Julio Herrera y Reissig

JULIO HERRERA Y REISSIG
(09/01/1875 - 18/03/1910) (*)
De forma general puede señalarse que, al abandonar la influencia romántica, su creación fue heredera del simbolismo. Nacida del tronco del modernismo – escuela que rechazó inicialmente –, estuvo ceñida al soneto, la décima y la rima. Entre sus puntos salientes se encuentra la riqueza metafórica. Participó del barroco – o del manierismo según Idea Vilariño – y de cierto hermetismo en parte de su producción. La corta vida de Herrera le impidió una eventual evolución hacia otros estilos, que apenas tuvo tiempo de esbozar. Algunos críticos lo consideran precursor de las vanguardias que se consolidarían años después. Frente a los estudios que exaltan su figura puede citarse la crítica duramente adversa de Osvaldo Crispo Acosta (Lauxar), o el juicio desfavorable de Enrique Anderson Imbert, Miguel de Unamuno o Juan Ramón Jiménez. Nace hace 150 años en Montevideo, descendiente de una familia de abolengo patricio afincada desde 1727. Su bisabuelo, Nicolás de Herrera, distinguido jurisconsulto y político; su abuelo, Manuel Herrera y Obes, ministro de la Defensa; su tío Julio Herrera y Obes, presidente del Uruguay; sus primos Carlos María Herrera, pintor; Ernesto Herrera, dramaturgo.
Sus padres Manuel Herrera y Obes (en rigor Herrera Martínez, como su tío) y Carlota Reissig tuvieron nueve hijos. En el momento de su nacimiento, su padre gozaba de buena posición económica (uno de los propietarios del Banco Mauá) por lo que nace y vive durante sus primeros años en una casa quinta en el barrio del Prado. A los cinco años se le descubre una grave arritmia coronaria congénita. En 1882 su padre enfrenta un problema económico serio al quebrar el Banco Herrera-Eastman, por lo que la familia se traslada a una casa más modesta del Cordón (la recuperación llegará cuando nombren al padre director de las Casas Pasivas en la Caja Nacional). Comienza sus estudios en el Colegio Lavalleja, luego es inscrito en el colegio salesiano del Cordón donde estudia dos años, y posteriormente pasa al colegio San Francisco. Es una época en la que ya empieza a mostrar su gran poder imaginativo con episodios de ciclotimia. Su abuelo Manuel Herrera y Obes fallece en 1890 y al año siguiente su hermano mayor Rafael. En el mismo año su tío Julio Herrera y Obes asume la presidencia de la República (una leyenda señala que Julio pudiera ser hijo de él y de una hermana de Carlota) y, por su mediación, ocupa un cargo público en la Alcaldía de la Aduana; dos años después renuncia. En esa misma época cae enfermo de tifus y pasa la convalecencia en una estancia de Salto, donde toma contacto con la naturaleza.
En 1895 el director de la Inspección Nacional de Instrucción Pública lo nombra su secretario adjunto, pero presenta renuncia por delicadeza a los dos años cuando el director es reemplazado; la renuncia es aceptada lo que hiere su autoestima. Como desahogo escribe ‘’Cosas de aldea’’, texto no publicado, en el que manifiesta su agravio y cierta megalomanía que da comienzo a su leyenda. En 1898, en el periódico La Libertad -contrario al presidente Juan Lindolfo Cuestas- escribe un primer soneto, ‘’La Dictadura’’. Meses después publica en La Razón, que dirigía Carlos María Ramírez, el poema ‘’Miraje’’ con reminiscencias de Lamartine y Bécquer, pero que aparecido con un elogio del crítico Samuel Blixen se convierte en un éxito que lo estimula a escribir versos en la misma línea. También en La Razón aparece el poema ‘’Salve, España’’ vinculado a la Guerra de la Independencia de Cuba. En esa época había conocido a la maestra María Eulalia Minetti, con quien tuvo una hija natural, Soledad Luna. De su relación nace la única obra teatral de su autoría, ‘’La Sombra’’, de poco valor dramático. A partir de este momento se convertirá en autodidacta y su formación se basará en la lectura de los clásicos españoles, griegos y latinos, así como Víctor Hugo, Lamartine, Musset y las ediciones de Mercure de France, entre otros.
En 1899 tiene un escarceo en política al participar contra la unificación del Partido Colorado auspiciada por Cuestas, pero pronto se aparta de esas actividades para concentrarse en la poesía. En este mismo año funda el periódico quincenal La Revista, que le permitirá ser conocido en el ambiente literario. Se publica once meses y en su primer número evalúa negativamente el momento literario de su país y contribuye a la iniciación renovadora del modernismo, pues en ella aparecen algunos poemas de Toribio Vidal Belo de corte simbolista, como «Noche blanca», que denotan el eco de Rubén Darío, apenas conocido entonces en Montevideo. Herrera lo destaca por su originalidad, hasta el punto de observarse una variación notable entre las opiniones de la primera y la segunda parte de su ensayo ‘’Conceptos de crítica’’, uno de los cuatro textos en prosa que publica, junto con seis breves poemas, en La Revista. A través de Vidal Belo – a quien dedicó ‘’Wagnerianas’’ – conoció a los modernistas hispanoamericanos y a los simbolistas franceses, Rubén Darío y Julián del Casal, a Paul Verlaine y Georges Rodenbach. En esos años las nuevas corrientes ideológicas y estéticas finiseculares llegan a Montevideo; las ideas de Nietzsche, Kropotkin y Bakunin, así como los simbolistas Baudelaire, Rimbaud y Verlaine. Pero fue su amistad con Roberto de las Carreras lo que decidió su cambio definitivo de orientación literaria. Este había llegado de París en 1898 con libros de poetas parnasianos y simbolistas e hizo de la provocación su propia existencia exhibiendo ideas anarquistas y proclamando el amor libre.
En abril de 1900 De las Carreras publica Sueño de Oriente que envió a La Revista, y que Herrera leyó maravillado por su transgresión y atrevimiento. Se hacen amigos – De las Carreras fue uno de los primeros contertulios de la Torre de los Panoramas – y Herrera adopta también la misma actitud desafiante. Proyectan textos conjuntos, con burlas a «la toldería de Tontovideo». Se proponen escribir Los nuevos charrúas o Parentesco del hombre con el suelo o Tratado de la imbecilidad del país según el sistema de H. Spencer, del cual se conservan unos cientos de páginas publicados por Aldo Mazzucchelli en 2006. Parte de este trabajo pasará al Epílogo wagneriano a «La Política de Fusión», alegato antinacionalista en forma epistolar, aparecido en la revista mensual Vida Moderna (1902). Años después, en 1906, ambos poetas se enemistan por una polémica relacionada con la paternidad de una metáfora («El relámpago luz perla / que decora su sonrisa» del largo poema filosófico ‘’La Vida’’ de Herrera) cuyo origen podría rastrearse en la poesía de Quevedo y en la de Bécquer. La Revista deja de publicarse en julio de 1900 al sufrir Herrera la más dura de las crisis cardiacas hasta ese momento. Recurrió al único paliativo conocido, la morfina, lo que abonó la leyenda de ‘’poeta maldito’’, por su presunta adicción a las drogas (a lo que el propio Herrera contribuyó con fotos aparecidas en una famosa nota del semanario argentino Caras y Caretas de 1907). Durante un breve período firma Julio Herrera y Hobbes.
Conoce a Leopoldo Lugones a través del cenáculo del Consistorio del Gay Saber que dirigía Horacio Quiroga. En 1902 pronuncia un discurso en el sepelio del joven poeta salteño Federico Ferrando, fallecido accidentalmente por el tiro de una pistola que manipulaba Horacio Quiroga. Por diferencias literarias y políticas Herrera y Quiroga habrían de distanciarse posteriormente. Su padre le busca un trabajo en el Archivo del Censo Municipal en Buenos Aires. Parte en 1904, y allí comienza a componer ‘’Los éxtasis de la montaña’’, para regresar a Montevideo en 1905 donde busca la fuente de sus ingresos en el periodismo y reinicia su vida en la Torre de los Panoramas. El cenáculo llegó a reunir treinta jóvenes que rodeaban al Pontífice, recibía figuras que llegaban a Montevideo y tuvo distintas ubicaciones, la última en la calle Ituzaingó, recinto que dio origen a la denominación de ‘’La Torre’’, hoy sede de la Academia Nacional de Letras (uno de cuyos sillones académicos lleva su nombre). Las distintas partes de la Torre tenían nombres especiales, la escalera que daba acceso al modesto altillo era "La senda de Latona"; las explanadas de la azotea: "La avenida de los suspiros" y "La ruzafa de los espectros"; las paredes del altillo "La boca del Flegetón" (al Este), "Las murallas del Aqueronte" (al Sur), ‘’Los Aledaños de Ultratumba (al Oeste) y "la Estigia" (al Norte). El mirador era "La roca Tarpeya". Con una inclinación natural al misticismo Herrera se interesa por el espiritismo. En mayo de 1907 funda La Nueva Atlántida, «revista superior de altos estudios», que sólo alcanzó dos números ya que no contaba con la ayuda económica familiar.
A la muerte de su padre en esa misma época se agrava la desprotección y la familia se muda. El poeta pasa a vivir esporádicamente en casa de su novia Julieta de la Fuente y luego con su madre en la calle Washington. Debió aceptar un trabajo administrativo en el diario La Noche. En julio de 1908 se casan y viven en casa de Julieta. Al fallecer días después su madre, Carlota Reissig, se acentúa aún más su indefensión e intenta negocios y empleos, como un comercio de vino francés, o agente de la Compañía Nacional de Seguros La Uruguaya. Hace un último viaje a Bs. As. en 1909. Solicita sin éxito un cargo de cónsul; le conceden un empleo del Estado, el de subarchivero-bibliotecario del Departamento Nacional de Ingenieros, que no pudo asumir al agravarse su enfermedad. Muere en Montevideo a los treinta y cinco años. En el sepelio en el Cementerio Central – a donde había concurrido algunas noches para ‘’encuentros espiritistas’’ – hacen uso de la palabra José María Fernández Saldaña, su gran amigo César Miranda y Alberto Zum Felde, cuya oración fúnebre, escrita en el café Polo Bamba, acusa a la sociedad de ignorar al poeta. Años después sus restos se trasladan al Panteón Nacional. La corta obra de Herrera recorre zonas variadas. En ‘’Los parques abandonados’’ (1902-1908) incursiona con sonetos endecasílabos en el amor; también en endecasílabos son ‘’Las Clepsidras’’ (1909), en la que muestra el exotismo común a los modernistas; en ‘’Los éxtasis de la montaña’’ (1904-1907) – que habría tenido como inspiración su estancia en Minas en 1904 y cuyo pórtico puede considerarse el poema pastoril ‘’Ciles alucinada’’ de 1902 – surge la vida natural, los paisajes, las tareas campesinas, la experiencia bucólica en sonetos alejandrinos; en ‘’Desolación absurda’’ y ‘’La Torre de las Esfinges-Tertulia lunática’’ recurre a la décima y expone su dominio del hermetismo. Además de las obras mencionadas, se publican ‘’Las pascuas del tiempo’’ en el Almanaque Artístico del Siglo XX, ‘’Los maitines de la noche’’ (1902); ‘’Sonetos vascos’’ (1908); ‘’Berceuse blanca’’ (1910) y, en prosa, algunos pocos textos críticos y relatos. ‘’Los peregrinos de piedra’’, es el único volumen parcial de poemas ordenado por su autor; fue publicado después de su muerte.
En 1912, Rubén Darío brinda en el Teatro Solís una conferencia elogiosa de la figura de Herrera y Reissig. Una avenida de Montevideo lleva su nombre. En 1998 la UNESCO publica su poesía completa en una lujosa edición.
(*) - FUENTES CONSULTADAS:
- Nuevo Diccionario de Literatura Uruguaya 2001. Montevideo. Alberto Oreggioni-Ediciones Banda Oriental.
- Sitio web de la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, sobre Julio Herrera y Reissig.
- Píriz, R. B. (1951). Herrera y Reissig: Vida y obra. Revista Hispánica Moderna, 17(1/4), 1-82.
- Olivieri, M. (1968). Herrera y Reissig (Capítulo oriental N°13), Montevideo, CEDAL.
- En Homenaje a Julio Herrera y Reissig (1975). Serie de fascículos de El País de los Jueves Extraordinario.
- Obras Poéticas de Julio Herrera y Reissig. Montevideo. Biblioteca Artigas, Colección de Clásicos Uruguayos. Vol. 113.
- Idea Vilariño. De la Poesía y los Poetas. Montevideo. Biblioteca Artigas, Colección de Clásicos Uruguayos. Vol. 208.
- Ibánez, R. y otros (1976). Perspectivas críticas. Revista de la Biblioteca Nacional, N°13. Montevideo.
