Plan Nacional de Género en las Políticas Agropecuarias

4.2.7. Género, ambiente y cambio y variabilidad climática

Un aspecto que tanto la bibliografía antecedente como las consultas ciudadanas y al funcionariado han colocado refiere al potencial de las mujeres y su capacidad de preservación en relación al ambiente y la naturaleza.

Por el propio proceso de división sexual del trabajo, y por la mayor carga de responsabilidades domésticas atribuidas a las mujeres, ellas son quienes frecuentemente asumen los roles vinculados a la selección de las plantas y los alimentos, la producción de autoconsumo, la domesticación de los animales y la conservación del espacio peridoméstico y de las semillas (FAO, 2017). En el ámbito de la inserción laboral dependiente, se vincula con la mayor inserción de las mujeres en tareas repetitivas y que requieren especial atención y manejo más cuidadoso, asociando la tarea a la noción de “delicadeza” (Kay, 1995). Estos roles también les asignan mayor responsabilidad en relación a los cuidados y de la salud familiar, como se ha señalado, así como dentro de las producciones agropecuarias roles vinculados al cuidado y cría de animales y cultivo de vegetales. Todas estas posiciones permiten una mirada más atenta a la relación entre las personas y la naturaleza, así como a los cambios que se producen en el ambiente y a la relación entre el ambiente y la salud. 

A nivel nacional, las organizaciones de mujeres rurales y mixtas con representación en el Espacio de Diálogo de Mujeres Rurales (49) han jerarquizado la relación entre la producción y el ambiente en sus documentos y en el espacio de incidencia.

Las escasas fuentes cuantitativas disponibles ofrecen hallazgos congruentes con la información cualitativa. Bernheim (2018), indica que existe una mayor percepción de las mujeres de las transformaciones en las estaciones, y los impactos sobre la salud animal y humana del cambio y variabilidad climática. Por su parte, su estudio también señala que se ha observado un mayor número de medidas de adaptación efectivamente implementadas, cuanto mayor es el nivel de involucramiento de las mujeres encuestadas en las decisiones prediales, y cuanto más informadas están las mismas sobre la temática de variabilidad y cambio climático.

Por su parte, Courdin, Litre y Correa (2014) señalan, a través de un estudio de caso en la ganadería, una mirada diferente de mujeres y varones en relación a la naturaleza, así como identifican que las mujeres priorizan en mayor medida la biodiversidad y la calidad de la producción.

En el mismo sentido, Cabrera et al. (2020) en un estudio sobre conservación de variedades criollas de maíz, identifican que las mujeres estudiadas conservan un mayor número variedades que los varones, y que esto es aún mayor entre las mujeres del norte del país. En 2020, el mismo autor señala además la centralidad de las mujeres en la transmisión de conocimientos tradicionales asociados a recursos fitogenéticos, especialmente en relación a las plantas de uso medicinal y alimenticio.

“Creo que tenemos una mirada diferente, más a futuro en cuanto a la producción y en cuanto a la ecología y el cuidado animal”.
(Consulta ciudadana)

Por su parte, Chiappe (2020) sostiene que existe una menor proporción de denuncias realizadas por mujeres por conflictos vinculados al uso incorrecto uso de agroquímicos (28,5% en 2018), e identifica en su estudio formas de coacción y violencia hacia las mujeres que inhiben sus denuncias. A pesar de ello, señala que hay un alto involucramiento de las mujeres en denuncias vinculadas a afectaciones a la infancia y la salud a nivel comunitario.

Finalmente, existen sectores donde es central la relación entre la producción y el cambio y la variabilidad climática, pero que se encuentran menos estudiados desde una perspectiva de género, como ser: apicultura, pesca artesanal y agricultura.

La perspectiva de género incorporada en el PNG Agro reconoce el valor del trabajo productivo, reproductivo y comunitario descrito, así como la mirada que esta y otras formas de vinculación con la naturaleza permiten desarrollar. Al mismo tiempo, desnaturaliza que esos roles deban ser asignados y desarrollados por las mujeres exclusivamente, y busca jerarquizar las relaciones producción-naturaleza identificadas por las mujeres como prácticas a destacar y reproducir.

En congruencia, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, 2014) señala que es necesario avanzar en materia de equidad de género a nivel de capacitación, recursos y cobertura de necesidades básicas, como una forma de impulsar el rol clave que tienen las mujeres como agentes de cambio.

Las consultas ciudadanas desarrolladas señalan una priorización de lo ambiental, la salud y el bienestar animal sobre ciertas prácticas productivas, y diferencias con los varones de los predios en relación a esas priorizaciones y avidez por un mayor conocimiento y desarrollo de prácticas ambientalmente amigables.

Consultas ciudadanas: Percepciones vinculadas a las relaciones con la naturaleza

Fuente: Elaboración propia en base a consultas ciudadanas, año 2020.

Limitaciones identificadas

  • Menor incidencia de las mujeres en los predios y en la organización del trabajo limita la posibilidad de influir sobre las decisiones que afectan el ambiente, los recursos naturales y la salud animal y vegetal.
  • Masculinización del acceso a capacitaciones específicas sobre temas agropecuarios obstaculiza el conocimiento sobre los impactos de decisiones productivas.
  • Impactos del exceso y déficit hídrico sobre las tareas productivas, comerciales y reproductivas. Afectación del tiempo de cuidados y la economía doméstica, recargando a mujeres.
  • Vínculo de asistencia técnica y asesores/as comerciales se realiza con el varón principalmente.
  • Tenedoras de bosque nativo desconocen el valor y tratamiento del recurso. Situaciones asimétricas entre cuadrillas de corta y tenedoras de bosque no permiten a las mujeres dirigir el proceso.

Potencialidades identificadas

  • Interés específico de las mujeres en los impactos ambientales y climáticos de la producción, y en capacitaciones al respecto. Atención mayor a los vínculos entre ambiente, salud humana y bienestar.
  • Conocimiento de las mujeres de usos más amplios de plantas y conservación de semillas.
  • Mayor reflexión femenina sobre los límites entre el trabajo extractivo e intensivo, y la sustentabilidad. Mayor apertura a incorporar prácticas más amigables con el ambiente.
  • Advertencia más temprana de los efectos negativos de prácticas productivas sobre la salud animal, vegetal y humana al incorporar la mirada de las mujeres.
  • Rol de las mujeres en producciones peridomésticas como huertas de autoconsumo y producción de pequeños animales para la alimentación de las familias y de trabajadores/as en establecimientos.
  • Interés en la agroecología de las organizaciones de mujeres rurales, y en particular en relación al desarrollo del Plan Nacional de Agroecología.
  • Mayores vínculos de las mujeres con las instituciones de los territorios (potencial en acciones de respuesta).

De esta manera, la cuestión ambiental es colocada en la agenda de las políticas de género en el sector agropecuario a partir de demandas concretas de la sociedad civil en torno a la centralidad del tema, la capacidad de agencia de las mujeres en el mismo y las limitantes que encuentran para decidir e incidir en predios y comunidades en esta materia.

En particular, OECD (2012) destaca la relevancia que tienen la motivación, el conocimiento y la percepción que quienes toman las decisiones prediales a la hora de incorporar medidas de adaptación. En este sentido, las políticas que acompañan procesos de difusión, extensión y formación respecto al cambio y la variabilidad climática son especialmente relevantes, y complementarias de otras dirigidas al apoyo económico para la adaptación y mitigación.

 

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