La red delante de las pantallas: acompañar y sostener a niñas, niños y adolescentes en el entorno digital

Consumos culturales y sus impactos

Al ver una película, un dibujo animado o al escuchar una canción, ¿entablamos conversaciones sobre lo que está sucediendo? ¿Reflexionamos sobre los mensajes que se transmiten a través de los contenidos que consumimos? ¿Dimensionamos el impacto que puede tener en nuestra autopercepción? ¿Y en la de infancias y adolescencias?


Las personas adquieren los elementos socioculturales del contexto en el que se desarrollan mediante un proceso que, en su mayoría, sucede de forma inconsciente, denominado socialización. A través de este proceso, las personas desarrollan su personalidad, adoptando formas de relacionarse, valores, creencias, normas y pautas de comportamiento propios de la cultura en la que están inmersas.


La socialización sucede mediante la interacción con otras personas o instituciones, como son la familia, la escuela, el grupo de pares y también a través de los medios de comunicación y los mensajes que estos emiten.


El entorno en el que vivimos, tanto físico como digital, influye en este proceso que sienta sus bases en la primera infancia y la niñez y continúa durante todas las etapas de la vida. Es importante entonces, tener presente que niños, niñas y adolescentes son más permeables a los mensajes que se transmiten a través de los productos culturales que consumen, como audiovisuales, música, literatura, moda, plataformas sociales, videojuegos, juguetes, entre otros. El rol de las personas adultas es imprescindible para acompañar desde los límites, la comunicación, la reflexión y el cuidado sobre lo que experimentan en relación a estos consumos.
 

Además de prestar atención a la cantidad de tiempo que niños, niñas y adolescentes pasan frente a las pantallas, supervisar cuáles son los contenidos que consumen y qué prácticas realizan en el entorno digital es fundamental para favorecer su bienestar. Establecer cómo debería ser un uso apropiado de los dispositivos y la elección de los consumos culturales debe considerar, además de la edad, contextos y características individuales que incluyen factores como las dinámicas sociales, el funcionamiento familiar y la actividad física, entre otros.

Acompañar los distintos consumos culturales

Dibujos animados


Los dibujos animados son una amplia categoría dentro de los productos audiovisuales y se encuentran en diversas plataformas.
Existen animaciones destinadas a la infancia, a la adolescencia o al mundo adulto, e incluso existe la manipulación de personajes de dibujos infantiles con los que se desarrollan producciones satíricas dirigidas a las personas adultas.


Este consumo cultural presenta productos de distinta calidad, algunos dibujos animados pueden ofrecer contenido educativo para diferentes edades, fomentando el desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales, con un impacto positivo para las infancias.
Sin embargo, es necesario considerar algunas características particulares de los dibujos animados que pueden tener repercusiones negativas, si son consumidos frecuentemente, de manera excesiva o sin acompañamiento. Por ejemplo, aquellas producciones en las que los cambios de escena se dan a una velocidad intensa, presentan muchos estímulos visuales y sonoros, como colores fuertes, gráficos en 3D, voces y sonidos estridentes, pueden tener un impacto negativo en la capacidad de atención y concentración, en el desarrollo de la tolerancia a la frustración y en la capacidad de adaptarse a los cambios. 


Al mismo tiempo, se debe tener en cuenta las particularidades y posibilidades de las plataformas en las que se puede acceder a este tipo de contenido. Por ejemplo, algunas plataformas gratuitas, presentan publicidad constante que promueve el consumo e interrumpe lo que está sucediendo, en tanto no hay posibilidad de controlar el tipo de contenido que esos anuncios presentan. Por otro lado, la forma de navegación permite acceder rápidamente a otros videos que pueden no ser apropiados. En otras plataformas, al mirar series de dibujos animados, se puede dificultar la puesta de límites debido a la configuración de reproducción automática en la que, al finalizar un capítulo, automáticamente comienza el siguiente.


Se recomienda la participación activa de las personas adultas en el análisis de la oferta de producciones animadas para seleccionar aquellas que sean adecuadas según su clasificación y características específicas. Al mismo tiempo, definir cuál es la plataforma más segura para que miren dibujos animados, no todas ofrecen las mismas posibilidades de configuración.


Es importante la presencia y disponibilidad emocional de las personas adultas durante el consumo de dibujos animados para que las infancias no se limiten a un consumo pasivo. Dialogar y generar preguntas sobre lo que se está viendo, lo que transitan los personajes, las emociones o sensaciones que las distintas escenas puedan generar en quien lo consume, es fundamental para promover el pensamiento crítico, la inteligencia emocional y contribuir al proceso de aprendizaje a través del intercambio.

Producciones audiovisuales


Las películas, series y videoclips además de entretener y transmitir mensajes, presentan grandes oportunidades para tender puentes y habilitar el diálogo sobre diversos temas. Conocer los intereses de niños, niñas y adolescentes en relación al arte y la cultura en el entorno digital habilita la posibilidad de compartir momentos en torno a estos contenidos. Asimismo, permite fomentar una mirada crítica y reflexiva sobre lo que éstos plantean. Hay contenidos que estimulan la creatividad y fomentan el conocimiento, la conciencia social y la identidad cultural, así como hay otros que muestran escenarios donde, por ejemplo, predominan la violencia, las representaciones problemáticas en torno a la sexualidad y los comportamientos de riesgo. 


Supervisar los consumos culturales durante la infancia y adolescencia implica conocer y respetar a qué edades están dirigidas estas producciones y establecer cuáles son apropiadas o no tomando en cuenta las particularidades de cada persona.


Es importante contar con argumentos para explicar por qué algunos contenidos pueden ser difíciles de procesar o presentar una visión distorsionada de la realidad, además de generar espacios donde las personas adultas puedan mirar junto a niños, niñas y adolescentes los contenidos que sí consideran oportunos para acercarse a sus intereses y conversar al respecto.


Se recomienda que en momentos de encuentro presencial donde se da el juego y el intercambio entre pares, no se incluyan las pantallas. Por ejemplo, evitar que haya pantallas con videoclips en los espacios de celebración de cumpleaños infantiles, ya que estas captan su atención e interrumpen la socialización y el juego.

Videojuegos


El universo de los videojuegos es diverso y le brinda a niños, niñas y adolescentes la oportunidad de participar en una actividad lúdica en el entorno digital. En el caso de que estos juegos sean los indicados para su etapa de desarrollo y estén bien diseñados, también les permiten vivir experiencias que implican resolver desafíos, aprender habilidades y establecer vínculos, entre otras.


Las problemáticas más comunes asociadas a los videojuegos no solamente tienen que ver con la exposición a contenidos y prácticas violentas, sino con las modalidades de juego. Por una parte, las empresas lanzan al mercado videojuegos que se pueden descargar gratis, pero que tienen mecanismos de monetización que incitan a quienes juegan a gastar dinero para conseguir ventajas, para avanzar o ganar. Además, hay videojuegos que permiten compartir partidas, chatear y realizar llamadas con personas desconocidas.


La moderación del tiempo que se destina a los videojuegos es clave, así como chequear la clasificación por edad y características específicas del videojuego antes de su descarga. Existen sistemas de clasificación como el ESRB (Entertainment Software Rating Board) o PEGI (Pan-European Game Information) que pueden ser consultados en sus respectivos sitios web, así como foros en los que otras personas adultas comparten reseñas sobre sus experiencias con determinados videojuegos en casa.


Se recomienda acercarse desde la curiosidad para conocer sobre los videojuegos, preguntarles con la intención de entender realmente cómo funcionan, qué cosas se pueden hacer y qué no, descubrir cuánto dura una partida y con quienes pueden interactuar en ellas. Compartir un videojuego también es una buena estrategia para acercarse y disfrutar tiempo de entretenimiento en conjunto.


En el caso de niños y niñas es importante conocer y gestionar las configuraciones de seguridad que les protejan.

Música


La música es una forma de expresión humana que une y congrega a las personas; puede ser una herramienta efectiva en los procesos de aprendizaje, ordenar a la hora de realizar actividades grupales o repetitivas, divertir y potenciar sentimientos.
Todas las culturas tienen su propia música con distintos sonidos, cantos e instrumentos, que varían según el lugar geográfico que habitan, sus costumbres y el sentido que le dan.


Actualmente, las condiciones del entorno digital favorecen la posibilidad de acceso a mayor diversidad musical, sin embargo, las lógicas económicas de las plataformas de streaming pueden incidir en la jerarquización del contenido musical que se destaca, priorizando aquellos artistas que entiendan sean más redituables económicamente. Al mismo tiempo, las dinámicas algorítmicas que priorizan lo ya escuchado o los productos similares, dificultan la posibilidad de descubrir orgánicamente nuevos artistas o géneros que amplíen la identidad sonora cultural (Millecco,1998).


La música, a través de las letras de las canciones, es capaz de evocar recuerdos o emociones, transmitir costumbres, valores o modelos de comportamiento. Cuando las canciones están pensadas para las infancias pueden tener efectos muy beneficiosos en el desarrollo del lenguaje, la gestión de emociones, las capacidades psicomotrices, además de fomentar las interacciones sociales y el aprendizaje.


Pero también existen algunas letras de canciones que, además de no estar creadas ni dirigidas a las infancias, reproducen mensajes con contenido sexual explícito, naturalización del consumo de alcohol, drogas y otras conductas de riesgo, violencia, machismo, promoción del dinero y el consumo como generadores de status, entre otros.  
Por ello es importante prestar atención al contenido de las letras para definir si son aptas para ser escuchadas por las infancias y optar, desde el cuidado, por bandas y artistas que se adecúen a su edad.


En la adolescencia, es preciso tener en cuenta que la música juega un rol importante en el desarrollo de la afectividad y las emociones, el relacionamiento entre pares y la construcción de identidad. Los géneros musicales y artistas con los que se identifican pasan a formar parte de quienes son, por lo que cuestionar lo que escuchan puede sentirse como una ofensa directa a su persona. Acercarse con interés, a través de conversaciones y preguntas que promuevan la reflexión sobre sus consumos culturales es clave. Intercambiar además sobre gustos musicales ayuda a ampliar la identidad sonora cultural de todas las personas.

Influencers, creadores y creadoras de contenido


El entorno digital y las plataformas sociales se presentan como un espacio que facilita la creación y publicación de contenido por otras personas, lo que ha democratizado el acceso a la producción cultural. Esta transformación modificó la forma en que se consume, produce y participa en la cultura. 


Quienes crean contenido lo hacen por diversos motivos y con distintos objetivos, por ejemplo, algunas personas eligen producir o divulgar conocimiento, generar productos de entretenimiento, hacer reseñas sobre películas y libros, o compartir contenido educativo. En este contexto también existen quienes utilizan estas plataformas para desinformar o promover de forma engañosa hábitos no saludables, conductas nocivas, estilos de vida aspiracionales o incluso estafas a través de la venta de cursos o productos.
Es necesario tener presente que las plataformas utilizadas basan su negocio en la economía de la atención, es decir que compiten por captar la atención en un entorno saturado de contenido. Esto lleva a quienes crean contenido a generar diversas estrategias para sumar seguidores, motivar las interacciones y monetizar su actividad. 


Aquellas personas que logran un alcance masivo, se convierten en referentes de las personas que les siguen, ganando el adjetivo de “influencers”.
Existen influencers y creadores que realizan publicaciones promocionando productos y servicios. En este contexto, la publicidad ha encontrado nuevos formatos para involucrar a estas personas que “lideran” el entorno digital y aprovechar sus plataformas para llegar a sus seguidores.


Hay tendencias en las que esta publicidad no tradicional es más explícita, como cuando reciben productos, abren sus cajas y comparten sus impresiones o realizan reseñas sobre éstos; y otras formas menos transparentes como usar ropa de una marca, un producto, o registrar la experiencia al utilizar un servicio como parte de su vida cotidiana.


Para darle mayor visibilidad y alcance a los contenidos, las plataformas consideran la cantidad de interacciones que tenga la publicación; por ejemplo, las vistas, los me gustas y los comentarios. Al mismo tiempo una gran cantidad de comentarios positivos le da validez a ese contenido ante las personas. Es necesario tener en cuenta que esas interacciones pueden ser manipuladas. Existen los bots, un software que realiza tareas repetitivas y automatizadas, muchas veces utilizados para generar comentarios positivos debajo de las publicaciones simulando ser personas y así aumentar el número de interacciones.  


Es clave transmitir a niños, niñas y adolescentes que no todo lo que muestran o cuentan los influencers son contenidos verdaderos o reales. Muchas veces buscan fomentar el consumo de bienes y servicios lo que termina siendo una forma de publicidad encubierta, por lo que es necesario cuestionar si se trata de una recomendación sincera o si están intentando vender algo.
Por otro lado, el modelo de vida de influencers puede ser percibido por infancias y adolescencias como un ideal. Ante ello, es importante que reconozcan el grado de esfuerzo, trabajo y presión que implica. Así como el nivel de exposición, la pérdida de privacidad y sus efectos en la vida personal.  


No hay que descuidar que algunos influencers pueden promover o impulsar retos virales. Si bien hay algunos que fomentan la creatividad, el sentimiento de unión entre las personas o la concientización acerca de temas importantes, otros promueven conductas y prácticas violentas o peligrosas, que pueden dañar la integridad de las personas.

Acompañar con-sumo cuidado


La oferta de consumos culturales en el entorno digital es amplia y diversa. Los contenidos en línea también influyen en el proceso de socialización y en la construcción de la identidad de las personas. Niños, niñas y adolescentes son más permeables a los mensajes que se transmiten a través de los productos culturales que consumen.


En la mayoría de los casos las plataformas no están diseñadas para priorizar el cuidado de infancias y adolescencias ni para discernir, según la etapa de desarrollo en la que se encuentran, entre contenidos adecuados o inapropiados. 
En este sentido el rol de las personas adultas es necesario para acompañar desde los límites, la comunicación, la reflexión y el cuidado sobre lo que experimentan en relación a estos consumos.
 

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