Y estoy ahora, siempre estuve ahora

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Ilustración Eiiàn

Ilustración: Elián Stolarsky

Por Regina Ramos

Quien se pregunta por la poesía, dependiendo de quién sea, puede evocarla desde dos visiones contrapuestas. La primera es la idea de que emana de un grupo minoritario que cultiva dicho arte, se la piensa perdida, difusa o escondida, que es casi invisible o minúscula. La segunda, por otro lado, se ve reflejada por una invasión de versos en pegatinas, remeras, estados en redes sociales, ciclos, torneos, competencias, shows, premios, que hacen aparecer su nombre y el de su creador, poeta, de una forma tan viva y cercana que a algunos les incomoda exponer su etiqueta. ¿A qué responde esto? Quizá pueda hallarse una respuesta en el siguiente verso de la autobiografía poética de Amanda Berenguer (Estuario, 2021): “La poesía nos desborda, avasallante: es conocimiento revolucionario”.

Aunque en la actualidad tenemos a las colosales poetas Ida Vitale y Cristina Peri Rossi con el máximo galardón a las letras hispanas —el Premio Cervantes— y hemos reparado en homenajes a diversas figuras, la poesía es un género que en nuestro país ha superado el descuido de los lectores, de las editoriales y la falta de reconocimientos a sus creadores por décadas, pero aun así ha resistido: en los 80, los 90 y parte del nuevo milenio, la poesía viene autogestionándose y rehaciéndose a pesar de las vicisitudes. Así, se levantaron editoriales independientes, ciclos y festivales que propusieron a la poesía en sus diversos formatos: escrita, oral, experimental, performática y visual.

Desde 2015, una serie de ciclos de poesía lograron tener una mayor visibilidad en el circuito cultural montevideano, pero no ha sido producto de un fenómeno de generación espontánea: las bases de este crecimiento pueden encontrarse varios años atrás. Ante el vacío dejado por la interrupción del ciclo Caramelos y Pimientos de Isabel de la Fuente, desde 2005, Ronda de Poetas llegó a ocupar un espacio preponderante. Toma su nombre del bar La Ronda, que con su atípica cabina de grabación proyectaba la voz de los poetas hasta la vereda. Esto permitió conformar un archivo que da testimonio de más de 15 años de encuentros semanales —los jueves—. Por allí pasaron poetas como el Bocha Benavides, Raúl Zurita, la generación de Ediciones de Uno, la de los 90, la de la editorial Artefato —primera década del 2000— hasta llegar a la más reciente, la joven y ultrajoven movida poética uruguaya. Dado que este ciclo —ideado y coordinado por Martín Barea Mattos— se convirtió en una referencia para los escritores extranjeros que llegaban de visita al país, se amplió a Mundial Poético, un festival internacional de poesía

Sentadas las bases actuales, a los ya reconocidos y solventes Ronda de Poetas y Caramelos y Pimientos se le sumaron formatos que destacaron por su tendencia al Open Mic y al cruce de lenguajes artísticos con énfasis en la poesía oral. Es el caso del SLAM Montevideo que surge, según su gestor Pablo Pedrazzi, del «buceo faltante del micrófono abierto». Comienza en 2015 luego de que Pedrazzi, tras conocer el formato en Madrid, lo importara a Uruguay. Dicho formato consiste en tres reglas básicas: deben ser textos propios, el límite es de tres minutos, y no se pueden utilizar objetos —utilería— en la puesta al público. El formato fue adaptado para Montevideo acordando propuestas con el SLAM Buenos Aires, a partir de un estudio de campo. Al inicio fue un juego poético que se realizaba una vez por mes en La Cueva del Uapití, una casa cultural de amigos que abría sus puertas a variadas propuestas. Participaron en el SLAM Montevideo poetas consagrados, referentes de las artes escénicas y quienes probaban sus primeros textos. Se generó así una autopista de voces que proponían la diversidad. Tuvo una concurrencia considerable por lo curioso de la propuesta y la posibilidad de transitar una poética no literata. Se tiene aquí un estilo propio de slam focalizado en evitar la competencia, resaltando el lema «no compitas, haz compitas», donde se entregan premios simbólicos a los ganadores/perdedores como libros, objetos reciclados y en alguna ocasión una estatuilla. Bares chicos, grandes e incluso mercados abrieron sus puertas al formato. La red comunitaria del Slam de las Américas propuso un cambio estructural generando un campeonato mundial que no desatendiera a las lenguas originarias, disidencias y feminismos. Así surgió el World Poetry Slam Organization. Enfrentando las dificultades producidas por la amplitud de la consigna se compuso el festival de las Literaturas de las Periferias en Río de Janeiro.

El Slam ha seguido su recorrido, expandiéndose hacia festivales como el FILBA, que realizó un campeonato latinoamericano en el que resultó campeón el poeta y performer uruguayo Gabriel Richieri. El formato también se ha descentralizado de lo capitalino y pudo tener espacios en diferentes departamentos como Canelones, San José, Maldonado, Tacuarembó y Colonia, aunque solo en forma de intervenciones o esporádicas incrustaciones. En la actualidad es uno de los ciclos activos, y hasta la fecha han participado en él aproximadamente 700 poetas.

«Montevideo y todo el Uruguay resuenan con los estremecimientos del mundo»; con este verso de Berenguer podría expresarse lo sucedido con la pandemia, desarticuladora de la rutina instaurada. El recogimiento y la suspensión hicieron otro fuerte contrapeso en el tambaleante circuito poético; muchas de las propuestas optaron por la espera, mientras que otras se reinventaron desde lo virtual. Accionaron, junto a las mencionadas anteriormente: En el camino de los Perros, Kalima en tertulia, Living Literario, El club de la labia, Elefante bazar, Pasame el Mic, Deletreando, Poeta soporta poeta, Somos Poesía, Poesías performáticas, entre otras. Durante la pandemia hubo una modalidad híbrida entre el ciclo y el live que ofreció una alternativa para suavizar el distanciamiento, permitiéndole a la poesía llegar como encuentro a través de las pantallas, donde poetas o lectores mediáticos en cadena le compartían textos a un público observador aunque invisible. Maratón de Poesías y Poesía en tu sofá fueron ciclos virtuales que durante la pandemia ofrecieron una lectura en cadena de referentes de los medios de comunicación o de las artes. También existieron las propuestas individuales de los propios poetas que subían sus contenidos o generaban intercambios con otros poetas. Un ejemplo destacado en superar los obstáculos del distanciamiento social fue el de Ronda de Poetas/Mundial Poético, que cumplió la hazaña de realizar un festival internacional de poesía vía streaming, alcanzando así su séptima edición y logrando un archivo sumamente cuidado de lo acontecido que se puede conocer a través de Youtube. Esto permitió salir de los límites montevideanos —y hasta uruguayos— del verso, pero ¿cuáles son los ciclos de poesía del interior del país? Es todavía imposible generar un mapa nacional que muestre en cada departamento un foco de intercambio. Algunos lo han intentado, como Sueñapalabra en Paysandú, Naranja en llamas en Salto, Pan de poetas y Jodido Jueves en Maldonado, Poesía itinerante de Colectivo Poetas en Río Negro, Encuentros lunares en Lavalleja, Otro miércoles en San José, encuentros de poetas en Rocha y diferentes cruces entre poesía y música en Canelones. Actualmente, los ciclos presentes luego de que se retomaran las actividades culturales tras la pandemia son montevideanos: Poeta soporta poeta, ciclo de poesía performática y música, Elefante Bazar Concepto en Casa A y Martes Poético en Lo de Molina.

Otro modo de encuentro y descubrimiento son las antologías. Ellas son fundadas por un criterio semejante al de los ciclos: hacer haciendo con otros, planteando la diversidad de búsquedas estéticas y concepciones de la poesía como el indicador sobresaliente de que está viva y efervescente. Berenguer, lúcida y sensible, también reconoce a sus contemporáneos, llegando a dedicarles algunas líneas a muchos de ellos con el mismo afán de reconocimiento y fraternidad:

Con ellos comparto un péndulo que no se detiene, y el paisaje desde las ventanillas del convoy o del ómnibus cotidiano, o desde el ojo de buey vertiginoso de la metáfora, o desde una mirilla telescópica para signos insobornables. Y todos buscando los pezones lácteos del espacio escritural (Donde anida el rayo, 2021, Hum Montevideo, pp. 219-22).

Internet, con sus redes sociales y los sistemas hoy propuestos de distribución de libros que divulgan poesía escrita por mujeres, contribuye a un interesante vínculo intergeneracional entre poetas. Los feminismos propusieron apreciar a las precursoras de un modo atento y eso hace que ahora estén presentes en las escrituras que emergen, en un reconocerse compañeras en el acierto y en el error: en ver, más allá de las diferencias estéticas, interlocutoras válidas, poetas compañeras. Esta concepción dio en consonancia una serie de antologías que permiten tener una muestra de la poesía creada por mujeres en el país. Dos ejemplos de ellas son Cuerpo, palabra y creación (2018) de Editorial Encuentros y Liberoamericanas. 80 poetas contemporáneas (2018), de la editorial Liberoamérica. Esta última integra voces de poetas jóvenes uruguayas a una muestra continental, mientras que la primera es una antología de veinte poetas uruguayas contemporáneas, reunidas por la docente y escritora María Sánchez. Aunque varias poetas cuentan con un devenir respaldado por publicaciones, algunas de ellas logran su primera publicación gracias a este libro.

No solo las antologías de poesía escrita por mujeres revelan una diversidad y reconocimiento en las diferencias, como también de lo intergeneracional. También se pueden encontrar otras muestras del devenir contemporáneo. La antología La confabulación de las arañas (Detodoslosmares, 2018) es una selección de poetas uruguayos cuya producción abarca desde la década del 60 hasta nuestros días, compuesta por autores con tendencias disímiles, pero que —como señala el compilador, Martín Palacio Gamboa— es posible que compartan miradas similares sobre aspectos socioculturales, de promoción, lectura y publicación, lo que muestra una saludable tendencia dialógica y revisionista. De divina proporción (La Coqueta, 2017) y Uruguachas (La Coqueta 2017) son dos muestras de poesía contemporánea uruguaya con semejante criterio de engarce: mostrar un conjunto de poéticas cabecillas de su propia naturaleza, donde lo generacional se supera. Otra antología clave para conocer a la poesía actual es En el camino de los Perros. Antología crítica de Poesía Uruguaya Ultrajoven (Estuario, 2018). En el camino de los perros es un colectivo que edita desde el año 2015 a un poeta de entre quince y veinte años cada dos semanas y realiza su ciclo mensual de lecturas en Montevideo. Entre las actividades generadas por el colectivo figuran talleres en liceos, eventos literarios y un seguimiento personalizado de los adolescentes y jóvenes involucrados. Más de cien poetas ultrajóvenes han estado vinculados al proyecto. Esta antología es la cristalización de un proceso dinámico que abarca las diferentes aristas del fenómeno literario: la creación, la educación, la crítica, la difusión y teorización en torno a una serie de discursos emergentes que estaban desatendidos respecto a lo precedente, al libro y a la crítica. 

Luego de este recorrido, y retornando a la pregunta inicial, se podría decir que ahora la poesía está como nunca y como siempre estuvo. Es uno de los espejos antiquísimos aunque mute en pantalla, en libro, en stencil, en escena o a veces improvise un camuflaje. La poesía navega y permanece, como lo sabía Amanda: 

Mis compañeros están aquí. Respiran este aire apalabrado que respiro, son calor de cercanía crítica, son mi juez y mis testigos, viven sobre la misma tierra de la página, en la ciudad de la Posibilidad, con puertas altas como eucaliptus (Emily escribió: “I dwell in Possibility”), al borde de este Río Aqueronte de la Plata; entonces crecen sus textos y sus libros cruzan los puentes y se instalan en los amarraderos de nuestra activísima biblioteca (Donde anida el rayo, 2021, Hum Montevideo pp. 219-220).

 

 

Foto Regina Ramos

Regina Ramos (San José de Mayo, 1992) es poeta y profesora de Literatura. Publicó el poemario 23 veces Out (2017), Premio Ópera Prima, MEC y Señuelo (2020). Obtuvo diversas menciones honoríficas en poesía joven. Participa del grupo de investigación (GILFU) sobre el cuento fantástico uruguayo publicando trabajos sobre Adolfo Montiel Ballesteros y Armonía Somers y escoeditora de Antología de poesía ultrajoven, En el camino de los perros (2016-2021).
Ha realizado diversos talleres de escritura creativa para adolescentes y adultos como Pulso (MEC, 2017), ECO (Casa Dominga, 2019 y 2020) y Orientación Poesía (2021). También se desempeñó como curadora y gestora de los eventos culturales Otro miércoles (Ciclo de poesía en San José, 2017), festival Mundial Poético (desde el 2018) y Jam de Literatura, Cine y Psicoanálisis (desde el 2018).

 

 

Foto Elian Stolarsky 

 

Elián Stolarsky (Montevideo, 1990) tiene un máster con distinción en artes visuales y, hasta la fecha, es la artista más joven en exponer individualmente en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo. Ha sido merecedora de varios premios y becas tanto a nivel nacional como internacional, tanto en su faceta de artista como de ilustradora.

 

 

 

 

 

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