El cuidado de nuestra salud en el entorno digital
La salud, según la Organización Mundial de la Salud, es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Como seres bio-psico-sociales, los aspectos físicos, psicológicos, socioeconómicos y el contexto en el que estamos inmersos —el ambiente, la sociedad, la cultura, el momento socio-histórico— inciden en la construcción de nuestro ser y de nuestra calidad de vida, en todos sus aspectos.
En relación al entorno digital, el bienestar se asocia con poder encontrar un equilibrio saludable entre la conexión y la desconexión, atendiendo a la etapa del desarrollo y las características de cada persona, así como al tipo de contenido o actividades con los que se involucra. Cuando este equilibrio se ve alterado, repercute en distintas dimensiones de la salud de las personas, tanto a nivel físico, como biológico, psico-emocional y cognitivo.
Ambiente y salud colectiva
Pensar en la salud de las personas también implica reflexionar sobre las condiciones ambientales y el cuidado del ambiente. En este marco, cuando hablamos de condiciones ambientales nos referimos al cuidado de los recursos naturales, considerando el impacto ambiental del desarrollo digital y de nuestro comportamiento cotidiano. El agotamiento de los recursos naturales (hídricos, mineros y fósiles) que implica la fabricación de dispositivos, el peso de las emisiones que supone distribuirlos y las consecuencias de las decisiones en cuanto a la disposición final de los desechos tecnológicos, compone un panorama complejo que es necesario considerar.
A su vez, nuestro comportamiento en el entorno digital emite grandes cantidades de dióxido de carbono y consume un importante volumen de agua y energía al realizar actividades como almacenar información, cargar y descargar contenidos en línea, realizar búsquedas, consultar modelos de inteligencia artificial generativa, entre otros.
Entender la relación de interdependencia con el ambiente, permite pensar la salud de forma integral, donde el impacto de nuestras acciones en el ambiente tiene una repercusión también en nuestra salud colectiva.
Aspectos en los que puede incidir el uso excesivo de las pantallas
Cuando la exposición a dispositivos digitales es prolongada y sostenida en el tiempo puede repercutir de distintas maneras en la salud. Si bien a continuación se mencionan algunos aspectos de forma específica, es necesario considerar que las dimensiones física, cognitiva y emocional de las personas, están interrelacionadas.
Descanso
Durante el sueño el organismo realiza diversos procesos restaurativos fundamentales para la salud y el bienestar de las personas. Además, se asimila y se favorece lo aprendido y se estimula la memoria. En particular, resulta esencial para niños, niñas y adolescentes, ya que mientras duermen también se realizan procesos fisiológicos fundamentales para su desarrollo, crecimiento y maduración.
El derecho a un buen descanso y a un sueño adecuado forma parte de la Convención sobre los derechos del niño, y la Observación 25 hace énfasis en que la tecnología ofrece beneficios para niños, niñas y adolescentes siempre que esté en armonía con su necesidad de descanso.
La luz azul que emiten las pantallas de los dispositivos como el celular, la tablet o la televisión, interfiere en la secreción de melatonina, la hormona que se encarga de regular el ciclo del sueño y que aparece en las horas nocturnas para prepararnos para el descanso. Al mismo tiempo, el contenido en las plataformas sociales, los videojuegos, las series o películas pueden ser muy estimulantes y dificultar al cerebro su preparación para ese momento.
La privación de sueño, o una mala calidad de éste, puede tener consecuencias como: somnolencia, insomnio, cansancio físico, irritabilidad, falta de concentración e incluso reducir la motivación para realizar actividad física. La falta de sueño puede también repercutir en la salud a niveles más profundos, afectando el metabolismo, el desarrollo o el adecuado funcionamiento del sistema nervioso y el sistema inmunológico, entre otros.
Un buen descanso es necesario para la construcción de hábitos saludables, por lo que se recomienda no mirar pantallas al menos una hora antes de acostarse para asegurarse un sueño de calidad, y una hora después de levantarse, para acompañar al ciclo circadiano y que el despertar sea progresivo. Otra recomendación es que los dispositivos digitales no permanezcan en el dormitorio durante las horas de descanso.
Lenguaje y comunicación
La adquisición del lenguaje es un proceso que comienza desde la primera etapa de vida, donde es posible observar las primeras manifestaciones de expresión y comunicación como ser gestos, movimientos, sonidos, la sonrisa y la mirada.
Para la adquisición del lenguaje, además del rol fundamental que cumplen la atención y la memoria, se destaca la afectividad, la conexión e interacción cara a cara, en donde se manifiesta el deseo y la necesidad de comunicarse con otras personas.
Si bien el ser humano tiene la capacidad innata para comunicarse, además del factor genético, el factor ambiental es también imprescindible para que el lenguaje sea posible. En este sentido, el uso prolongado o excesivo de las pantallas se presenta como un obstáculo para el desarrollo del lenguaje debido a que interrumpe la interacción con otras personas y el entorno, lo que limita las oportunidades de intercambios sociales, tanto verbales como no verbales.
Es importante limitar y monitorear el uso de pantallas en la infancia, tratando de evitarlas por completo antes de los 2 años de edad, salvo alguna interacción puntual con familiares a través de una videollamada. Al mismo tiempo, es esencial que las personas adultas estén disponibles para interactuar con niños, niñas y adolescentes sin la intervención de pantallas como obstáculo en la comunicación y la atención. Fomentar la comunicación, hacerles parte de la vida cotidiana, la lectura, los juegos en colectivo, entre otras, son actividades que promueven el desarrollo del lenguaje.
Atención y memoria
La atención está relacionada con otras funciones del cerebro como la memoria, el aprendizaje y la regulación emocional. Es a través de la selección y organización de lo que se percibe, que las personas toman contacto con el mundo.
En el proceso de desarrollo de la atención influyen aspectos biológicos como el desarrollo de la corteza prefrontal, encargada de las funciones ejecutivas como la planificación, el autocontrol, la toma de decisiones y la autorregulación. Y también aspectos sociales como el contexto que se habita, las interacciones con otras personas y el ejemplo que las personas adultas referentes proporcionen.
En este sentido, un consumo excesivo o no monitoreado de pantallas y contenido altamente estimulante afecta negativamente la atención; tanto en la capacidad de centrarse en algo sin permitir que otros estímulos interrumpan la tarea, como en la posibilidad de sostener la atención por períodos prolongados. Esto puede repercutir en actividades como leer y comprender textos, seguir instrucciones, prestar atención en clase, entre otras.
Por otro lado, la posibilidad que ofrece el entorno digital de hacer varias cosas a la vez es algo que fragmenta nuestra atención e impacta en la memoria, al mismo tiempo que el uso de motores de búsqueda o aplicaciones que nos brindan información a demanda repercute en la capacidad de recordar a largo plazo, lo que incide en el proceso de aprendizaje.
Para que la atención y la memoria puedan desarrollarse son muy importantes las interacciones sociales y las propuestas que promuevan la concentración. Las charlas, los juegos, los puzzles, la lectura, las actividades gráficas como el dibujo, la escritura, actividades para encontrar diferencias, laberintos, la escucha consciente de la música, entre otras. son todas actividades recomendables para favorecer su desarrollo.
Desarrollo psicomotor y juego
El juego, además de ser un derecho de niños, niñas y adolescentes, es una actividad muy importante en la vida, siendo esencial para el desarrollo cognitivo, emocional, social y motor de las personas.
Si bien presenta diferentes características según la etapa del ciclo vital, el juego siempre compromete al cuerpo. Permite el dominio de la motricidad, la comunicación, la estructuración del espacio y del tiempo, el conocimiento del mundo que nos rodea, la comprensión progresiva de la realidad y de nuestro cuerpo, la expresión de sí mismo y la regulación de las emociones, entre otras. También promueve el desarrollo de la imaginación y la creatividad.
El juego y el movimiento son herramientas privilegiadas para el aprendizaje. Se aprende a partir de la curiosidad por conocer el mundo; para favorecerla debe existir seguridad afectiva, provista por figuras adultas disponibles, y un entorno accesible y habilitador. Es esencial ofrecer un espacio y un tiempo en el que niños y niñas puedan mantenerse activos, para que, por sus propios medios y posibilidades, puedan ir observando y comprendiendo su alrededor. El exceso de pantallas se interpone y obstaculiza estos procesos al reducir las oportunidades de interacción física y social.
Además, es importante considerar los objetos y juguetes que se les brinden. Las características de estos materiales deben promover una participación activa, de esta forma podrán explorar y manipular, modificar y transformar el entorno que les rodea.
Al momento de seleccionar los juguetes y juegos, es deseable tener en cuenta, además de la edad, otros aspectos: que sea motivador y que despierte el interés por jugar, por investigar y por descubrir nuevas oportunidades; que estimule la curiosidad; que potencie la imaginación y la creatividad; que promueva la resolución de problemas y el pensamiento; que potencie el juego en colectivo y la colaboración; que evite la reproducción de estereotipos sexistas y no promueva la violencia. Estas características deben contemplarse también para los juegos en línea.
Vista
La exposición a la luz azul y la menor frecuencia de parpadeo, producto de la concentración en las pantallas, traen como consecuencia un cansancio visual que se expresa en síntomas, como pueden ser visión borrosa, dificultad para enfocar, sequedad ocular, ardor o lagrimeo y dolor ocular. A su vez, nuestra vista necesita enfocar en distintos planos, sin embargo, frente a las pantallas nos enfocamos continuamente a una única distancia, algo inadecuado que puede propiciar el desarrollo de miopía.
Frente a la exposición a las pantallas es recomendable incorporar ciertos hábitos para mitigar estas posibles consecuencias a nivel visual. Por ejemplo, controlar el tiempo de exposición, mantener una distancia que supere los 35 o 40 centímetros de distancia con el celular y la tablet y de alrededor de 2 metros con la TV. Controlar los niveles de iluminación del dispositivo, se recomienda que sea bajo y si es posible utilizar filtros de luz azul. Evitar mirar los dispositivos a oscuras, asegurarse que la habitación tenga una correcta iluminación, en lo posible que incluya luz natural. Realizar descansos, enfocando la vista durante algunos segundos fuera de las pantallas y en planos a distintas distancias. Parpadear frecuentemente para lubricar la vista. La falta de tiempo al aire libre es otro factor que puede repercutir en la visión, por lo que es recomendable experimentar momentos en espacios abiertos sin pantallas. Y acudir a revisiones oftalmológicas al menos una vez al año.
Sistema musculoesquelético
La falta de atención y cuidado sobre una adecuada postura al estar frente a las pantallas puede causar diversos dolores musculares y problemas articulares como, por ejemplo, dolor en el cuello, espalda, hombros y muñecas. Es interesante distinguir que la ubicación de los dolores puede variar según el dispositivo utilizado, la tendencia a mirar hacia abajo en los dispositivos móviles (celulares, tablets) provoca dolor en el cuello y hombros, mientras que el dolor o tensión en la espalda baja se asocia al uso de computadoras. Los movimientos repetitivos pueden además traer consigo afecciones en los tendones, como puede ser el síndrome del túnel carpiano.
Pasar mucho tiempo frente a las pantallas puede reducir el tiempo de actividad física, lo que favorece el sedentarismo. Este estilo de vida aumenta, por ejemplo, los riesgos de contraer enfermedades crónicas, cardiovasculares y tiene un impacto negativo en la salud mental. La actividad física es fundamental para la salud y el bienestar integral de las personas, con un impacto positivo, tanto a nivel biológico, psicológico y social.
Se recomienda atender la postura, contar con una silla cómoda y una altura de mesa adecuada, realizar pausas activas cada 1 o 2 horas para poder estirar la musculatura, caminar y realizar actividad física regularmente.
Alimentación
Comer mirando las pantallas nos desconecta de nuestra actividad nutricional. Impide registrar lo que sucede en nuestro cuerpo al ingerir el alimento, por ejemplo, puede acelerar la masticación, hacer que la ingesta sea con ansiedad, lo que dificulta identificar la sensación de saciedad y repercute en la digestión.
Por otro lado, la publicidad y los contenidos en el entorno digital pueden promover el consumo de comida no saludable o desinformar respecto a dietas o hábitos nutricionales. La exposición constante a contenidos sobre dietas para lograr estándares de belleza, puede resultar extremadamente nociva según las personas y la etapa del ciclo vital en la que se encuentren. Además, la combinación con otros factores puede contribuir al desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria.
Evitar las pantallas a la hora de ingerir alimentos contribuye a una mejor conexión con el proceso de digestión y promueve un mayor disfrute de las personas que nos rodean. Tomarse un minuto antes de comenzar a comer, para contemplar el alimento, sentir su aroma, identificar los distintos sabores hacen de este proceso una actividad consciente.
Conversar sobre lo que se ve en internet en relación a la alimentación, chequear las fuentes de información de los consejos nutricionales y siempre consultar las dudas con profesionales de la salud, es fundamental para tomar buenas decisiones y evitar hábitos que sean perjudiciales.
Emociones y autoestima
La exposición a algunos formatos como videojuegos y plataformas sociales, con sus notificaciones, interacciones, publicaciones y videos cortos, producen una estimulación constante y generan gratificación instantánea.
Desde áreas como la psicología y la neurociencia se estudian los impactos que el consumo de estos contenidos digitales dopaminérgicos tienen en las emociones de las personas y en su capacidad de regularlas. Por la etapa vital en la que se encuentran infancias y adolescencias, donde aún el cerebro está en desarrollo, estos estímulos tienen mayor impacto y afectan su capacidad para manejar las emociones que pueden desencadenar estados como frustración, irritabilidad, ansiedad y aburrimiento.
La autorregulación emocional es un proceso que requiere de la presencia y acompañamiento de personas adultas que, además de ser ejemplo, brindan contención y herramientas para identificar y gestionar las emociones. En relación al entorno digital, limitar el tiempo de exposición a las pantallas es una estrategia recomendable para colaborar en este proceso.
La información y los mensajes que circulan en las plataformas sociales relacionadas con los estándares de belleza, éxito o popularidad, así como el sistema de interacción a través de “Me gustas” y comentarios, fomentan la permanente comparación. Lo que puede afectar la autopercepción y por tanto repercutir en la autoestima, particularmente en la adolescencia, período en el que los cambios corporales, la importancia de los grupos de pertenencia y la validación externa adquieren mayor protagonismo. En este contexto, la influencia de las personas adultas cercanas en el desarrollo de la autoestima de niños, niñas y adolescentes es fundamental.
Algunas consideraciones entre el bienestar y la dependencia
El entorno digital ofrece beneficios y posibilidades siempre que se mantenga un equilibrio con otras actividades necesarias para el bienestar. Sus características específicas dificultan la regulación del tiempo y las formas en que interactuamos con él. La falta de equilibrio entre conexión y desconexión genera consecuencias relacionadas con lo que dejamos de hacer, atender o cuidar cuando estamos en el entorno digital. En este sentido, el rol de las personas adultas para garantizar dicho equilibrio se vuelve esencial.