II. Autismo y primera infancia
La condición de autismo se manifiesta en formas diversas
En la etapa de la primera infancia, desde el nacimiento hasta los seis años de edad, se sientan las bases del desarrollo posterior de las personas. En los primeros treinta y seis meses de vida se constituye una parte importante del desarrollo intelectual, emocional, físico-inmunológico, dando lugar a nuevos aprendizajes y a la adquisición de competencias sociales en un proceso que tiene continuidad y que se enriquece a lo largo de la vida.
Las características del autismo se manifiestan manera muy heterogénea en cada niño o niña, respecto a:
- Características psicológicas y biológicas propias
- Nivel de apoyo que necesitan: apoyo / apoyo sustancial / apoyo muy sustancial
- Nivel de lenguaje: sin habla / palabras sueltas / frases / fluencia verbal
- Nivel cognitivo: discapacidad intelectual / inteligencia promedio / inteligencia superior
- Perfil sensorial: hipo o híper reactividad
- Patrón de inicio de los síntomas: progresivo / regresivo
- Posibles afecciones médicas concomitantes, tales como problemas gastrointestinales, inmunológicos, metabólicos, entre otros.
Detección oportuna e intervenciones tempranas
El énfasis en la necesidad de una detección e intervención tempranas en autismo está centrado en la neuroplasticidad, en cómo la experiencia relacional diseñada para aumentar la atención social, la comunicación y el compromiso afectivo, que puede ir modificando secundariamente el desarrollo y el funcionamiento cerebral.
La detección e intervención temprana de niños y niñas con condiciones del espectro autista promueve un mejor pronóstico de su calidad de vida. Resulta clave que tanto las familias como el equipo educativo cuenten con información, con el objetivo de visibilizar los indicadores y signos de alerta que permiten referir a profesionales que puedan diagnosticar lo más pronto posible.
Si bien es luego de los tres años que el autismo puede diagnosticarse con certeza, a los 18 meses, y aún antes, se pueden detectar indicadores de riesgo mediante cuestionarios. Los indicadores se relacionan fundamentalmente con la adquisición de una serie de habilidades esperadas en torno a los 12, 18 y 24 meses de edad.
Conviene tener en cuenta que las señales de alerta, de manera aislada, no implican que un niño o niña tenga autismo, aunque es aconsejable una evaluación especializada que confirme o descarte el diagnóstico. Por otro lado, siempre es una señal de alerta la pérdida de cualquier habilidad adquirida (hablar, sonreír a otras personas, jugar, etcétera) a cualquier edad.
Recomendaciones para los centros educativos ante señales de alerta
- Tomar contacto con la Guía Nacional para la Vigilancia del Desarrollo del Niño y de la Niña Menores de 5 años.
- Proponer instancias de intercambio con la familia para sondear si las señales de alerta son también percibidas en el ámbito doméstico familiar. Cotejar aspectos observados en la rutina escolar con los de la rutina doméstica.
- Sugerir a la familia una consulta de valoración del desarrollo del niño o niña a nivel del centro de salud, a cargo del pediatra, pudiendo adjuntar una nota donde se solicite dicha valoración desde el centro educativo. En caso de que corresponda, desde pediatría se podrá realizar la derivación a neuropediatra o psiquiatra infantil para evaluación y eventual diagnóstico.
Es muy importante tener en cuenta que no son los centros ni los equipos educativos quienes tienen competencia para formular hipótesis diagnósticas. El proceso diagnóstico es un momento delicado que requiere ser abordado de forma cuidadosa y respetuosa, y ha de realizarse desde el ámbito de la salud por profesionales de referencia en la temática.
En caso de ser confirmado, es preciso comprender que cuando hay un diagnóstico de autismo en la primera infancia:
- puede ser el momento de manifestación más intensa de los síntomas
- implica un momento crítico en la familia: no abrumar pidiendo información, respetar sus tiempos, conocer las preocupaciones, generar confianza y respetar sus opiniones
- garantizar la privacidad del niño o niña con autismo y de su familia, así como la confidencialidad de la información
- orientar y acompañar para el acceso a derechos, como prestaciones sociales, intervención temprana, apoyo y asesoramiento profesional.
La intervención temprana se entiende como el conjunto de actividades diseñadas para fomentar el desarrollo de niños y niñas pequeñas con discapacidades o situaciones de contexto que vulneran el desarrollo infantil. Incluye, desde el apoyo mediante servicios adecuados, hasta la monitorización activa y revaluación en el tiempo del desarrollo del niño o niña y su familia.
En síntesis, intervenir efectivamente en forma temprana significa intervenir en un contexto familiar y en el sistema de cuidados y crianza de niños y niñas.
Para saber más, acceder a:
Guía Nacional para la vigilancia del desarrollo
Intervención temprana en autismo
Modelos y metodologías de intervención de referencia
Se consideran bien fundamentados los programas combinados de intervención en el aula focalizados en mejorar la participación conjunta de docentes niñas y niños. Parece claro que una combinación de componentes conductuales con entornos de juego y naturales, que favorezcan la generalización de los aprendizajes y la iniciativa de niños y niñas, es particularmente recomendable.
Modelo TEACCH (Tratamiento y educación de niños y niñas autistas y con problemas de comunicación)
Fue fundado en 1966 por el Dr. Schopler, en la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos. Se centra en entender la cultura del autismo, es decir la forma que tienen las personas con autismo de pensar, aprender y experimentar el mundo, de modo que estas diferencias explicarían los síntomas y los desafíos conductuales que presentan. El programa enfatiza el aprendizaje en múltiples ambientes, con la colaboración de diversos agentes que la desarrollan, que pueden ser equipos docentes desde el centro educativo, como los padres y madres desde su casa.
Lo característico de este modelo, que lo diferencia de los demás, es el énfasis en la enseñanza estructurada, a partir de la configuración del entorno y las actividades, de manera que sean comprensibles para las personas (organización del espacio, de la secuencia de eventos del día, organización individual de las tareas, sistemas de trabajo).
Para saber más, acceder a: TEACCH
Modelo Denver (Atención Temprana para Niños Pequeños con Autismo)
Fue impulsado por Sally Rogers en la década de los 80 en Colorado, Estados Unidos. Es un tratamiento basado en el desarrollo y que se dirige a los dominios evolutivos, lenguaje receptivo y expresivo, atención conjunta, interacción social, motricidad fina y gruesa, imitación, cognición, juego, tareas y autonomía personal, desplegando estrategias en estos dominios en contextos naturales.
Se caracteriza por ser un modelo constructivista (ya que las infancias tienen un papel activo en la construcción de su propio mundo mental y social a través de sus experiencias interpersonales afectivas, motrices y sensoriales) y transaccional (porque el niño o niña y las personas de su entorno son afectadas e influenciadas por el desarrollo de cada uno). Una de las posibilidades de abordaje de este modelo es en contextos grupales.
Para saber más, acceder a: Modelo Denver
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