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Un abordaje sobre el Ballet Nacional del SODRE a partir del libro La nueva cultura del ballet en Uruguay

Por Danilo Urbanavicius

Los datos de asistencia de público a los espectáculos del Ballet Nacional SODRE (BNS) desde el año 2010 son inéditos para la rica historia de este cuerpo de baile. A partir de la llegada de Julio Bocca como director artístico, el BNS incrementó año a año significativamente la presencia de espectadores en la sala principal del Auditorio Nacional: realizó 34 funciones con más de 62.000 espectadores en el año 2010 y llegó a 68 funciones con más de 120.000 espectadores en 2018, con más de 800.000 asistentes al ballet en menos de diez años.

Con el objetivo de conocer cuáles fueron las razones por las que el público se acercó al ballet y lo convirtió en una práctica cultural de relevancia dentro del panorama de las artes escénicas, la Facultad de la Cultura de la Universidad CLAEH se propuso realizar un estudio de públicos que diera cuenta de las transformaciones en la compañía estatal de danza clásica. Fue así que un equipo de investigación analizó, desde una perspectiva transdisciplinar, un objeto de naturaleza múltiple y compleja como es el público, que no admite una lectura unidimensional.

Más allá del repertorio, de la calidad de la interpretación del elenco en sus presentaciones, de la puesta en escena de una obra, de los aciertos o errores de la coreografía, materia sobre la que generalmente se inclinan críticos, expertos y profesionales, el libro La nueva cultura del ballet en Uruguay. El BNS y sus públicos recoge el interés por rescatar la perspectiva del público.

La publicación se sustenta en un estudio de públicos realizado desde dos abordajes complementarios: cuantitativo y cualitativo. El abordaje cuantitativo tuvo como objetivo relevar información sobre las características sociodemográficas del público, conocer algunas evaluaciones básicas que los espectadores realizan sobre la calidad de los espectáculos y obtener datos primarios sobre los hábitos relacionados con la frecuencia y la asistencia al ballet. En el segundo enfoque, de tipo cualitativo, se planteó, además de indagar en el interés del público por el ballet, su acercamiento hacia esta disciplina y las representaciones de esta práctica cultural en la vida cotidiana, ahondar en asuntos relativos a la gestión, una dimensión nueva en los estudios de la cultura.

De la investigación se desprende que el público del BNS es predominantemente femenino (76%), aunque el porcentaje de hombres no resulta nada despreciable (24%). Contrariamente a lo que puede imaginarse, es un público joven-adulto. Únicamente el 10% corresponde a personas mayores de 70 años. El mayor porcentaje (35%) se encuentra en la franja de los 30 a los 49 años, con un promedio de 45 años. Un 24% es menor de 30 años y cuenta, en general, con un nivel educativo alto (el 70% tiene estudios terciarios universitarios).

El público reside mayoritariamente en el departamento de Montevideo, concentrado en las zonas centro y sur de la ciudad (61%), donde están los habitantes de nivel socioeconómico más alto. Un 28 % reside en barrios de la zona norte de la ciudad, caracterizados por ser de nivel socioeconómico medio (Aguada, Belvedere, Unión, Atahualpa, La Blanqueada). Finalmente, un porcentaje que se ubica en el entorno del 11 % reside en los barrios más periféricos (Cerro, La Teja, Las Acacias, Malvín Norte, Maroñas, etc.), de sectores socioeconómicos medio bajo y bajo.

En cuanto a los hábitos de concurrencia, las respuestas marcan que no se trata de un público exclusivo del ballet, ya que habitualmente asiste a otro tipo de espectáculos (teatro, cine, fútbol, conciertos, otros). Además, va en grupo, con la familia extendida, amigos o compañeros de trabajo. En este sentido, se trata de una salida netamente social. Con respecto a la frecuencia con la que el público asiste a ver el ballet, puede decirse que es alta, pero lo más significativo es que en cada una de las mediciones realizadas, un 22% de los encuestados estaba asistiendo por primera vez a una obra del BNS.

Es la primera vez que se hace en Uruguay un estudio de estas características sobre el público de la cultura y se trata además de un estudio pionero en la región, que tiene como objeto al público de la danza clásica. La mirada, por lo general, está puesta en el escenario y es lógico que así sea. El estudio indaga sobre la mirada y la voz del público en tiempos en que el público —en este caso, los públicos, asumen un rol protagónico, no solo como consumidores o por el lugar que comenzaron a ocupar en las redes sociales, sino por la relevancia que ocupan en el espacio público, en lo que podemos llamar experiencia de ciudadanía.

A su vez, la relevancia de los estudios de públicos radica en la información de valor que aportan para la evaluación de una política cultural, su pertinencia y el vínculo que tiene con distintas dimensiones como la económica, el desarrollo social, el cuidado ambiental, políticas de equidad, ciudadanía cultural. Pero también aportan información respecto a su alcance. Es decir, si efectivamente llega a las personas a quienes están dirigidas y si territorialmente aporta a la tan mentada descentralización cultural. En ese sentido, el testimonio de un espectador habla de un «apetito de cultura».

«Porque toda esta gente, ¿dónde estaba?, ¿qué veía? Nada. Aparte yo veo que es como una cadena. Porque gente de mi familia, que no es ni de teatro ni de cine ni de nada, el otro día estaba en un cumpleaños y una prima me dice 'Mañana vamos con mi suegra, con tal y cual'. Y todos venían al ballet. Entonces ya engancharon siete personas que venían, y a esas siete personas, ¡qué les ibas a decir antes que vinieran al ballet! » (Gustavo, 53 años, Prado).[1]

Del libro se desprende también en qué medida las expresiones artísticas producen, no solo para su sector, oportunidades de desarrollo en relación a los métodos de trabajo (traducidos en el modelo de gestión), los puestos y las externalidades. Es decir, el impacto que el sector cultura tiene en la economía, por ejemplo, en el PBI.

En definitiva, esto dota de una mayor transparencia al uso de los recursos públicos, lo que reduce espacios para la corrupción y fortalece al sistema democrático, especialmente, en la forma en que los ciudadanos se relacionan con el sistema político. Estudiar al público permite, en esta línea, conocer las impresiones respecto a las dimensiones que adquiere una política cultural y la percepción respecto a lo que ocurre, tal cual se transcribe en el comentario de otro espectador (Jorge, de 43 años) quien sostiene que una presentación del BNS «parecía un espectáculo de nivel internacional»:

Al principio tenía una gran alegría. Después, pensé: «¿Esto será como todo en el Estado uruguayo? Que hacemos grandes estructuras, pero después tenemos un costo de mantenimiento y cuando vas cayendo a la realidad…». Bueno, lo primero que fui a ver fue La bayadera. Invité a una amiga, la primera vez que se daba, y fue ¡impresionante, impresionante! Parecía un espectáculo de nivel internacional. Te ibas de acá y decías: «Esto no es Uruguay». Era como que vinieron los extraterrestres y me llevaron a otro lado. Decías: «¡¿Y esto qué es?!». Así que salí sorprendido gratamente en esos términos. La experiencia fue más que saludable. Y después te vas con eso, medio confundido, de decir ¿esto es posible hacerlo acá? ¿Por cuánto tiempo vamos a vivir esto? Yo qué sé, ojalá que se mantenga este proceso por un largo tiempo, porque también yo siempre pienso que (cuando) vengo a verlo capaz que es la última, porque capaz que algo puede llegar a pasar, ¿no?

La nueva cultura del ballet en Uruguay deja un registro sobre el modelo de gestión del ballet nacional del SODRE, de un proceso de trabajo que se mantuvo más allá de cambios de gobiernos, aunque fueran del mismo signo político, y un cambio de dirección artística. En palabras de José Rilla:

«En el libro no hay recetas para repetir mecánicamente semejante desempeño. Sí hay lecciones aprendidas que merecen ser narradas, conexiones virtuosas, formas nuevas de pensar el hacer, coraje y empecinamiento, decisiones que derivan en mojones entre los cuales moverse y dar lo mejor de cada uno».

 

[1] Silveira, G., Urbanavicius D., Gómez D. (2021). La nueva cultura del ballet en Uruguay, Montevideo, CLAEH/Túnel.

 

Foto

 

Danilo Urbanavicius (1981) es licenciado en Gestión Cultural por la Facultad de la Cultura de la Universidad (CLAEH) y comunicador social, asistente de decanato, tutor de proyectos de egreso en la Tecnicatura en Gestión Cultural y coordinador académico de la Tecnicatura en Gestión de Instituciones Deportivas de la Facultad de la Cultura.

Gestionó diversos proyectos culturales en el ámbito público y en el privado y es codirector de Gestión Cultural UY.

 

 

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