3 de diciembre, Día Nacional

Candombe, Patrimonio de la Humanidad

Desde el año 2006, todos los 3 de diciembre, se celebra en Uruguay el Día Nacional del Candombe. En 2009 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por UNESCO.
candombe

Candombe es el nombre genérico que reciben diferentes danzas de origen africano en Uruguay, y nace de la conjunción de los más de veinte pueblos africanos que fueron traídos como esclavos a esta región del cono sur. Cada uno de éstos tenía su idioma, su forma de ser, ver y sentir, su cultura, sus danzas y cantos de diferente naturaleza: sacro o profano, festivo o luctuoso, etc.

El candombe fue la danza y la expresión musical-religiosa más importante y significativa del colectivo afro. Y más aún: es hoy una de las expresiones musicales más elocuentes con que cuenta nuestro país. El candombe ha sido tan fuerte, profundo y esencial que en lugar de haber desaparecido –destino al que fue condenado en diferentes etapas históricas de nuestra nación– sobrevivió, venciendo todas las barreras y represiones. Ha impregnado de tal manera nuestra sociedad, que se ha convertido en un elemento cultural que identifica a Uruguay.

Los originarios candombes, realizados por aquellos africanos que encontraban en su música y danza una válvula de escape a la tragedia que enfrentaban, fueron una forma de sentirse vivos, a través de un íntimo e intenso que llamaba a la rebeldía ante las imposiciones y el avasallamiento de que eran objeto.

En esos momentos, al reunirse en las costas montevideanas, evocaban sus vidas en su madre África, haciendo del mar el enlace, el nexo entre aquella y ellos, y afianzando esas tradiciones a través de su fuerza espiritual. En las Salas de Nación, con sus candombes, volvían a ser africanos. En su época cumbre, los africanos organizaban el candombe todos los domingos y en las grandes fiestas de Año Nuevo, Navidad, Resurrección, San Benito, Virgen de Rosario y San Baltasar.

Las Llamadas

Según relatos de Isidoro de María, en Montevideo, al menos desde 1760, y de domingo a domingo, “los amos permitían a sus esclavos que fueran a sus “canchitas” alineadas a lo largo de la muralla que cerraba y cuidaba la ciudad”. En esos pequeños espacios de tierra apisonada, con una capa de arena, se reunían todos los africanos de acuerdo a su nación. Cada grupo iba ‘llamando’ a sus compañeros, los que salían de las casas de sus amos, y se reunían con quienes los ‘LLAMABAN’ desde la calle o desde la canchita. “Y así los cabindas, benguelas, marises, casanchez, moyolos, ukolos, etcétera, se reunían los domingos para sus cantos y bailes entonando sus cadenciosos yé, yé, yé, Calunga yé, eeé llumbá”(1) , narraba Isidoro de María.

Según Francisco Merino, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, se “llamaban” los miembros de una comparsa o se unían los negros de cada barrio para “visitar” otros barrios: los de “Ansina” (Barrio Reus al Sur) iban hasta el conventillo de Gaboto (Gaboto entre Cerro Largo y Paysandú), o los de Gaboto iban hasta el “Medio Mundo” en la calle Cuareim. Hoy día, aún se pueden percibir distintos matices de sonoridad o ritmo según el barrio al que pertenece la “llamada”.

Las antiguas llamadas afrouruguayas tenían por finalidad “citar” a los tamboreros que no habían concurrido con puntualidad a la “sala” para, luego de la ceremonia, visitar a las autoridades nacionales. Llama la atención que esa práctica pervive en África con idéntico sentido convocatorio.

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