Derechos humanos
¿Cómo impactan las brechas existentes en la sociedad (económicas, educativas, entre otras) en la construcción de la ciudadanía?, ¿Qué fenómenos actuales e históricos no podemos dejar por fuera?, ¿Consideramos las necesidades, miradas y voces de migrantes, las diferentes identidades de género y los grupos sociales marginados en la ciudadanía que ejercemos y construimos a diario?
La Estrategia destaca en esta perspectiva la necesidad de tener en cuenta el respeto a los derechos humanos consagrados a nivel internacional, regional y nacional y la consideración de los nuevos desafíos que se ponen en juego en los entornos digitales.
Además, asumiendo que las brechas de la sociedad se reproducen también en el entorno digital, se enfatiza en cómo operan las diversas categorías de desigualdad de forma articulada (desde una perspectiva interseccional) en los derechos vinculados con migración, género, discapacidad, desigualdad económica y educativa.
Los derechos humanos son primeramente una construcción socio histórica que da cuenta del proceso por el cual hombres y mujeres han consagrado libertades e igualdades, las que son inherentes al ser. La perspectiva interseccional pone en relieve que la desigualdad no es resultante de aspectos esenciales o constitutivos de sujetos individuales, sino que resulta de las discriminaciones que los atraviesan en cada contexto particular. La interseccionalidad es el fenómeno por el cual cada persona sufre opresión u ostenta privilegio en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales.
Paula Sibilia realiza una pequeña genealogía del concepto. Comienza reconociendo que no es un concepto eterno, que nació con la humanidad, sino que es una construcción. Nace junto con la sociedad moderna y la Revolución francesa, a partir del foco en la ciencia, la racionalidad, la ilustración y un corte con la Iglesia, con los dogmas y con el poder eclesiástico, para darle otro rumbo a la historia y colocar al hombre como protagonista. En este sentido se trata de un concepto revolucionario. Aunque advierte que en sus inicios era un término que no abarcaba a todas las personas, la noción de lo humano se ha ido ampliando para incluir a las mujeres y también otros seres que no se agotan en el binarismo hombre-mujer. Así como cuestiones raciales y cuestiones geopolíticas. O sea, un hombre francés es tan humano como una mujer de Martinica, por ejemplo. Esto no estaba tan claro hace algún tiempo. Entonces la misma noción de derechos humanos que se considera un pilar de la democracia y la igualdad de derechos es problemática, tiene una historia compleja de discriminación, que dejó afuera durante mucho tiempo a varias categorías que hoy consideramos humanas y que antes no era muy claro que lo fueran. Incluso hoy en día se llega a cuestionar también si la especie humana debería tener ese privilegio ante otras especies que han sido sistemáticamente exterminadas en nombre de nuestro propio bienestar. Entonces, quizás la categoría de derechos humanos quede corta, pensando en los derechos de los animales e incluso yendo un poco más lejos a las reflexiones en torno a la inteligencia artificial, si estas entidades que estamos creando también deberían tener sus derechos. Todo esto está en cuestión.
En tanto Marta Peirano señala que el tema de los derechos en el entorno digital es un tema muy delicado porque hay quien piensa que necesitamos nuevos derechos digitales y hay quien piensa que con los derechos que tenemos ya nos basta. Ella considera que el entorno digital ofrece nuevas posibilidades y como contrapartida, nuevos peligros. Pero que los derechos ciudadanos y los derechos humanos que hemos establecido forman una base sólida, aunque se requiere pensar mejor en las nuevas interfaces de acceso y en las nuevas superficies de vulnerabilidad que ofrece al exterior. Piensa que lo que tenemos que modificar no son tanto los derechos como la habilidad de las personas para interpretar la ley, para entender los distintos peligros del entorno digital. Entiende que generalmente la legislación va siempre por detrás de la tecnología.
Tal como se ve claramente expuesto en el documento de Cepal -L. E. Santana e I. Serra, “El enfoque de derechos humanos y ciudadanía digital en la ciudad: conceptos y propuesta”: “Utilizar un enfoque de derechos para acercarse al estudio de la ciudadanía digital permite hacer converger los desarrollos teóricos y prácticos respecto a lo que constituirá la ciudadanía digital con los avances que la comunidad internacional y los países han realizado en términos normativos para establecer estándares para una vida digna y de bienestar para todos (GNUDS/Enfoque basado en los Derechos Humanos, s/f).” (Santana y Serra, 2022: p. 11)
La Declaración Universal de Derechos Humanos hace hincapié en que para alcanzar el ideal del ser humano libre, liberado del temor y de la miseria, los derechos civiles y políticos deben estar garantizados; pero además deben crearse las “condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos, sociales y culturales (DESC)” (ACNUDH/Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 1966). Estos derechos son aquellos relacionados con la satisfacción de las necesidades básicas de las personas: acceso a la vivienda, la alimentación, el agua, la atención de la salud y la educación, la seguridad social y la participación en la vida cultural. A estos derechos también se le han sumado los derechos ambientales, que son aquellos relativos al disfrute de un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible (Knox, 2018) y a este conjunto de derechos se les denomina DESCA. Como se ve, los marcos normativos e instrumentos de derechos humanos están en constante adaptación, adecuándose a las necesidades de cada sociedad para establecer un marco legal mínimo de dignidad para el desarrollo de las personas.
Los derechos se transforman en obligaciones contraídas por los Estados en la medida que se incluyen en tratados que se ratifican y entran en vigor en las legislaciones nacionales. En ese proceso evolutivo resulta relevante cuestionarse cómo la digitalización de la sociedad y las economías se relacionan con el goce y ejercicio de estos derechos.
Un ejemplo de ello es considerar los contextos y geografías particulares donde las personas ejercitan su ciudadanía, siendo las ciudades espacios de fundamental importancia… “una ciudad que no solo se presenta materialmente (calles, edificios, casas y tiendas), sino que también nos rodea de información y líneas de código que son invisibles al ojo humano, pero que alteran fundamentalmente cómo la ciudad funciona y cómo interactuamos con ella (Graham y Dittus, 2022)” (Santana y Serra, 2022: p. 8)
A lo largo de este documento se habla de ciudadanía digital tomando la noción tradicional de ciudadanía que se refiere al derecho a compartir y participar plena y dignamente en la vida social, pero ahora en el marco de una sociedad que se desenvuelve en ciudades híbridas.
Al respecto, Ellen Helsper advierte sobre un futuro digital donde las tecnologías van a estar integradas en los objetos, en los ambientes, por ejemplo, internet de las cosas o las ciudades inteligentes. Es importante entender que esto lleva consigo un conjunto de problemáticas que tienen que ver con nuestra autonomía sobre los datos, sobre nuestra identidad. El tema hoy no es tanto la oportunidad de acceder a las tecnologías porque van a estar a nuestro alrededor, sino más que nada es entender y poder tomar decisiones que nos traigan beneficios y eviten los riesgos o las cosas más negativas que pueden venir con esta digitalización. Y ahí el tema de la desigualdad es muy importante. En las investigaciones que realiza encuentra que la gente con más recursos socioeconómicos, con una posición aventajada, pueden tomar la decisión de no usar la tecnología, de desenchufarse. Pero la gente que está en posiciones más vulnerables, que dependen de otras personas para que le den trabajo, comida, servicios, beneficios sociales, muchas veces no tienen la opción de elegir cuáles datos compartir o no comparten, por lo que no pueden proteger esa autonomía sobre su identidad. Entiende que es un tema bien importante para el futuro digital, discutir qué derecho tenemos a decidir no estar en el mundo digital.
Reconocemos que hablar de derechos humanos tiene múltiples aristas. En este contexto interesa reflexionar acerca del impacto que el entorno digital tiene sobre el ejercicio de derechos fundamentales ya consagrados y sobre nuevos derechos que se comienzan a considerar.
En tal sentido, importa destacar el reconocimiento desde Naciones Unidas de considerar que los mismos derechos humanos "offline" (fuera del entorno digital) deben protegerse también "online" (en el propio entorno digital). A su vez, continuamente están surgiendo nuevos asuntos que llevan a hablar de nuevos derechos que emergen del entorno digital, como por ejemplo el derecho al olvido.
El dinamismo propio del desarrollo tecnológico, como se ha señalado, en general va por delante de la posibilidad de abordar jurídicamente sus impactos sobre la ciudadanía. En este sentido, entendemos fundamental propiciar la generación de espacios donde la ciudadanía pueda reflexionar acerca de los impactos que sobre nuestros derechos está teniendo la tecnología y las dinámicas instaladas en los entornos digitales.