Gabriel Di Leone, poeta. «No quiero ni al caballo de Vallejo»
Fotografía Servando Valero
Por Luis Pereira Severo
Gabriel Di Leone (1951-2021) fue un poeta minuano-maldonauta. Su obra édita comprende tres libros de poesía: La edad de la indecencia (Civiles Iletrados, 2018), Incendio intencional (mención de honor poesía inédita imm 1996, Civiles Iletrados, 1997) y 27 de Möebius y la capitana (mención de honor poesía édita mec 1995, Eladio Linacero Editor, 1994).1 Publicó además El rescate de la bataraza: relato infantil galponero para mayores (2014) y Pa’ voltear al gigante (2015), relato breve, en ambos casos para la editorial Trópico Sur Editor. Participó como antologador y antologado en La ballena de papel: antología de poesía de Maldonado 1985-2017 (Civiles Iletrados, 2017).
Formado literariamente en el taller que orientó en Maldonado a partir de 1988 la escritora Helena Corbellini, Di Leone fue profesor de literatura y director de patrimonio de la Intendencia de Maldonado. Su obra poética, alejada de los ensimismamientos literarios o de la técnica oficiada con destreza, pero desatendida del nervio poético, recorre los paisajes humanos y la historicidad del Uruguay de entre siglos; atenta a los desencuentros y a las pérdidas propias de un momento histórico, quizás como todos, pletórico de angustias y escaso de disfrutes. La obra de Gabriel toma distancia de toda opacidad o elogio a la dificultad y construye un canal de proximidad con el lector, eludiendo el exceso de juegos verbales endogámicos, aliviada la mochila de decálogos y catecismos. Sus primeros textos fueron publicados en la revista Asterisco, del taller que ya mencionamos. Entre su primer libro, 27 de Möebius y la capitana, y el último, La edad de la indecencia, se desarrolla la construcción de un mundo poético poblado de verosimilitudes y desenfado; una poética que por momentos no elude la solemnidad de quien canta a la patria y en otros coquetea con el humor o pone en duda el lugar prestigioso del poeta.
Poeta del interior. Este no es un dato menor, no porque exista en verdad una «literatura del interior» como cuerpo o práctica creativa, sino porque determinó, tanto en Di Leone como en otros autores, la invisibilidad y aun la condición de escritor tardío del Pájaro, como lo llamábamos sus amigos. Poesía civil es el nombre de uno de los libros del poeta de Bahía Blanca Sergio Raimondi. Poetas comunicantes denominó Mario Benedetti a quienes desde la creación literaria priorizaban la intención de conectar con el lector. La escritura de Di Leone dialoga con ellos y con otras experiencias, incluida la actitud paródica de Parra o de su amigo, también maldonauta, el poeta Gonzalo Fonseca. Poesía cívica en tiempos de cosa inane, contra la desmemoria que todo lo arrasa y olvida. Territorios hasta ahora no visibles obtienen existencia en esta literatura. La poesía de Gabriel contribuye a fundar un paisaje literario.
En su primer libro, 27 de Möebius y la capitana, ya asomaba la geografía del poeta, la circunstancia marítima y el Maldonado - Punta del Este de las agudas contradicciones. Uno de los textos más representativos de ese costado de su producción es «Frente estacionario»:
No es nada tocayo
es decir mañana
estarás ahí
con una historia en el lomo
[…]
- tómalo con calma muchacho-
-take it easy boy-
[…]
ella no bailará sobre la mesa
ese blues descalza
[…]
mala temporada para ti, tocayo
[…]
te apuesto a que
en marzo
seguimos aquí.
Lo efímero y la peculiar manera de medir, en una zona del país, el paso de las estaciones, pautadas por la llegada de «las hijas de los cazadores blancos / sus nalgas dorándose al sol» cada verano, y marzo como la señal que separa la vida local —de los maldonautas— entre temporada y temporada. El poeta registra también, desde una mirada patrimonial, el cambio del paisaje, depredación (o progreso) producto de la acción turística en el medio:
[…] hay un ombú
en La Pastora
con ojos tristes
como billetes de dólar
[…]
La construcción poética en Di Leone se muestra detallista, cuidadosa respecto del componente melódico y rítmico en la estructura del verso: no se trata de la arbitrariedad o de meramente el juego floral, sea este visual o sonoro. Cada corte, salto de línea, pausa se justifica en la respiración del poema, a modo de partitura que indica cómo leer.
[…]
pongamos al actor vociferante
encima
de su propio ataúd
que se le diga en medio
de la función
que debe
ocuparlo en silencio
[…]
De la actitud desenfadada y burlesca del poeta puede dar testimonio el poema «Llanto por la felicidad de Pablo Goncalvez», también incluido en Incendio intencional.
[…]
jugaste mal
ahora todos
podemos aullar en tribuna/les
encanta a los de la TV
cumple tu rol hasta
el final
no llores
:somos tu público
pagamos
tenemos derecho
a ser
exigentes.
[…]
La textura oral del poema está presente en la construcción poética de Di Leone. Un buen ejemplo es el siguiente poema:
todo es especta
madonna
culo
madonna
a la cama con ONETTI
[…]
Aquí todo el texto es puesto al servicio de su puesta en voz (hay que decir que Gabriel era un buen performer al llevar sus textos al escenario del recital) sin renunciar a su efectividad en la hoja del libro o en la pantalla del computador.
En el mismo libro, el poema «Seguridades», donde el protagonista es un albañil, parece dialogar con el Parra de Canciones rusas:
[…]
a veces pero siempre
no
siempre no
salva el
se cae
miren
se cae
se cae
se
cae.
[…]
Pero Di Leone no es solo el poeta cívico o el del humor: en tiempos en que la poesía romántica está bajo sospecha (merecida), y que suele ser tarea ingrata intentar revisitar el género, incluye en el mismo libro uno de sus textos más recordados y citados por sus lectores, una pequeña pieza de la mejor literatura:
atardece gorriti
isla de tigres verdes
en líquido metálico
anaranjado
:en la arena gruesa de la 24
es un escándalo tu ausencia.
Poeta del interior, en su literatura encontraremos, además del paisaje habitado y atravesado por la circunstancia, lo urbano, lo del campo y lo oceánico a la vez, como una única región —¿quizás el este uruguayo?— a habitar desde la poesía.
[…]
(hay otra ciudad
al extremo del viaje
:eso es todo)
La presencia del campo es nítida en este poema, del libro La edad de la indecencia, en el que, a modo de registro autobiográfico, recrea una cacería en la sierra minuana:
[…]
:las liebres corrían a morir saltaban
a causa de los impactos.
Luego volvíamos caminando a la casa
bordeando los pozos de la vieja mina
(no te acerques)
las escopetas dobladas bajo el brazo
colgando las tibias ensangrentadas
presas por las patas las orejas o metidas
en una bolsa de arpillera.
Los hombres fumaban y hablaban
más alto y llegados a la casa
se demoraban a beber
sentados en el patio
un vaso de vineta;
las armas en ángulo junto
a la pared de piedra
(el viento
del atardecer
en el pelaje de las quietas
haciendo suaves hoyos)
el interior
de los cañones era
como las galerías de la mina abandonada
sólo negro silencio
[…]
Poeta que tuvo la mala experiencia de haber sido prisionero político de la dictadura cívico-militar instaurada en 1973, la prisión está presente en la poesía de Di Leone, pero nunca desde la revictimización o desde el panfleto. Un buen ejemplo es este fragmento del poema «Gestar de cantar», incluido en La edad de la indecencia:
[…]
la diferencia entre atado y suelto
dice el tipo
es infinita te lo digo
yo que estuve atado con alambres
más dice
suelto suelto nunca anduve
a no ser cuando era niño
pero muy niño
(la milonga es un cielo accesible
: busca una simple escalera
de octosílabos)
[…]
Varios compañeros de viaje asoman en la poesía de Di Leone. Algunos cómplices de vida, otros de literatura, como si fuera posible distinguir.
El narrador Haroldo Conti —desaparecido por la dictadura argentina en 1976— es uno de los homenajeados:
[…]
:es Conti en ONDA
por la Banda Oriental
muy al sur de tu viento
de respuestas
[…]
nunca dijo adiós
:no le gustaba decir adiós
decía
algo como hasta luego
dijo hasta luego
pero no ha aparecido
cántate una, Bob,
de galgos y buses plateados
nocturnas navajas
en gargantas de ciudades
soñolientas
una que diga como el Conti
hasta luego repite
por favor
aquello de
vernos de nuevo
Otro es el poeta Gustavo Lerena (1954-1998), fernandino, autor de un único libro, La vida y otros contratos. Di Leone lo homenajea en uno de los textos más logrados de su último libro publicado, recobrando, además, el espacio que habitaron poeta y homenajeado, tan huérfanos y a la vez tan poblados:
En el río de cerveza que
pasa por el Carlitos
el arroyo de ron del boliche
marginal, polvo y sobre
resina
el descuido de las cosas,
[…]
no está
falta
sin aviso no está
(en el atardecer minucioso
de las cosas
a la orilla del río de ron
en las mesas desaprensivas de Campanario […]
en la marea de las cosas
su minuciosa ausencia
[…]
:último bolero en Maldonado
en el pucho del siglo
-cinco quilómetros al norte
de la calle 30-
[…]
:no somos ya no somos
jóvenes aquiles
:no se nos invita
a escoger entre
el heroísmo y el olvido
:aquí
los bulldozers se encargan
de la nostalgia
[…]
simplemente somos menos
al atardecer cuando el río
de ron fluye
manso por venas
recónditas
:último bolero: Maldonado
mata y olvida.
Di Leone falleció el 25 de agosto de 2021, dejó varios cuadernos .doc, disgregados en su computadora y archivos, que conservaron sus amigos. En uno de los borradores, Navegando hacia Ithaka, puntas de Pan de Azúcar, vuelve sobre las grandes preguntas y sobre el universo de la infancia del escritor. Poesía de nombres propios que asume la localía de lo pequeño; dibuja en algún sentido un balance o mensaje en una botella para quienes seguiremos encontrando en su poesía señales para emprender el día:
En el umbral de la tapera
respetuosos
desfilan los ausentes:
[…]
(No hay donde volver
desde que Heráclito
cantó lo del río
:no quiero preguntar por nadie
no quiero ni al caballo de Vallejo
diciendo que muy bien
que todo está muy bien)
«Ningún sitio más privilegiado para la contemplación de la ruina, [las] ruinas palpables del último terremoto y la estafa», dijo alguna vez José Emilio Pacheco. Es que en estos años de entre siglos, en los que la historia no ha acabado, y tampoco las guerras —ahora tornadas en conteo de víctimas colaterales y competencias de desinformación—, nada mejor como escenario para el ejercicio de esa contemplación que los conglomerados urbanos. Y más aún cuando se trata de una muestra del cosmopolitismo turístico que produce un balneario como Punta del Este. Desde allí, obreros de la construcción, mucamas y especuladores pueden ser tomados casi al mismo tiempo por el lente de la cámara o por el registro del poeta.
El paisaje en Di Leone es también eso: una recorrida en bus turístico por el Punta del Este de la fama rápida, de lo efímero, pero sostenido por la vida y muerte de seres humanos ordinarios, aun vulgares, que en sus vidas y amores sostienen el espectáculo. O en palabras de un viejo amigo que supo poblar esas arenas: lo que Raúl Forlán Lamarque llamaba la carnavalización mediática, donde las cadenas y agencias nos cuentan cómo es de verdad el mundo y sus guerras de baja intensidad, donde conviven indiferenciados en los escaparates oferta de comida rápida con la cuidada búsqueda de lo sublime. El poeta es precisamente cronista de esa ruina y establece como residencia el instante del derrumbe.
1 Eladio Linacero Editor fue un efímero proyecto editorial radicado en Maldonado. Di Leone formó parte de este.
Luis Pereira es autor de Otros poemas sucios, manual de castellano estándar (2022); Poemas para ser leídos en una pantalla de 5’’ (2019); Poemas para mi novia extranjera, milonga rioplatense (2015), Premio Nacional de Letras MEC 2017; Pabellón patrio, serie de relatos íntimos (2009); Manual para seducir poetisas (2004); Retrato de mujer azul (1998), y Poemas de acción y mujeres delgadísimas (1992), entre otros. Es especialista en Gestión Cultural (Udelar) y magíster en Políticas Culturales (cure-Udelar).
Autor del retrato de Luis Pereira: Servando Valero