e r m : revista de periodismo cultural

Fragmento de «Culebrón erudito»

Leandro Delgado

Por Leandro Delgado

Ahora te hablo estrictamente de mí. Del miedo. Del miedo de escribir. En cada uno de los instantes de la acción misma. Porque no es un tema que me atrape fuera de la escritura. No es un fantasma. Porque cuando escribo. Mejor dicho. Cuando escribía. Estaba en acción. Sí. Estaba espantando a todos esos cuervos por el miedo a que me descubrieran. Que todos vieran que soy muy poca cosa. Que lo que escribía sólo merecía la risa y que todo se iba a olvidar sí o sí. Y que toda esa desnudez revelaba mi incapacidad para hacer algo grande. Pero era una sensación pasajera. Porque estaba espantando esos cuervos con una mano mientras escribía con la otra sin poder parar. Y no era miedo. Y no dejé de escribir por ese miedo.

¿Era miedo o no era miedo?

En mi caso era parte de algo más grande. Inconcebiblemente grande. Que asomaba la nariz cuando yo escribía y que me empujaba a seguir probando. Y si yo me paraba ahí. Si me detenía. Si me paralizaba. Eso seguía metiendo la nariz y aparecía ese gigante que sacaba una mano desde el cielo y me señalaba. Con un dedo grotesco. Un camino muy claro bajo el sol. Que era el camino hacia el lugar común. Entonces yo relaciono el lugar común con la inacción. Con el miedo a ir más allá con el pensamiento hacia cualquier lugar desconocido. Hacia cualquier posibilidad impensada. El lugar común es esa voz demasiado conocida que no estás escuchando. O que no sabés que estás escuchando. Y para mí era justo al revés. Yo siempre quise escribir para huir. Para irme a la mierda. Pero no. Siempre esa voz conocida como un ruido. Molesta. Como el estéreo de un auto tuneado que pasa por la calle y hace temblar los vidrios. Y que me leyeran los que quisieran. Que supieran que era un lugar conocido por nadie. Ni siquiera por mí. Nunca quise asegurarme de nada. De nada nada. Yo no quería saber adónde iba ni que nadie se identificara conmigo ni con mis personajes. Yo no le pedí nunca a nadie que me leyera. Ojo. Hay gente a la que se le da bien el lugar común. A mí no. Para mí es como tener 50 años y seguir viviendo con tus padres. Una pareja de viejos gordos que mira la tele. Y vos les llevás la Coca light y los Doritos para que sigan viendo el informativo y te aseguren el techo porque sos un inútil y un garca. Yo necesité huir de toda repetición todo el tiempo. Ahora. ¿Eso no te parece peligroso también? ¿A su modo? Quiero decir. ¿No es patético también querer ser original con respecto a uno mismo? ¿A lo que uno ya conoce? ¿No es patético querer ser original todo el tiempo?

 

Leandro Delgado

 

Leandro Delgado (Montevideo, 1967) es escritor de ficción y ciencia ficción, investigador, profesor y editor. Publicó el volumen de poesía Tres noches bajo agua (Noctúa, 1999), las novelas Adiós Diomedes (Ediciones Planetarias, 2005), Ur (Hum, 2013) y Elecciones internas (Hum, 2020, epub), los volúmenes de cuentos Cuentos de Tripas Corazón (Estuario, 2010) y Alerta Naranja (La Propia, 2015), además de su investigación Anarquismo en el Novecientos Rioplatense: cultura, literatura y escritura (Estuario, 2017).

 

 

 

 

 

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