La diversidad temática
La diversidad temática es esencial para integrar a todas y todos en las prácticas de lectura. Bishop (1990), profesora de la Universidad de Ohio, señala que los libros pueden ser ventanas que nos sumergen en otros mundos, pero, a su vez, espejos donde nos podemos ver reflejados.
Como decíamos antes, el canon no escapa de la subjetividad de quien selecciona y, por eso, deberíamos cuestionarnos qué elegimos tratando que la ideología, que forma parte inevitablemente de nuestra experiencia vital, al menos, no tenga un ánimo moralizador.
Hollindale, en 1988, se refirió a tres tipos de ideologías en los libros para niños.
- Ideología explícita: el propósito último del texto es convencernos de una posición, incluso en detrimento de la calidad literaria y estética. En este sentido, muchas veces, el querer incluir de manera forzada nos lleva a la lectura de textos planos que no plantean interrogantes ni permiten lecturas polisémicas, donde hay una sola respuesta que no promueve el espíritu crítico.
- Ideología inherente al lenguaje: las palabras son seleccionadas estéticamente con un propósito ideológico que queda implícito.
- Ideología pasiva: en la que puede ser que incluso el autor/a, inserto en una sociedad con unos valores, tampoco sea consciente de ella.
En resumen, todo texto, como producto cultural, tiene una ideología que se hace evidente en lo que incluye, lo que no incluye y en cómo lo incluye. Por esa razón, la selección de los textos no es aleatoria y, de alguna manera, como dice Nodelman (2010), todos somos censores y evitamos aquellos libros que difieren de nuestros propios valores. Eso nos debería llevar a cuestionarnos, a la hora de elegir un canon para nuestra población objetivo, que no sea solo lo que nosotros queremos que lean o creemos necesario que lean, sino una selección diversa que les permita acercarse a múltiples realidades que los cuestionen y ayuden a reflexionar desde distintos prismas.