Encuesta de Teletrabajo en el ámbito público. Informe de resultados

El teletrabajo en el sector público: experiencia y evaluaciones

Tres personas trabajando a la distancia.

Más allá de las condiciones iniciales, el objetivo de este informe es analizar cómo se desarrolló la experiencia de teletrabajo en el sector público. Se parte de la base de que las experiencias fueron heterogéneas. Hay funcionarios que tuvieron mayores posibilidades de teletrabajar que otros. Incluso, probablemente existan diferencias en la forma en que se enfrentaron a la nueva experiencia. En este capítulo se muestra cómo se desarrolló el teletrabajo en las oficinas públicas y qué evaluaciones hacen los funcionarios sobre el mismo. Además, se presentan las actitudes que tienen respecto a seguir trabajando bajo esta modalidad. Conocer estos aspectos es fundamental al momento de evaluar si el trabajo remoto puede continuar implementándose en el futuro.

En primer lugar, resulta necesario indagar acerca de cómo se desarrolló el teletrabajo en el sector público. Particularmente, se consultó a los funcionarios si durante el mes de marzo de 2021 trabajaron de forma presencial, remota o combinada. Los datos muestran que gran parte de los encuestados teletrabajó. Alrededor de siete de cada diez encuestados lo hizo al menos de forma parcial. Ello da cuenta de una alta proporción de funcionarios que se enfrentaron a esta nueva experiencia. Entre ellos, se destacan quienes trabajaron mayoritariamente de manera remota, aunque algunas veces lo hicieron presencial (22%) y quienes se repartieron proporcionalmente ambas modalidades (19%).

Gráfico 5: se consultó a los funcionarios si durante el mes de marzo de 2021 trabajaron de forma presencial, remota o combinada. Los datos muestran que gran parte de los encuestados teletrabajó. Alrededor de siete de cada diez encuestados lo hizo al menos de forma parcial. Ello da cuenta de una alta proporción de funcionarios que se enfrentaron a esta nueva experiencia. Entre ellos, se destacan quienes trabajaron mayoritariamente de manera remota, aunque algunas veces lo hicieron presencial (22%) y quienes se repartieron proporcionalmente ambas modalidades (19%).

 

Los datos muestran que el teletrabajo no fue distribuido de manera homogénea, sino que existen factores institucionales que inciden en ello. Es posible advertir sobre diferencias entre organismos. Por un lado, existen incisos con altos niveles de teletrabajo, como el MIEM (95%) y Presidencia (89%), pero por otro hay ministerios que tuvieron menores niveles, como el MDN (65%) o el MI (36%). Estas diferencias podrían estar vinculadas al tipo de tareas que se llevan a cabo en los incisos.

Las diferencias también se pueden observar en función del tipo de tareas. Si se analiza por grupo ocupacional es posible advertir que la proporción de funcionarios que teletrabajó es mayor entre los profesionales (88%) y los técnicos (82%), que entre quienes desempeñan servicios auxiliares (53%), administrativos (62%) u oficios (64%). De acuerdo a los datos presentados en el capítulo anterior, era esperable que hubiera una menor proporción de funcionarios trabajando en los grupos ocupacionales que se caracterizan por ejecutar tareas que requieren esfuerzo físico. Lo que llama la atención es el alto porcentaje de funcionarios administrativos que no realizaron teletrabajo.

Por otra parte, los datos muestran que la edad es una variable relevante al momento de analizar cómo se desarrolló el teletrabajo. Existe una relación positiva entre ambas variables. La proporción de funcionarios que trabajó bajo esta modalidad se va incrementando a medida aumentan los tramos etarios (pasa de 64% entre quienes tienen menos de 34 años a 79% entre los mayores de 60). Este dato es esperable si se consideran las regulaciones que hubo por parte del Poder Ejecutivo que favorecieron la implementación del teletrabajo entre los mayores de 65 años. De todas formas, se debe tener en cuenta que el trabajo presencial recayó en mayor medida entre los jóvenes, que son quienes tienen mayores habilidades digitales.

Un aspecto interesante de analizar es conocer cómo fueron las evaluaciones sobre las experiencias con esta nueva modalidad. Al ser una práctica nueva en el ámbito público, resulta interesante observar qué evaluación hacen los funcionarios sobre esta novedosa forma de cumplir con sus funciones. Los datos evidencian un buen nivel de apoyo a la modalidad. Consultados acerca de cómo evalúan el trabajo remoto, la gran mayoría de los encuestados (77%) expresó que su experiencia de teletrabajo fue buena o muy buena. Por el contrario, solamente el 4% tiene una valoración negativa.

Gráfico 6: Los datos evidencian un buen nivel de apoyo a la modalidad. Consultados acerca de cómo evalúan el trabajo remoto, la gran mayoría de los encuestados (77%) expresó que su experiencia de teletrabajo fue buena o muy buena. Por el contrario, solamente el 4% tiene una valoración negativa.

A pesar de las buenas evaluaciones, existen posiciones encontradas acerca de cómo impactó el teletrabajo en la productividad de los funcionarios. Particularmente se les consultó su opinión acerca de si el teletrabajo mejora o disminuye la productividad de las personas. Un 28% opinó que el teletrabajo mejora la productividad, un 42% manifestó que no la afecta y un 18% consideró que la disminuye. Este dato es importante porque pese a ser bien evaluado, no existe evidencia que muestre una mayor productividad a partir del teletrabajo. Estos datos deberían ser complementados con medidas objetivas. No obstante, son una buena aproximación para conocer cómo lo sienten los propios funcionarios.

Gráfico 7: Un 28% opinó que el teletrabajo mejora la productividad, un 42% manifestó que no la afecta y un 18% consideró que la disminuye.

 

Si se cruzan estas variables, es posible advertir que quienes presentan mejores evaluaciones son aquellos funcionarios que sienten que el teletrabajo les permite ser más productivo. El siguiente gráfico muestra que la proporción de funcionarios que cree que la experiencia del trabajo remoto fue positiva pasa de 46% entre quienes creen que el teletrabajo disminuye la productividad a 94% entre quienes opinan lo contrario. Este dato es relevante, en la medida que refleja que las evaluaciones están vinculadas a las experiencias subjetivas del teletrabajo. Los funcionarios que mejor evalúan son aquellos que sienten que su rendimiento mejora.

Gráfico 8: El siguiente gráfico muestra que la proporción de funcionarios que cree que la experiencia del trabajo remoto fue positiva pasa de 46% entre quienes creen que el teletrabajo disminuye la productividad a 94% entre quienes opinan lo contrario.

El grado de apoyo que recibe el teletrabajo se ve reflejado en el interés por continuar con esta modalidad en el futuro. Al consultarles sobre su interés en seguir teletrabajando, la mayoría (68%) considera que le gustaría continuar haciéndolo de forma mixta, es decir, combinado con trabajo en la oficina. Únicamente el 15% sostiene que quisiera continuar teletrabajando de forma completa. Casi la misma proporción no quisiera continuar teletrabajando. Estos datos dan cuenta de que existe un terreno fértil para avanzar hacia una modalidad híbrida en los organismos públicos. Si bien el teletrabajo tiene sus apoyos, la preferencia por una modalidad combinada da cuenta de que existen tareas que requieren estar presente y que la presencialidad conlleva aspectos de interacción que son también valorados.

Gráfico 9: el 92% de los funcionarios que evalúan la experiencia de manera positiva quieren continuar con esta modalidad en el futuro. En cambio, tan solo el 29% de quienes presentan evaluaciones negativas quiere continuar trabajando desde su casa. Entre quienes tienen evaluaciones indiferentes la proporción es de 62%.

 

Naturalmente, existe una asociación positiva entre las evaluaciones sobre el teletrabajo y las preferencias respecto a continuar implementando dicha modalidad, ya sea de forma combinada o total. Como muestra el gráfico, el 92% de los funcionarios que evalúan la experiencia de manera positiva quieren continuar con esta modalidad en el futuro. En cambio, tan solo el 29% de quienes presentan evaluaciones negativas quiere continuar trabajando desde su casa. Entre quienes tienen evaluaciones indiferentes la proporción es de 62%.

La preferencia por continuar teletrabajando depende, en cierta medida, de las posibilidades de hacerlo. Aquellos funcionarios que tienen tareas menos adaptables a la modalidad remota son quienes se muestran más reticentes a seguir teletrabajando en el futuro, ya sea de forma parcial o completa. La proporción de funcionarios que se manifiesta a favor de mantener la modalidad virtual en el futuro es significativamente mayor entre quienes consideran que sus tareas se pueden desarrollar bajo esta modalidad sin afectar el normal desempeño de sus tareas (92%), que entre quienes opinan lo contrario (55%).

Gráfico 11: La proporción de funcionarios que se manifiesta a favor de mantener la modalidad virtual en el futuro es significativamente mayor entre quienes consideran que sus tareas se pueden desarrollar bajo esta modalidad sin afectar el normal desempeño de sus tareas (92%), que entre quienes opinan lo contrario (55%).

De la misma forma, las preferencias por mantener el teletrabajo en el futuro están vinculadas a las habilidades que tienen los funcionarios. Aquellos funcionarios que tienen un mayor conjunto de habilidades digitales son quienes se muestran más proclives a mantener esta modalidad. Entre quienes tienen mayores competencias, el 87% prefiere seguir teletrabajando y el 12% prefiere no hacerlo. Estas proporciones bajan a 74 y 21% entre quienes tienen un menor nivel de habilidades digitales, respectivamente. Por el contrario, entre quienes tienen pocas competencias para desempeñarse en el ámbito digital, el 65% prefiere seguir teletrabajando y el 26% prefiere no hacerlo más.

Gráfico 12: Aquellos funcionarios que tienen un mayor conjunto de habilidades digitales son quienes se muestran más proclives a mantener esta modalidad. Entre quienes tienen mayores competencias, el 87% prefiere seguir teletrabajando y el 12% prefiere no hacerlo. Estas proporciones bajan a 74 y 21% entre quienes tienen un menor nivel de habilidades digitales, respectivamente. Por el contrario, entre quienes tienen pocas competencias para desempeñarse en el ámbito digital, el 65% prefiere seguir teletrabajando y el 26% prefiere no hacerlo más.

Al momento de analizar las preferencias por continuar teletrabajando también es necesario considerar variables institucionales. A nivel de incisos, en algunos organismos se presenta una mayor predisposición a continuar con esta modalidad, ya sea de forma total o combinada. Ejemplo de ello son el MTSS (92%), MVOT (91%) y MEF (90%). También se observan diferencias entre grupos ocupacionales. Los que tienen mayores preferencias por el teletrabajo son los profesionales (85%), especializados (85%) y administrativos (84%). Quienes realizan tareas auxiliares (74%) o de oficios (62%) tienen menor proporción de respuestas favorables.

Este capítulo se orientó a conocer cómo se desarrolló el teletrabajo en el sector público. Los datos muestran que una proporción considerable de funcionarios vivió la experiencia, que hay una evaluación ampliamente favorable y también una buena predisposición para mantener esta modalidad en el futuro. Estos datos resultan favorables para quienes sostienen que el teletrabajo llegó para quedarse.

No obstante, persisten algunos desafíos que deben atenderse, referidos a las particularidades institucionales. Los datos muestran que no solo hay diferencias vinculadas a las condiciones iniciales, sino también a la propia experiencia de teletrabajar. Hay incisos en los que se observa un contexto más favorable que en otros para avanzar hacia una modalidad mixta. Además, hay aspectos que tienen que ver con el grupo ocupacional y el tipo de tareas que se ejecutan. A lo largo de estos capítulos se retomarán estas cuestiones y se dará cuenta de quiénes son aquellos funcionarios que prefieren seguir teletrabajando y quiénes no.

 

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