La red delante de las pantallas: acompañar y sostener a niñas, niños y adolescentes en el entorno digital

Violencia sexual en el entorno digital

La violencia sexual digital afecta especialmente a mujeres, niñas, niños y adolescentes. 


Se trata de interacciones y comportamientos en el entorno digital que reproducen dinámicas sexuales violentas o que tienen el objetivo de agredir sexualmente a una persona. Esta violencia se expresa mediante la interacción o el envío de contenidos de carácter sexual como imágenes, videos, comentarios inapropiados, amenazas, ofensas e insultos. Implica una vulneración de derechos al incluir exposición a contenidos que pueden ser nocivos, difusión no consentida, humillación, hostigamiento, daño a la intimidad, a la integridad psíquica y a la seguridad de las personas.


En el caso de niños, niñas y adolescentes, la violencia sexual digital refiere a cualquier forma de abuso, acoso o explotación sexual que ocurre a través de plataformas digitales. 


Según Unicef “La explotación sexual ocurre cuando un grupo de personas o una persona involucra a niñas, niños o adolescentes en actos sexuales para satisfacción propia o de otras personas a cambio de cualquier tipo de retribución, dinero, especias, protección, regalos. Es una flagrante violación de Derechos Humanos.“

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el abuso sexual a infancias y adolescencias como: “Participación de un niño, niña o adolescente en una actividad sexual que no entiende plenamente y con respecto a la que no está capacitado para dar su consentimiento informado, o para la cual no está preparado de acuerdo con su nivel de desarrollo y no puede dar su consentimiento, o que infringe las leyes o tabús de la sociedad. Los niños y las niñas pueden ser objeto de abuso sexual perpetrado tanto por adultos como por otros niños o niñas que, en virtud de su edad o etapa de desarrollo, se encuentran en una posición de responsabilidad, confianza o poder sobre la víctima”.


Un factor relevante que puede favorecer la prevención de la violencia sexual es la educación sexual integral (ESI). Se trata de un derecho fundamental para el desarrollo saludable de la sexualidad, que se debería garantizar en los distintos espacios de socialización, como el hogar y las instituciones educativas. La ESI promueve el cuidado propio y de las demás personas, la construcción de vínculos saludables y brinda herramientas que permiten la identificación y prevención de abusos sexuales y otras violencias, tanto de forma presencial como en el entorno digital.

Exposición a contenido sexual explícito


El acceso a dispositivos y plataformas sociales a edades cada vez más tempranas pone al alcance de infancias y adolescencias todo tipo de contenidos. Entre los que se encuentran materiales de carácter sexual, incluso sin haberlo buscado o consentido. Por la etapa del ciclo vital en la que se encuentran, la exposición a estos contenidos puede ser abrumadora y difícil de procesar.

Hay prácticas que se han naturalizado, como el envío de stickers con imágenes sexuales explícitas. Es común que éstos circulen en grupos de servicios de mensajería donde sus participantes son niños, niñas o adolescentes. La exposición a estos contenidos es una forma de violencia sexual que vulnera los derechos de infancias y adolescencias. Es importante reflexionar sobre quién tiene la responsabilidad de que esas imágenes estén disponibles y circulen sin restricciones, conversar sobre lo violento que es compartir este tipo de contenidos y pensar en el impacto que puede tener en las personas que los reciben y en los derechos de quienes aparecen en las imágenes.

Al hablar de contenido sexual explícito, es importante mencionar a la pornografía que, actualmente, debido a las posibilidades que brinda el entorno digital, presenta mayor facilidad de acceso, cantidad de producción, variedad de contenidos, como también diversidad de formatos y espacios donde acceder a ella.

Algunas de las formas o sitios en los que puede presentarse este tipo de contenido son: al buscar determinada información en imágenes, en ventanas emergentes de publicidad en sitios web sin restricciones, en las plataformas sociales, recepción de mensajes sin consentimiento a través de chats, algunos videojuegos, suplantación y manipulación de dibujos animados populares con contenidos inapropiados, animaciones para mayores de 18 años, sitios porno gratuitos con restricciones de acceso poco efectivas, o en dispositivos de personas adultas cercanas.

En una encuesta realizada en nuestro país entre 2021 y 2022, por el Programa Género, Sexualidad y Salud Reproductiva de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, el 68 % de adolescentes encuestados declaró haber visto pornografía y de ese número, casi un cuarto la vieron por primera vez entre los 6 y los 11 años.

La exposición a contenido sexual explícito desde una edad temprana y de manera frecuente afecta el desarrollo sexual esperable e interfiere negativamente en el proceso de autoconocimiento y autoexploración. Los guiones que establecen y reproducen determinadas formas de relacionarse sexualmente, obstaculizan el desarrollo de los propios deseos y pueden desensibilizar sobre la violencia sexual y las desigualdades. La exposición sostenida en el tiempo puede generar ansiedad, baja autoestima e inseguridad, y llevar a tener ideas distorsionadas sobre las relaciones sexoafectivas, los roles de género, la intimidad y el consentimiento. Al mismo tiempo, puede aumentar la vulnerabilidad a ser víctimas de grooming.

Difusión de imágenes íntimas sin consentimiento no es sexting


La palabra sexting proviene del inglés “sex”, que significa sexo y “texting”, que se refiere al envío de mensajes de texto. Es una práctica sexual dentro de una relación sexoafectiva que consiste en el envío y recepción con consentimiento de contenido de índole sexual o erótico, producidos por el propio remitente, utilizando para ello el teléfono móvil u otro dispositivo tecnológico. Pueden ser: fotografías, audios, vídeos, textos, stickers, emoticones.

Cuando no es una práctica consensuada por quienes participan del intercambio, se atenta contra la intimidad de las personas y puede volverse un problema. Se produce un daño cuando ese contenido se comparte o viraliza sin el consentimiento de quien allí aparece.

Es importante diferenciar el sexting como una forma compartida y consensuada de expresar y experimentar la sexualidad en el entorno digital, de la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento y la sextorsión. 
Cuando un contenido íntimo sale del ámbito privado deja de ser sexting y la difusión sin consentimiento de ese contenido se convierte en una forma de violencia sexual digital. Puede reproducir la violencia de género ya que la mayoría de las víctimas son mujeres, a las que se les adjudica responsabilidad por haberse tomado las fotografías o videos. 

Es importante reconocer que en el proceso de difusión o viralización no solo pueden participar personas adultas, varones y mujeres, sino también niños, niñas o adolescentes. En estos casos, la responsabilidad del daño causado es de todas las personas que comparten o publican las fotografías, videos o audios sin consentimiento.

La palabra sextorsión proviene de la combinación de "sexo" y "extorsión". Se refiere a un chantaje para que la víctima realice una determinada acción como, mantener relaciones sexuales con alguien, entregar más imágenes, dinero o alguna otra contrapartida, bajo la amenaza de compartir o distribuir sus imágenes íntimas. Las víctimas podrían conocer o no a quien realiza la extorsión.

En Uruguay la divulgación de imágenes o grabaciones con contenido íntimo sin consentimiento, puede constituir un delito.

El artículo 92 de la Ley 19.580 establece que “el que difunda, revele, exhiba o ceda a terceros imágenes o grabaciones de una persona con contenido íntimo o sexual, sin su autorización, será castigado con una pena de seis meses de prisión a dos años de penitenciaría. En ningún caso se considerará válida la autorización otorgada por una persona menor de dieciocho años de edad. Este delito se configura aun cuando el que difunda las imágenes o grabaciones haya participado en ellas.”

Prácticas como la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento o la sextorsión pueden tener consecuencias como:

  • Daños en la víctima en su integridad física, psicológica, emocional y social.
  • Impacto en la huella digital de la víctima y, por consiguiente, daño a su identidad y reputación, considerando la dificultad para eliminar el contenido.
  • La ausencia de espacios de refugio, ya que el entorno digital es un territorio en donde las fronteras de tiempo y espacio son difusas, por lo que la violencia puede seguir reproduciéndose, aunque la víctima no esté conectada e incluso reaparecer más adelante en el tiempo.
  • Repercusiones legales para quien produce el daño.

Algunas estrategias de cuidado para la práctica del sexting:
 

  • Que el registro, envío y la recepción sea siempre con consentimiento.
  • Anonimizar las imágenes para que no se identifiquen las personas a través de rasgos físicos distintivos, marcas, tatuajes, accesorios, ubicación, entre otros.
  • Borrar el contenido íntimo de los dispositivos, incluso el que pueda estar alojado en la nube.
  • Tener contraseñas seguras para los dispositivos y para las aplicaciones. Recordar que las contraseñas son personales y no deben compartirse con otras personas.

Acompañamiento para la prevención de la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento:

  • Educar sobre el consentimiento desde lo cotidiano.
  • Promover el ejercicio reflexivo y crítico de las prácticas que, estando naturalizadas, pueden vulnerar los propios derechos o los de otras personas.
  • Tener un enfoque que priorice el respeto, el cuidado y la empatía para no contribuir al daño hacia otras personas.
  • Fomentar el diálogo sobre estas temáticas. Escuchar con disponibilidad emocional a infancias y adolescencias.

En el entorno digital: con consentimiento una práctica sexual, sin consentimiento violencia sexual


La práctica de sexting no es buena o mala en sí misma, pero es importante conocer las estrategias para realizarla desde el cuidado y respeto. Es clave también identificar riesgos y consecuencias que puede traer romper el acuerdo, tanto para realizar la práctica como para la divulgación sin consentimiento del material registrado en un marco de privacidad. 
En estas situaciones, es importante reflexionar sobre las consecuencias del reenvío de este tipo de contenido y la responsabilidad sobre el daño que puede ocasionar, sea intencional o no.

Grooming: ciberengaño pederasta


El grooming se define como una práctica delictiva ejercida por una persona adulta (con excepciones), que consiste en las acciones realizadas deliberadamente para establecer una relación y un control emocional sobre un niño, niña o adolescente con el propósito de ejercer abuso sexual.
En este delito la persona adulta, cercana o desconocida, engaña a un niño, niña o adolescente para ganar su confianza, con intención de obtener fotos o vídeos sexuales o de desnudos, e incluso utilizarlos para la extorsión. Pueden limitarse a coleccionar de forma anónima fotos y videos, ser parte de una red de explotación sexual o incluso buscar el encuentro presencial con intenciones de abusar sexualmente de la víctima. 
Quien ejerce grooming puede hacerlo a través de la suplantación de identidad, al hacerse pasar por otro niño, niña o adolescente. Puede incluir también engaño, manipulación, extorsión, promoción de conversaciones incómodas con contenido sexual, envío de pornografía, solicitud de imágenes íntimas pertenecientes al niño, niña o adolescente y sextorsión, entre otras. Existe la posibilidad de que esta práctica sea ejercida también por una persona adolescente hacia un niño o niña.


El artículo 94 de la Ley 19.580 establece que “el que, mediante la utilización de tecnologías, de internet, de cualquier sistema informático o cualquier medio de comunicación o tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad o ejerza influencia sobre el mismo, con el propósito de cometer cualquier delito contra su integridad sexual, actos con connotaciones sexuales, obtener material pornográfico u obligarlo a hacer o no hacer algo en contra de su voluntad será castigado con de seis meses de prisión a cuatro años de penitenciaría”

¿Cómo acompañar para prevenir el groomming?


Reconocer a una persona extraña en Internet puede ser más difícil que en la presencialidad. Alguien que en línea se presenta como un par y establece un vínculo de confianza conectando con los gustos, intereses o experiencias del niño, niña o adolescente, puede resultar difícil de identificar como una persona extraña. Por ello, es clave promover la construcción de criterios sólidos que les permitan evaluar cuándo y en quiénes confiar.  

Al mismo tiempo, se hace indispensable conversar sobre los riesgos y las diversas situaciones de violencia existentes en Internet para que infancias y adolescencias puedan reconocerlas si las experimentan y sepan que pueden pedir ayuda a sus referentes.
El diálogo puede ser en relación a las características de las plataformas que utilizan, por qué es importante cumplir con el mínimo de edad necesario para poder crearse una cuenta, cuál es el alcance que tiene la información que publican, quiénes pueden acceder a su contenido y quiénes no, quiénes pueden ver sus perfiles, con quiénes se pueden contactar en caso de que sea un videojuego en línea, quiénes pueden enviarles mensajes. 

Es preciso hacer mención acerca de lo que puede suceder en las conversaciones que se dan en Internet, como el tipo de lenguaje que se utiliza, las temáticas que se presentan, los contenidos, pedidos o presiones que puedan aparecer, para que logren identificar situaciones riesgosas, incómodas, que vulneren sus derechos o los de otras personas. Promover la comunicación sobre sentimientos, emociones o sensaciones incómodas o negativas habilita la posibilidad de identificar situaciones de manipulación, extorsión, sometimiento y otras formas de violencia a las que las infancias y adolescencias pueden estar expuestas. 

Muchas veces las personas que realizan el ciberengaño pederasta, suelen utilizar estrategias, como ofrecerles beneficios en un videojuego a cambio de imágenes, hacerse pasar por agentes de modelos para solicitar fotos, por representantes que les ofrecen fama o dinero, o por pares que se muestran “enamorados” aun sin haberse conocido personalmente. Es importante promover el cuestionamiento a las promesas y recetas con soluciones “mágicas” o “inmediatas” que enmascaran prácticas abusivas.

Es fundamental prestar atención a las relaciones que infancias y adolescencias establecen en las plataformas sin ejercer una mirada persecutoria o de excesivo control. Esta intromisión suele generar un efecto contraproducente que les lleva a intentar esconder más sus actividades. Por el contrario, se trata de propiciar momentos de confianza para que puedan recurrir a referentes adultos ante dudas, inquietudes o situaciones que les perturben.

¿Cómo actuar ante un caso de groomming?


Infancias y adolescencias no deben gestionar por sí mismas un caso de grooming, las personas adultas son las que deben llevar a cabo la denuncia y acompañar a la víctima.
Para facilitar la investigación y el proceso de denuncia se sugiere:
 

  • Escuchar a la víctima con empatía y compasión: dejar claro que la responsabilidad es enteramente de quién comete el abuso y no de quién lo sufre.
  • No increpar a quién comete el abuso para evitar que se dé cuenta que fue descubierto.
  • No hacerse pasar por la víctima: esta práctica no aporta pruebas y puede entorpecer la investigación.
  • No denunciar ni bloquear en las plataformas a quién comete el abuso, ya que se pueden perder pruebas del delito y el rastro de quién abusa, que puede continuar agrediendo a otras víctimas.
  • Se deben guardar todas las pruebas posibles como: capturas de pantalla, nombre del perfil, url de la cuenta, imágenes recibidas y enviadas, entre otras; y hacer la denuncia en la fiscalía especializada o comisaría más cercana.
  • Se puede llamar a la Línea azul para recibir orientación sobre cómo actuar.

Groming: concientizar para evitar el daño


Es importante saber que entre el primer contacto ejercido por quién abusa y un posible daño deben ocurrir una cadena de acontecimientos. Este proceso puede ser frustrado por el niño, niña o adolescente, siempre que tenga las herramientas para lograr identificar situaciones de riesgo y que sus referentes sean un espacio seguro y de confianza a donde recurrir si algo negativo les sucede. Es fundamental que las personas adultas tengan presente que emitir juicios o enojarse con quién es víctima de un abuso sólo aumenta su situación de vulnerabilidad.

Entorno digital: un espacio propicio para socializar, pero con cuidados


Infancias y adolescencias encuentran en el entorno digital personas o grupos de interés a través de las plataformas sociales, con los que compartir e intercambiar, por ejemplo, sobre ideas, opiniones, música, juegos, libros.
Es fundamental acompañarles en el desarrollo de habilidades para que esa socialización, al igual que en la vida analógica, se realice en forma segura, cuidada y responsable.  

Desde una perspectiva de beneficios que disminuya los riesgos es necesario tomar recaudos, teniendo en cuenta que tanto las plataformas sociales como los videojuegos en línea, en su mayoría, no están diseñados para protegerles.
Encontrarse presencialmente con alguien que se contactó en línea puede ser beneficioso en muchos casos. Para prevenir situaciones riesgosas, existen algunas estrategias al acordar encuentros con personas desconocidas:
 

  • Comunicar, con antelación, sobre estos encuentros a alguna persona adulta de confianza.
  • Asistir siempre con compañía acompañado/a.
  • Aceptar determinadas zonas geográficas, preferentemente cercanas a su entorno habitual para que pueda ubicarse con facilidad.
  • Preferir lugares públicos, muy concurridos y en horarios diurnos.

Ante situaciones de violencia, constituirse en un espacio seguro


A pesar de que hayan existido conversaciones previas con niños, niñas y adolescentes sobre los cuidados que hay que tener en el entorno digital, es posible que alguna vez cometan un error, se confundan o pase algo que les genere incomodidad o angustia. El acompañamiento de las personas adultas se hace indispensable ante la exposición a este tipo de contenido, sobre todo para ayudarles a procesar lo que puedan haber experimentado. Es fundamental transmitirles el mensaje de que siempre pueden recurrir a las personas adultas y contarles lo que pasó, con la confianza de que lo más importante es su bienestar.

Etiquetas