Desconectar para reconectar
La incorporación al entorno digital como parte de las relaciones sociales, laborales y estudiantiles es para muchas personas indispensable o conveniente. Ejemplo de esto es la comunicación a través de servicios de mensajería instantánea, la utilización del correo electrónico o plataformas educativas como CREA.
Al mismo tiempo, es preciso reconocer la existencia de un mercado, cuyo modelo de negocio tiene como principal fuente de ingresos las interacciones de las personas en el entorno digital, por lo que captar la atención para mantenernos allí se transforma en su principal objetivo.
Es relevante, entonces, tener presente que permanecer en este entorno no siempre es una decisión personal. En este sentido, las infancias y adolescencias pueden presentar dificultades para lograr desconectarse, lo que tiene impactos negativos en distintas esferas de su vida.
En la Observación 25 se plantea que “las tecnologías digitales ofrecen múltiples oportunidades para mejorar la salud y el bienestar de los niños, niñas y adolescentes cuando están en armonía con su necesidad de descanso, ejercicio e interacción directa con sus iguales, familias y comunidades. Los Estados partes deben formular orientaciones destinadas a los niños, los padres, los cuidadores y los educadores sobre la importancia de mantener un equilibrio sano entre las actividades digitales y no digitales, así como de gozar de suficiente descanso.”
Debido a la etapa de neurodesarrollo en la que se encuentran niños, niñas y adolescentes, su sistema de autocontrol todavía es inmaduro y se suele anteponer el valor de la recompensa por sobre otras cosas. Por tanto, en un entorno digital diseñado para captar y mantener la atención a través de mecanismos de gratificación inmediata, se vuelve más compleja la posibilidad de autorregulación y por ello, resulta imprescindible el acompañamiento de las personas.
¿Cómo?
Tener presente la etapa del desarrollo en la que se encuentra el niño, niña o adolescente al momento de tomar decisiones acerca de la exposición a las pantallas, teniendo en cuenta las recomendaciones de Unicef en su Guía Pantallas en Casa. Construir límites entre los momentos de conexión y desconexión ayudan al proceso de autorregulación y autonomía. Definir qué tipos de dispositivos se utilizarán y bajo qué condiciones.
¿Cuándo?
Definir cuándo priorizar la desconexión o la conexión. Resulta importante no tener contacto con las pantallas una hora antes de dormir y hasta una hora después de despertarse, para asegurar un buen descanso.
Es importante comer sin pantallas para favorecer la conexión con la nutrición que nos permite disfrutar de los alimentos que estamos ingiriendo e identificar cuándo estamos satisfechos.
Evitar las pantallas como elemento distractor, que pueda interrumpir la capacidad de concentración, la gestión de emociones, o el vínculo con otras personas.
¿Qué?
Definir qué contenidos son apropiados y cuáles no, acorde a la etapa del desarrollo. Es importante tener presente y respetar la clasificación por edades y características de los contenidos audiovisuales, videojuegos y las plataformas sociales para evitar la exposición a contenidos que puedan ser nocivos.
Acompañar los consumos dialogando sobre lo que ven o escuchan, haciendo preguntas para que conecten con la reflexión al momento de estar mirando o escuchando un contenido es esencial para el desarrollo del pensamiento crítico.
El equilibrio es dinámico
Cada niño, niña y adolescente tiene sus particularidades más allá de la etapa del desarrollo en la que se encuentran. Poder identificarlas, nos ayuda a tomar mejores decisiones a la hora de acompañar su relación con el entorno digital y respetar el proceso progresivo de su autonomía.