mayor proliferación de nuevas células en el bulbo olfatorio, y además se desempeñaron mejor al reconocer machos de su especie usando señales químicas.
- Las hembras mantenidas con luz natural mostraron mayor proliferación en regiones cerebrales visuales —el tectum óptico y el torus longitudinalis— y fueron más eficaces para discriminar conspecíficos mediante señales visuales.
Estos hallazgos indican que el cerebro de A. reicherti ajusta su neurogénesis para reforzar los circuitos sensoriales más demandados según las condiciones ambientales. La plasticidad sensorial frente a cambios como la oscuridad prolongada podría desempeñar un papel clave en los procesos adaptativos y evolutivos de esta especie.
